Un país acogedor para aves

Actualizado
  • 01/08/2011 02:00
Creado
  • 01/08/2011 02:00
PANAMÁ. Si has escuchado hablar de Panamá debes saber que este nombre significa abundancia de peces y mariposas.

PANAMÁ. Si has escuchado hablar de Panamá debes saber que este nombre significa abundancia de peces y mariposas.

Sin embargo, hay algunos historiadores que atribuyen al majestuoso árbol panamá, que tiene una frondosa sombra y es muy común en este país, el nombre del pequeño istmo. Pero esta no es la única tesis que se teje: se dice que cerca de la ciudad fundada por Pedrarias habían pequeños asentamientos de pescadores llamados panamá. Así lo escribió en una carta Fernando el Católico. Para muchos esta es la verdadera razón por la que se bautizó a la ciudad con el nombre de Panamá.

No obstante, desde su conformación el istmo se ha caracterizado por sus riquezas naturales, sus dos océanos, ríos, fauna y minerales, etc. Sin embargo, hay algo más que distingue a Panamá, y es su especial privilegio de ser una de las regiones con mayor abundancia y variedad de aves en el mundo.

Esta riqueza cada año que pasa se incrementa y no precisamente por la reproducción de las especies locales. Melissa Hinds, bióloga de Control de Avifauna del aeropuerto de Tocumen, dijo que cerca de la mitad de las aves que migran no vuelven a sus sitios originarios de anidación en el norte. Muchas son las que deciden quedarse en Panamá. Los gallinazos cabecirrojos, arcones peregrinos, gavilanes aludos, águilas pescadoras, golondrinas, los chorlitos, playero aliblanco y playeros occidentales son algunas de las especies que adoptan el istmo como su nuevo hogar.

Según Hinds, las actividades agrícolas y ganaderas, la tala indiscriminada, la segmentación de los bosques, la producción de biocombustibles, la extinción de las fuentes naturales de alimentos, la minería, los insecticidas residuales, la contaminación del aire, suelo y agua; la expansión de las ciudades han sido factores que han transformado sus hábitats reproductivos y de subsistencia, lo que las ha obligado a que se adapten a nuestro clima y decidan quedarse en Panamá.

LA MIGRACIÓN ANUAL

Por su parte, Yenny Liz Gómez, también bióloga de la unidad de Control de Avifauna del Aeropuerto de Tocumen, explicó que cada año entre septiembre y noviembre pasan cerca de 978 especies de aves por Panamá. Según Gómez, los bosques tropicales, los manglares, las extensas costas y los humedales (ciénagas, pantanos o esteros) son atractivos para la sobrevivencia de las aves migratorias.

Gómez argumentó que nuestros bosques y playas proporcionan suficientes alimentos a las aves y abundantes insectos, lo que por otra parte ayuda a reducir las moscas y los fastidiosos mosquitos. Aquellas que comen frutas contribuyen en la dispersión de semillas, por ende, favorecen la reforestación de los bosques tropicales panameños, explicó la especialista de Avifauna.

EL TURISMO

Las dos especialistas de Avifauna del Aeropuerto de Tocumen coincidieron en que la abundancia y gran variedad de especies que existen en el istmo centroamericano atrae cada vez a más turistas observadores de aves y que estos son visitantes de alta rentabilidad, ya que registran una mayor permanencia y gasto, lo que va de acuerdo a la estrategia del turismo ecológico. Sin embargo, no todo es color de rosas. La estadía de las aves migratorias también podría tener consecuencias negativas. Algunas de ellas pueden transmitir virus a través de sus excretas o cuando se posan haciendo paradas en su ruta.

El contagio puede propagarse por el aire en distancias importantes. Lo peor es que los virus son muy resistentes. Logran sobrevivir durante días en el aire o en los excrementos antes de propagarse a otras aves locales.

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