La vida secreta de los hongos: ¿aliados o enemigos?

Actualizado
  • 13/05/2020 09:19
Creado
  • 13/05/2020 09:19
Este dualismo de peligros y beneficios que podemos encontrar en nuestra relación con muchos organismos vivos en nuestro ambiente, no solo es atractivo desde el punto de vista científico, sino también debe ser de importancia social por su relación con la salud

En el caminar científico y profesional como bióloga he sido cautivada por el esplendor y las bondades que existen en la naturaleza, como los microorganismos y su importancia para la estabilidad de los ecosistemas de esta gran biosfera, llamada Tierra.

Por ello, hoy quiero dar a conocer una parte poco conocida del mundo prácticamente invisible, poderoso y fantástico de estos pequeños seres con poderes gigantes, casi mágicos, que llamo “la vida secreta de los hongos”.

Según descubrimientos científicos, las primeras células (bacterias y arqueobacterias) que aparecieron en la Tierra fueron las células procariotas (sin núcleo celular definido) hace unos 3.5 millones de años. Sin embargo, la aparición de las células eucariotas (presentan núcleo definido por una membrana), aproximadamente 1.5 millones de años después de las procariotas, tuvo lugar luego de una cadena de eventos evolutivos. De acuerdo con el libro Biología de los hongos de Cepero (2012), los hongos han estado en la historia de la Tierra y sus habitantes, siendo protagonistas entre los primeros organismos eucarióticos desde la llegada de los seres vivos. Antiguamente los hongos fueron considerados plantas por su inmovilidad y por crecer de la tierra, pero, al no realizar fotosíntesis, característica esencial de las plantas, en 1969 se propuso incluirlos en su propio  reino, Fungi (del latín fungus que quiere decir hongo), que incluye levaduras, mohos y setas.

Los hongos son organismos complejos que presentan una variedad de estructuras, desde microscópicas hasta gigantescas aglomeraciones de hifas (estructuras cilíndricas filamentosas), llamadas “micelios”.

En 1992, la prestigiosa revista Nature dio a conocer al mayor ser vivo terrestre del mundo: el hongo Armillaria ostoyae, con una extensión de 965 hectáreas (datos actuales de National Geographic, 2019) y lleva más de 2,200 años perdurando en las Montañas Azules de Oregón (Estados Unidos).

La diversidad entre estos organismos pequeños es altamente incierta y controvertida debido a los cambios ambientales continuos, no obstante, estudios científicos han descrito algo más de 100,000 especies diferentes. Según el científico Taylor y sus colaboradores (2014) indican que la diversidad taxonómica global se conoce principalmente por los cuerpos fructíferos de las setas y análisis moleculares del ADN, y han sugerido una diversidad de 1.5 a 5 millones de especies de hongos. En Panamá, en el libro “Hongos de Panamá” de Piepenbring y Guzmán (2006), hasta el año 2013 se habían identificado unas 2 mil 400 especies de hongos, incluyendo algunas nuevas.

Pequeños seres como los hongos nos revelan innumerables secretos, desempeñando papeles esenciales tanto en nuestras vidas como en los ecosistemas. Diversas investigaciones explican que un 90% de estas especies son saprófitas (que se nutren de material orgánico muerto como la madera, la hojarasca o los cadáveres de animales), y es muy probable que sea desconocida la capacidad de los hongos como descomponedores, liberando muchos nutrientes al suelo, contribuyendo de esta forma al ciclo del carbono y de otros elementos como el nitrógeno. Ciertos hongos son, literalmente, como los curanderos subterráneos que transforman ambientes, alquimistas de la naturaleza que se extienden bajo el suelo transfiriendo señales químicas, a través de una red de interacciones simbióticas o positivas entre estos hongos del suelo y una red de micorrizas, aumentando la supervivencia de muchos seres vivos por la asociación e intercambio benéfico entre plantas y hongos.

Los hongos son organismos complejos que presentan una variedad de estructuras, desde microscópicas hasta gigantescas aglomeraciones de hifas.

Sin embargo, algunas personas han catalogado a los hongos como repugnantes, criaturas extrañas y misteriosas, pero en realidad no se dan cuenta de que pueden ser aliados, más que enemigos. Podrían, en mayor medida, ser nuestros aliados, porque nos pueden proporcionar momentos gratos, ayudarnos a recuperar de alguna enfermedad, producir metabolitos de interés en medicina y biotecnología y, además, ser responsables de la producción de alimentos fermentados. Contrariamente, ¿a quién no se le han dañado zapatos, carteras, maletas o ropa en un armario a causa de la humedad? También, en alguna salida al campo calzando botas de caucho durante varios días, al poco tiempo se empezarán a sentir hormigueos, picazón y descamación de la piel de los pies. En menor medida pueden ser nuestros enemigos, porque se les han atribuido males terribles por su gran capacidad de infección mediante el crecimiento invasivo, siendo responsables de infectar tanto a seres humanos, como a animales y plantas.

Unas 200 especies de hongos se han reportado como patógenos de mamíferos y otras 20,000 especies como patógenas de plantas, produciendo perturbaciones del equilibrio celular interno y causando enfermedades. Todo esto puede resultar por acción de los hongos, tanto por los mohos que crecen de forma filamentosa; como por las levaduras, que son unicelulares. Y, por otro lado, ¿quién no se ha deslumbrado cuando ve las diversas formas y colores de los llamados “paragüitas de sapo”, “orejas de palo” o “estrellas de mar”, entre otros? Pues ellos también son hongos.

Este dualismo de peligros y beneficios que podemos encontrar en nuestra relación con muchos organismos vivos en nuestro ambiente, no solo es atractivo desde el punto de vista científico, sino también debe ser de importancia social por su relación con la salud. Sin duda, los hongos y la diversidad de las funciones que pueden brindar son innumerables, ya que el reino Fungi es tan amplio que permite diferentes abordajes y aplicaciones.

Les dejo esta interrogante: si no fuera por la existencia de organismos como los hongos, ¿cómo se libraría el planeta de las miles de toneladas de desechos orgánicos que se producen diariamente en el mundo?

La autora es licenciada en biología y posee un doctorado en biociencias y ciencias agrolimentarias

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