Baby Torrijos: 'Nuestra situación cultural es triste, pues solo el sector privado impulsa las artes'

  • 23/06/2020 00:00
El maestro del arte contemporáneo Aristides Ureña Ramos conversa con Baby Torrijos, firme defensora de la cultura patria. Además, ensalza la labor de Berta, su hermana. Las Torrijos han construido parte del soporte artístico y educativo de nuestro país
Baby Torrijos, en México
Caserío de La Soledad

“Cocuyito, cocuyito, manto de las estrellas...”, era el canto que interrumpía el silencioso caminar. “¡Qué cocuyito del mismo diablo!... ¿no ves que estamos jodidas?”, respondía la hermana menor; esa era la jubilosa manera para distraer las fatigosas caminatas entre los fangosos senderos que llevaban hasta el caserío de La Soledad de Santiago de Veraguas.

Las dos hermanas eran las maestras en ese lejano caserío que, junto a Lilia Isolda Valdés de Ramos, caminaban todos los días de la semana (ida y vuelta) por esos inhóspitos senderos.

Eran esas épocas en que la educación nacional contaba con un ejército de concienzudas maestras que con muchos sacrificios cumplían la tarea de educar en las escuelas de los caseríos del interior de la República.

Mi hermana es más inteligente que yo

El afán por florecer se lleva cosido por dentro, nunca nos cofunde... y Baby (la cantante de las tonadas del cocuyito) hermana mayor de Berta, poseía un ímpetu artístico, que no escapaba a entendedor alguno. Y fue Monchi, el respetado hermano periodista, que cumpliendo con el dictamen ineludible para cada interiorano de ayudar a la familia, quien consiguió una beca para que Baby estudiara en México.

Tumbar dos mangos maduros de un solo garrotazo es cosa difícil y eso fue lo que sucedió en esta historia; pues fueron dos las becas que se les ofrecen a “la cantante de cocuyito”. Una para estudiar artes escénicas y la otra para estudiar educación para niños con condiciones especiales.

Hay una presencia divina, en la profundidad de todas las cosas, pues Baby toma la palabra frente a una comisión de becas del Ministerio de Educación, y dice: “Yo no soy muy inteligente, mi hermana menor sí lo es, ella sí va a aprovechar estudiar y servir a los niños con capacidades especiales, es lo que siempre ha deseado”; y la comisión quedó tan sorprendida delante de tan inusual respuesta, que otorgó a Berta la beca para que fuera a estudiar a México junto a su inseparable hermana. Y Baby obtuvo su merecida beca para estudiar artes escénicas.

Nuestra especial invitada

De estas dos personalidades de nuestra historia reciente, se necesitaría toda la edición de Café Estrella para rememorar los aportes que han dejado a la educación especial, las artes, al empeño político de la mujer panameña.

Berta Torrijos de Arosemena y Aurea (Baby) Torrijos nos permiten descubrir, en sus intimidades, aquellas desconocidas anécdotas que compartimos.

Me acerqué a Baby y a toda esa gran fuerza encerrada en ella, por ser una de las pioneras de la cinematografía en Panamá, de las artes escénicas y promotora de las bellas artes en nuestro país. Fue así que nos dirigimos a ella con estas simples preguntas, para el deleite de nuestros lectores, y empaparnos de su historia desde la propia memoria.

Baby Torrijos
¿Qué recuerdos tiene sobre 'Al calor de mi bohío' (1946)? Primera obra de cine ficción de Panamá.

Yo tendría 16 años. La filmación la hacían los sábados y domingos. Algunas filmaciones fueron en un campo de Santiago. Mi papá, José María Torrijos, me acompañaba siempre. Mi personaje era el de una muchacha campesina que no quería vivir en el campo, quería vivir en la capital. Conmigo trabajaron Uriel Santacoloma, el poeta Chico Changmarín, América Hill, Santander Tristán, entre otros.

¿Cómo fue ese salto desde Santiago hasta México para estudiar artes escénicas?

Yo era estudiante normalista y allí me gradué de maestra. Desde niña me gustaba recitar o declamar poesías a la gente que me escuchaba, y me daba bastante platita; mis hermanos Monchi y Ligia me enseñaron a declamar. El cuarto año de secundaria lo hice en Panamá, porque mi sueño era ser actriz. Tomé clases de actuación con Anita Villalaz en el Conservatorio Nacional. Participé con el personaje principal en “Nuestra Natasha” de Alejandro Casona. Una de las funciones fue dedicada a los maestros. A esa función asistió el ministro de Educación, el cual me ofreció una beca para que estudiara teatro y otra para estudiar educación especial, en Méjico. Como los estudios de ambas carreras eran a las mismas horas, solicité que la beca de educación especial la pudiera aprovechar mi hermana Berta.

De Mario Riera Pinilla, usted montó la obra de teatro 'La muerte va por dentro', ¿quiénes la apoyaron en ese intento y qué nos puede recordar de esa etapa de su vida?

Durante el tiempo que estudiaba magisterio en la Normal de Veraguas, con un grupo de santiagueños, incluido el pintor Adriano Herrerabarría, montamos la obra “La muerte va por dentro” de Mario Riera Pinilla. Se presentó en el Teatro Nacional con apoyo del Ministerio de Educación, y fue dedicada a los maestros.

¿Cuál es la obra de teatro –dentro de sus producciones– que le ha dado más satisfacción?

La obra “Nuestra Natasha” fue la pieza en la que participé que me cambió la vida. En 1990, cuando mis hijas armaron la compañía de teatro ABA Producciones Artísticas, tuve la oportunidad de dirigirles muchas obras. Y en el año 2000, ellas montaron su propia sala de teatro. Ver a mis hijas vivir del teatro es una de las satisfacciones más grandes que el teatro me ha dado.

¿Cómo nació la idea de crear el Departamento de Expresiones Artística (Dexa) de la Universidad de Panamá en 1972?

En la Universidad de Panamá no había un departamento que se ocupara de las artes dentro de ella. En el año 1970 me nombran para crear el Dexa de la Universidad de Panamá (Departamento de expresiones artísticas). Tuvimos que crear todo desde cero.

¿Cuáles disciplinas abarcó el Dexa y por qué?

En el Dexa logramos formar la estudiantina universitaria, grupos de teatro, la galería de pintura de la universidad, grupos de danza, también dábamos clases de danza y pintura para todas las edades. Desde el Dexa conseguí becas para que panameños con determinadas capacidades pudieran estudiar en el extranjero danza y teatro.

¿Qué piensa de nuestra actual situación cultural?

Nuestra situación cultural actual es triste, pues solo personas a nivel privado son las que están impulsando las artes desde sus academias de danza privadas, teatros privados, academias de folclore privadas, entre otras. Existe muy poco interés por parte de los gobiernos por impulsar las artes.

A estas alturas de su edad, ¿qué mensaje quisiera dejar?

Quisiera pedir a las personas naturales, empresas y al Ministerio de Cultura que traten de apoyar todas las iniciativas privadas que existan, pues son los particulares los que están haciendo la mayor parte de las actividades culturales del país en estos momentos.

El pan de la niña Bertína Guevara

“El secreto consiste en la materia prima, si es de primera calidad viene sabroso y bien trabajado” así proclamaba la niña Bertína (señorita ad eternum vita), en su panadería santiagueña por la bajada de los Guevara rumbo al mercado central.

Esa ha sido siempre una gran enseñanza para cada veragüense, pues tener como hermano a un ilustre personaje, como fue Omar, no quita el aporte decisivo que ambas hermanas han sabido dar.

Grandes valores han acompañado a Berta y a Baby, conduciéndolas a construir parte del soporte artístico y educativo de nuestro país. El interés hacia el prójimo y esa calidad humana, que procede de una buena educación familiar, las ha hecho destacar en nuestra tierra.

Aquellas dos maestras adolescentes, que con sus regaños y tonadas caminaban por enlodados caminos hacia el caserío de La Soledad, la luz de los “cocuyitos, cocuyitos” nunca las ha abandonado, porque el ingenuo mecer que murmuran en los corazones de personas de buena estirpe, nunca las ha tenido en la oscuridad... trabajar para la solidaridad de los más necesitados y enriquecer con la belleza de las artes a los demás, son pernios que, cerrando los ojos, nos permiten escuchar hoy día un enriquecedor: “Cocuyito, cocuyito, manto de las estrellas...” junto a Berta y Baby y toda la fatigosa labor de las maestras panameñas...dignas de remembrar.

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