No dejar a nadie atrás: un derecho humano y de acceso al agua

Actualizado
  • 22/10/2021 00:00
Creado
  • 22/10/2021 00:00
El desarrollo de un gobierno del agua, basado en una gobernanza adecuada, comprende medidas y mecanismos que fomentan la puesta en práctica de políticas efectivas, junto con sanciones contra la mala gestión, los actos ilegales y los abusos de poder
Al degradarse el ambiente, las consecuencias del cambio climático sumadas al crecimiento demográfico y la rápida urbanización, entre otros factores, aumentan los desafíos considerables para la seguridad hídrica.

En el informe mundial de Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos titulado 'No dejar a nadie atrás' y publicado en 2019 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), se indica que el acceso al agua es un derecho humano y que es vital para la dignidad de todas las personas.

Este derecho vital es la base para cumplir los derechos humanos de acceso al agua potable y al saneamiento, esperando que ambos contribuyan significativamente al logro conjunto de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, siempre desde la seguridad alimentaria y energética hasta el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental.

Este informe revela que casi un tercio de la población mundial no tiene acceso a servicios de agua potable administrados de manera segura, por lo que solamente dos tercios de la población mundial tienen acceso a estos servicios.

Al degradarse el ambiente, las consecuencias del cambio climático sumadas al crecimiento demográfico y la rápida urbanización, entre otros factores, aumentan los desafíos considerables para la seguridad hídrica, y, por ende, el impacto que las decisiones relacionadas con el agua causan entre fronteras administrativas y geográficas.

La sequía y el cambio climático amenazan el acceso al vital líquido.

La frase: “No dejar a nadie atrás” contiene para la ONU el compromiso de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, porque el objetivo de esta agenda es permitir que todas las personas, en todos los países, se beneficien del desarrollo socioeconómico y logren la plena realización de los derechos humanos.

Más aún, este informe indica que al mejorar la gestión de los recursos hídricos y el acceso al agua potable y el saneamiento seguro y asequible se contribuye a erradicar la pobreza, construir sociedades pacíficas y prósperas, y reducir las desigualdades.

El agua en el mundo es un recurso cada vez más escaso

Para entender la necesidad de no dejar a nadie atrás es importante enfatizar que el uso del agua ha aumentado en un 1% anual en todo el mundo desde la década de 1980; aumento que se ha visto impulsado por la combinación del crecimiento de la población, el desarrollo socioeconómico y el cambio en los modelos de consumo de las poblaciones.

Según el análisis de la ONU, la demanda mundial de agua aumentará a un ritmo parecido hasta 2050, lo que representa un incremento del 20% al 30% por encima del nivel actual de uso del agua.

Esta demanda ocurrirá, según las proyecciones, principalmente por el aumento de la demanda en los sectores industrial y doméstico.

Este escenario prevé que la cifra mundial de entre 2,000 millones y 4,000 millones de personas que viven en países con escasez de agua y/o escasez grave de agua, durante al menos un mes al año, se incremente a medida que crezca la demanda de agua y se intensifiquen los efectos del cambio climático.

Estas cifras vistas desde perspectivas locales se traducen en que tres de cada diez personas no tienen acceso a agua potable segura y casi la mitad de las personas que beben agua de fuentes no protegidas viven en países como el África Subsahariana.

Además, revelan que seis de cada diez personas no tienen acceso a servicios de saneamiento seguro, y una de cada nueve practica la defecación al aire libre.

El análisis global de estas cifras impide entender cuán significativa es la desigualdad entre y dentro de las regiones, países, comunidades e incluso barrios en cada país.

¿Quiénes se están quedando atrás?

La ONU ha realizado análisis sobre las poblaciones que sufren las desigualdades. Dentro están aquellas en situación de pobreza, las mujeres y las niñas, quienes sufren discriminación y desigualdades con regularidad a la hora de disfrutar de sus derechos humanos al agua potable y al saneamiento en muchas partes del mundo.

Además se hallan dentro de estas poblaciones limitadas en su acceso a los derechos del agua las minorías étnicas, incluidos los pueblos indígenas, los migrantes y los refugiados, las minorías religiosas y lingüísticas. La discapacidad, la edad y el estado de salud también pueden ser factores determinantes entre quienes carecen de acceso al agua potable y al saneamiento.

Algunos de estos grupos poblacionales pueden sufrir una combinación de formas de discriminación, lo que exacerba la limitación a su derecho al agua.

¿Cuáles son las dimensiones sociales que dejan a las poblaciones atrás?

Los factores sociales y culturales que impulsan la exclusión y la discriminación pueden producirse de varias maneras y por distintos motivos.

Un ejemplo de ello es cuando ocurre la discriminación directa, que es cuando se discrimina a los individuos en las leyes, las políticas y las prácticas, limitando intencionadamente a las personas de la prestación de un servicio o de la igualdad de tratamiento.

En cambio, la discriminación indirecta ocurre cuando las leyes, los reglamentos, las políticas o las prácticas parecen neutrales a simple vista, pero en la práctica tienen un efecto de exclusión del suministro de servicios básicos.

Cuando ocurre la discriminación, el suministro básico de agua potable segura e instalaciones de saneamiento en el hogar y el lugar de trabajo se ven afectados y se desmejora la salud y la productividad de la mano de obra; por el contario cuando no ocurre, por ejemplo, al tener escuelas con instalaciones con acceso básico a agua potable e instalaciones de saneamiento, se da el mejoramiento en los resultados de la educación, dado que se reduce el absentismo, en particular de las adolescentes.

De igual manera cuando las minorías étnicas y los pueblos indígenas cuentan con acceso al agua y a los servicios de saneamiento, se fortalecen sus valores de pertenencia, se respetan sus tradiciones de conexión al agua y a la tierra, lo que impacta directamente en el cumplimiento de los derechos humanos y, por ende, en su productividad, educación y vivienda.

Una buena gobernanza para no dejar a nadie atrás

La ONU aboga porque los gobiernos cuenten con estructuras institucionales inclusivas para el diálogo y la cooperación, donde las múltiples partes interesadas puedan garantizar su acceso equitativo a los servicios sostenibles de abastecimiento de agua y saneamiento.

Adicionalmente, la ONU apuesta por el enfoque basado en los derechos humanos porque a través de ellos se alcanzan principios y criterios fundamentales de los marcos de los derechos humanos, incluyendo en ellos mismos, la no discriminación y la participación libre y significativa, así como la representación de y para las personas en situaciones de desventaja o vulnerabilidad.

“La gobernanza está relacionada con sistemas que poseen cualidades de responsabilidad, transparencia, legitimidad, participación pública, justicia y eficiencia, y por lo tanto se superpone con los principios del enfoque basado en los derechos humanos”, expresa el organismo.

El desarrollo de un gobierno del agua, basado en una gobernanza adecuada, comprende medidas y mecanismos que fomentan la puesta en práctica de políticas efectivas, junto con sanciones contra la mala gestión, los actos ilegales y los abusos de poder; al lograrse esto, los gobiernos pueden tomar decisiones basadas en la transparencia, la integridad y el acceso a la información.

La autora es investigadora científica en recursos hídricos e ingeniera civil. También es doctora en ingeniería agrícola con mención en recursos hídricos en la agricultura (Chile).

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