Melva Lowe de Goodin: 'Fenotipo de los negros ha llevado a los gobernantes a condenarlos a la clase social más baja'

Actualizado
  • 26/05/2020 00:00
Creado
  • 26/05/2020 00:00
La presidenta de Samaap, una mujer que vivió en África donde aprendió sobre su cultura generacional, ilustra los retos superados y actuales de la población negra

“Soy una afropanameña de ascendencia jamaicana que creció y se educó en las comunidades de la antigua Zona del Canal. Esposa, madre, y una apasionada activista de los derechos humanos de los afrodescendientes”, así se define Melva Lowe de Goodin, presidenta de la Sociedad de Amigos del Museo Afroantillano de Panamá (Samaap). Lowe enseñó literatura africana y caribeña en la Universidad de Zambia, África. De esa experiencia aprendió sobre sus raíces africanas y caribeñas. Aplaude que en Panamá se instituyó por ley el 30 de mayo, de cada año, día cívico y de conmemoración a la etnia negra. Entre rosas y espinas la población negra reivindica sus derechos sociales y cierra filas contra el racismo y la discriminación racial, abierta o solapada, que consideran aún existe.

Melva Lowe de Goodin, presidenta de la Samaap
Ser negro es ser...

Para mí, la respuesta es sencilla: El negro es un ser humano que posee todas las capacidades humanas que existen en el mundo y que refleja aspectos físicos particulares heredados de las condiciones ambientales donde vivió por miles de años. En las sociedades actuales, estos aspectos físicos, por ser tan característicos, han llevado a los gobernantes a marginarlos, excluirlos, y condenarlos a las esferas socioeconómicas más bajas, creando así una discriminación racial estructural que priva a que los negros desarrollen sus capacidades en su justa dimensión. Como resultado, existe la percepción en nuestras sociedades que ser negro es ser pobre, incapaz, perezoso, mal educado, y muchos otros adjetivos negativos. Cambiar estas percepciones es la lucha a la que he dedicado la mayor parte de mi vida adulta.

Se crió en la antigua Zona del Canal, vivió un tiempo en Estados Unidos y África, ¿se siente inmigrante?

Para nada. Soy panameña y reflejo la diversidad de culturas y tradiciones existentes en este istmo de Panamá. Hay personas que escuchan mi acento derivado al hecho de que tengo el inglés caribeño como primer idioma y me preguntan si soy panameña. Lamento mucho que generaciones de afropanameños hayan resistido aprender o hablar inglés para no sufrir la exclusión y marginalización que se popularizó durante varios períodos de nuestra historia.

Pese a la lucha que sostienen, ¿aún son invisibles los afrodescendientes?

La invisibilidad es una de las herramientas más utilizadas para quitarles valor y oportunidades a los afrodescendientes. Había una costumbre en los anuncios para empleos en Panamá que pedía “buena presencia”, era como un código para eliminar de consideración a las personas de aspectos negroides. Hasta hoy no es común ver a personas negras en puestos visibles en los bancos o destacadas empresas de Panamá.

¿Ha evolucionado el racismo?

Definitivamente que sí. Cuando yo crecía en las comunidades negras de la antigua Zona del Canal, había escuelas, comisariatos, iglesias separadas para los negros y para los blancos. Ahora, en Panamá, no hay tal segregación explícita, pero cuando existe una proliferación de comunidades urbanas habitadas por grupos afrodescendientes que no gozan de la oportunidad de obtener una buena educación o un buen empleo, están condenados a sufrir el mismo tipo de discriminación racial.

¿Cuánto influyen en la felicidad los contextos del racismo?

Estoy segura que las parejas de raza mixta pueden contarnos muchas experiencias de exclusión y discriminación que han afectado su nivel de felicidad familiar. En muchas escuelas en que los negros son una minoría, experimentan exclusión y bullying por parte de sus compañeros.

¿Conoce la sociedad panameña los aportes de los negros y afrodescendientes?

Muy poco. Publiqué el libro Afrodescendientes en el istmo de Panamá 1501-2012 en un esfuerzo por llenar ese vacío. Lo que me motivó fue ofrecer a la comunidad nacional e internacional la información que documentaba la presencia de negros en el istmo de Panamá desde los tiempos de los primeros colonizadores españoles. Había la percepción errónea de que los primeros negros llegaron al istmo a partir de la construcción del ferrocarril transístmico y el Canal de Panamá, es decir, entre 1850 y 1914. Los historiadores panameños prefieren hacer caso omiso a la participación del istmo de Panamá en el negocio de la trata esclavista que duró más de 300 años, entre los siglos XVI y XVIII.

¿Aún hay heridas en la población afro causadas por el racismo?

Sí. Todavía hay heridas causadas por el racismo. Conozco a un talentoso joven afropanameño que ha vivido muchos rechazos en sus solicitudes de empleo, y ha observado cómo sus compañeros con menos talento logran tener éxito al obtener los empleos que él soñaba. Tenemos a la joven de piel oscura, destacada estudiante en sus clases, pero que sufre rechazos al no ser invitada a las fiestas de quinceañeras de sus compañeras blanquitas.

¿Cómo pueden curarse?

La cura depende de los esfuerzos en conjunto que hacemos para crear sociedades más justas y equitativas. Mi amiga Miroslava Herrera lo expresó muy bien en un artículo que publicó recientemente en La Prensa: “Tenemos cuentas pendientes con la desigualdad que proviene de la discriminación racial y económica en Panamá. No es casualidad que los barrios más pobres y marginados sean de poblaciones afropanameñas, originarias y migrantes”. Mi sueño es que estas experiencias que estamos teniendo por Covid-19, motiven a la masa de panameños a exigir igualdad de derechos, no tolerar la corrupción, y valorar los aportes de cada ser humano panameño, no importa el color de su piel. La nueva normalidad del presente y el futuro debe reflejar ese cambio.

¿Qué representa el reconocerse como negro en Panamá?

En Panamá, algunos prefieren identificarse como moreno en vez de negro, debido a los estereotipos negativos asociados con esta última palabra. Sin embargo, muchas de las luchas reivindicativas están buscando cambiar la percepción negativa e impulsar una impresión positiva cuando se usa la palabra negro para identificarse. En los últimos años ha surgido el uso de la palabra afrodescendiente, que evita los conflictos creados por estereotipos negativos.

¿Qué le aporta a Melva defender el legado y presente de un grupo de la sociedad?

Creo que cada uno de nosotros podemos hacer algo importante para beneficio de la sociedad. A mí me satisface mucho participar en las actividades de Samaap y observar el nivel de desarrollo que ofrecen a las comunidades panameñas en general. Como parte de mi activismo en Samaap, he logrado integrar nuestra organización a la junta directiva de la Asociación de Museos del Caribe y así promover nuestro museo a nivel internacional. También me siento afortunada de haber podido hacer una presentación sobre el museo y la sociedad en la primera conferencia Afrolatina de la Universidad de Harvard en diciembre del año 2019.

Corrupción, racismo y pobreza. Si pudiera erradicar una del mundo, ¿cuál sería y por qué?

La pobreza, porque a la vez estaría combatiendo la corrupción que la causa y el racismo que la sostiene.

¿Por qué decide radicarse en Panamá?

Nací en Panamá y aquí pasé mi infancia y adolescencia. Como adulta, viví por un tiempo en Estados Unidos y África, pero nunca me desconecté de los vínculos familiares y emocionales que me unen a este istmo. Cuando regresé a Panamá, en 1974, lo hice con la determinación de contribuir con mis talentos y experiencias adquiridas al desarrollo de esta nación.

¿Qué representa África en la vida de Melva?

Más que un continente de diversas culturas, África para mí representa un reto para ir descubriendo las distintas formas en que las costumbres de la cultura africana que heredamos pueden sobrevivir entre los seres humanos, aun cuando no tenemos idea de las conexiones. Cuando crecía en las comunidades de la antigua Zona del Canal, los adultos hacían lo que llamaban “su-su”, una forma de ahorro colectivo en que cada persona contribuía con una cantidad periódicamente y cada miembro tenía su turno para llevarse el grueso de la recaudación. Cuando viajaba en Ghana en África occidental, descubrí que esa costumbre formaba parte de la cultura africana en esa región. También me fui dando cuenta de que entre los caribeños en Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos, todavía forman el su-su como un sistema colectivo de ahorro. Para mí, África es una fuente incalculable de historias y tradiciones que todavía no hemos podido apreciar en su justa dimensión.

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