La maravilla de volver a los años 90

Actualizado
  • 28/07/2014 02:00
Creado
  • 28/07/2014 02:00
Muchos bailaron los temas de Jerry Rivera y lo mejor de la salsa de hace 20 años en el Figali Convention Center

Cuando el hielo ya escaseaba y la sed golpeaba la garganta, la orquesta La Kashamba dejaba escuchar su última intervención. Eran pasadas las doce de la media noche. Al concluir la intervención de los teloneros, comenzaron a acomodar los instrumentos de la orquesta de Jerry Rivera.

El puertorriqueño no pudo elegir mejor tema que ‘Cara de niño’ para dar inicio a su repertorio. Pese al paso de los años, eso fue lo que Jerry Rivera demostró.

Tras los gritos y en medio del bailoteo, continuó con una canción que se puede considerar el himno de los enamorados de los años 90, ‘Amores como el nuestro’.

En el público se veían decenas de cuerpos moviéndose al son tropical, al tiempo que coreaban como si le cantaran a ese gran amor. Gritos, ojos cerrados y uno que otro bien apretadito con su pareja, susurrándose al oído las dulces melodías.

La primera hora transcurrió casi que sin descanso para bailarines y para el ‘Cara de niño’, quien lució un saco, jeans y suéter.

‘Vuela muy alto’ también hizo que los asistentes elevaran sus voces a todo pulmón. Aunque el show del salsero empezó bastante avanzada la noche, sus fans seguían llenos de ánimo.

El centro de convenciones Figali estaba abarrotado. Los meseros no se daban abasto para satisfacer la sed del acalorado público.

Todavía a la 1:30 de la madrugada, el vigor quemaba el ambiente. Con los maquillajes quizás un poco escurridos y los pies algo cansados, las chicas seguían meneando sus cinturas.

Es probable que no comprendieran con claridad lo que decía el artista entre cada canción, pero igual alzaban la voz con tono de emoción y le aplaudían.

Y el arrebato se mezcló con melancolía cuando Jerry presentó ‘Ese’, sí, ‘ese que te enrolla y que te envuelve y hace de tu vida lo que quiere’, esa misma letra parecía sacar algunas lágrimas, que muy bien se pudieron disimular con las gotas de sudor.

Y así, la noche siguió su curso con lo que se puede considerar un tributo a los 90.

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