Tras las huellas del coyote panameño

Actualizado
  • 26/08/2018 02:00
Creado
  • 26/08/2018 02:00
Un estudio de la Fundación Yaguará determina la ecología y evolución de los coyotes en Panamá. La deforestación y la ausencia de depredadores propicia la expansión de la especie en Centroamérica

El avance de la deforestación favoreció la rápida expansión de los coyotes en Centroamérica. Un estudio elaborado por la Fundación Yaguará sobre el estado de la población de la especie en Panamá determinó que la hibridación o entrecruzamiento con perros domésticos ha cambiado el aspecto original de la especie que llegó desde Norteamérica.

‘Este rápido y acelerado desarrollo fue perjudicial para muchas especies como jaguares, pumas y lobos, depredadores naturales del coyote.

JOSUÉ ORTEGA,

BIÓLOGO DE LA FUNDACIÓN YAGUARÁ PANAMÁ

Del estudio se destaca que morfológicamente los coyotes en Panamá son muy diferentes a los que habitan en Norteamérica. Los de aquí son más pequeños, con un peso máximo de 50 libras, esbeltos y de pelaje más corto.

El coyote (Canis latrans), es un carnívoro de talla media perteneciente a la familia de los cánidos. Los lobos y perros domésticos son sus parientes más cercanos. Es un animal caracterizado por su inteligencia, astucia y adaptabilidad, cualidades que le han permitido ampliar drásticamente su rango de distribución, llevándolo a convertirse en una de las especies más exitosas del continente americano.

Existen muchos mitos sobre el coyote en Panamá. Algunos establecen que llegó al país como una especie invasora. Otros incluso aseguran que fue introducida. Para aclarar este panorama, hay que conocer un poco sobre la historia de la distribución de la especie y su llegada al Istmo.

El coyote es una especie de origen norteamericano, que vivía principalmente en las grandes llanuras, pero al igual que muchas otras especies, tiene el instinto natural de adaptarse y expandir sus rangos de distribución.

Con la llegada de los europeos al continente americano aumenta la demanda de los recursos naturales, y esto genera una alta deforestación que abrió paso a grandes extensiones agrícolas, ganaderas, y posteriormente a las urbanizaciones.

PUENTE BIOLÓGICO

Este rápido y acelerado desarrollo, fue perjudicial para muchas especies como los jaguares, pumas y lobos, depredadores naturales del coyote. Esta mezcla de pérdida de hábitat y ausencia de depredadores permitió que una especie altamente adaptable como el coyote expandiera su rango de distribución con gran rapidez a través de toda Centroamérica hasta Panamá, y se piensa que seguirá avanzando hasta Sur América.

Pero este movimiento de especies de un hemisferio a otro no es nuevo, ni raro, de hecho, ha ocurrido durante millones de años. Panamá es uno de los puentes biológicos más importantes del mundo, que a lo largo de la historia ha permitido el tránsito de muchas especies de Norte y Centroamérica a Sudamérica y viceversa, y este gran intercambio biológico aún sigue ocurriendo.

El primer reporte científico de coyotes para Panamá se realizó en 1981, en la provincia de Chiriquí. En el 2014 los científicos panameños, Ricardo Moreno y Pedro Méndez Carvajal, publican la distribución del coyote en el país, en la cual se reporta que ya había cruzado el Canal de Panamá y seguía avanzando hasta el Darién.

Existen fotografías recientes de cámaras trampas de coyote en Darién e incluso en áreas boscosas donde sus depredadores naturales, los jaguares y pumas, han diezmado su población. Tal es el caso de la cuenca del Canal y el Parque Nacional Cerro Hoyas.

La Fundación Yaguará Panamá, con financiamiento de la Secretaria Nacional de Ciencias, Tecnología e Innovación (SENACYT), lleva a cabo el primer estudio sobre la ecología y estado de la población del coyote en Panamá, específicamente en el corregimiento de La Colorada de Santiago, provincia de Veraguas.

Esto permite generar información científica sobre la especie que incluye el monitoreo del patrón de actividad y de movimiento de 5 individuos a los que se les ha colocado collares satelitales. Hasta el momento se han obtenido más de 80 mil puntos GPS, permitiendo calcular el ámbito de hogar que varía de 80 a 1,200 km2, revelando que los coyotes pueden recorrer grandes distancias y tener áreas de acción gigantes en comparación a cualquier otro mamífero terrestre de nuestro país.

COYOTE PANAMEÑO

Al seguir a los grupos y estudiar su comportamiento, los resultados indican que esta especie puede ser solitaria cuando la disponibilidad de alimento es escasa y cuando los individuos jóvenes quieren explorar nuevos territorios, pero por lo general en Panamá se mueven en pequeños grupos que pueden variar de 4 a 7 individuos.

Además, con las cámaras trampas colocadas en el área se evalúa la relación de las poblaciones de coyote con otros mamíferos. Los resultados indican que los cánidos aumentaban durante la época lluviosa y disminuían durante la época seca, mientras que las poblaciones de los otros mamíferos se mantenían más estables, compartiendo el hábitat y patrones de actividad con los coyotes.

Otro de los aspectos del estudio fue el análisis de la dieta de los coyotes, que sorprendentemente está conformada en un 70 % de frutas o material vegetal y solo el 30 % por pequeños mamíferos, insectos, aves de corral y en muy pocas ocasiones, terneros.

Los mitos en torno a los coyotes hacen que la población panameña experimente cierta apatía, rechazo y miedo, probablemente infundido por documentales, películas y caricaturas. Pero en las cuatro décadas de la presencia de coyotes en nuestro país no se ha reportado ningún ataque a seres humanos, de hecho, nuestro coyote panameño es muy tímido y por lo general trata de evadir a las personas, por esta razón ha pasado desapercibido por tanto tiempo.

En la medida que se siga modificando el entorno natural, principalmente con actividades que aceleren la deforestación y la pérdida de los grandes felinos, aumentará la interacción entre los coyotes y los seres humanos.

Y no es cuestión de abordar la problemática de esta u otras especies, con disparos o veneno. Para revertir esta situación, se requiere de un cambio de percepción de los lugareños y derribar mitos para que pierdan el temor hacia la especie, además de mejorar el manejo de los animales domésticos para reducir la depredacción. En definitiva, la clave es aprender a convivir con las especies de vida silvestre en armonía con el medio ambiente que nos rodea.

Este estudio realizado por la Fundación Yaguará Panamá ha sido posible gracias al apoyo de SENACYT, el Dr. Roland Kays, el Dr. Eric Flores, el MSc. Sergio Bermúdez, los asistentes de campo Jesús Melitón, Brandol Ortega, Alejandra Flores y a la junta comunal de La Colorada.

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