Residuos de aparatos eléctricos y electrónicos: un desafío para Panamá

Actualizado
  • 05/08/2022 00:00
Creado
  • 05/08/2022 00:00
Este tipo de residuos en América Latina requiere la evolución de las legislaciones de desechos sólidos y líquidos, para pasar de la visión del Estado de solamente recolectar los residuos domésticos, a establecer centros de acopio para la gestión adecuada de estos
Los desechos electrónicos o eléctricos pueden contener sustancias peligrosas, como el cadmio, mercurio, plomo, arsénico, fósforo, aceites peligrosos y gases que agotan la capa de ozono.

La Agencia Europea Ambiental considera los residuos de equipos eléctricos y electrónicos (RAEE) uno de los flujos de residuos de más rápido crecimiento a nivel global. Los RAEE contienen una serie de sustancias peligrosas, perjudiciales para la salud, y a la vez contienen materiales valiosos para la economía circular.

¿Exactamente qué son los RAEE?

En la plataforma digital raeeandalucia.es los RAEE están definidos como los desechos o residuos que se generan a partir de los aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) procedentes de hogares, empresas o industrias, que los adquieren como una herramienta tecnológica para alcanzar sus metas, ya sean profesionales o personales.

Según esta plataforma, los RAEE aumentan cada año y ponen de ejemplo que en el año 2016 se pusieron en el mercado de Andalucía a nivel estatal más de 620.000 toneladas de aparatos eléctricos y electrónicos (AEE), que al compararla con las estadísticas de recolección de RAEE por parte del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, señalan que durante el año 2018 se recolectaron 42 millones de toneladas, lo que supone que se recolectan 5,11 kilos de RAEE por habitante al año.

¿Cómo se identifican los RAEE?

La Junta de Andalucía indica que para identificar si se trata de un residuo de aparato eléctrico y electrónico, el usuario debe preguntarse si para que el AEE funcione requiere de pilas, baterías o estar conectado a la corriente eléctrica, o en caso de las etiquetas verificar que tiene el símbolo de una equis marcada sobre un contenedor de basura, es decir, que la imagen indica que al descartarse, no debe ser desechado en un contenedor de basura; este símbolo aparece en el manual de instrucciones, la caja donde viene el aparato o el etiquetado.

En el caso de España, los RAEE han sido clasificados en siete categorías, indicándolas como 1) aparatos de intercambio de temperatura, como son las refrigeradoras y los acondicionadores de aire; 2) los monitores, pantallas y aparatos con pantallas de superficie superior a 15,50 pulgadas cuadradas; 3) lámparas; 4) grandes aparatos cuya dimensión sea superior a 20 pulgadas, como las lavadoras de ropa y hornos eléctricos; 5) pequeños aparatos sin ninguna dimensión exterior superior a 20 pulgadas, como las planchas o aspiradoras; 6) aparatos pequeños de informática y de telecomunicaciones sin ninguna dimensión exterior superior a 20 pulgadas, como los celulares o impresoras; 7) los paneles fotovoltaicos grandes con una dimensión exterior superior a 20 pulgadas o 0,5 de metro.

En cuanto a las lámparas, está indicado en la plataforma digital que, aunque se identifiquen las lámparas como AEE, no siempre son reciclables.

Señalan que las lámparas fluorescentes, ahorradoras compactas integradas y no integradas, luminarias, lámparas de descarga y LED retrofit (renovación de sus antiguos accesorios de iluminación y/o bombillas que mejoran la salida de iluminación y la temperatura de la luz, al mismo tiempo que emiten menos calor y ahorran energía), rótulos luminosos y luminarias de emergencia son consideradas RAEE, sin embargo, las halógenas y las de filamentos no son consideradas RAEE.

RAEE y contaminación

Según la plataforma digital, colec.es, los desechos electrónicos o eléctricos “pueden contener sustancias peligrosas, como el cadmio, mercurio, plomo, arsénico, fósforo, aceites peligrosos y gases que agotan la capa de ozono o que afectan al calentamiento global como los clorofluorocarbonos (CFC), hidroclorofluorocarbonos (HCFC), hidrofluorocarbonos (HFC), hidrocarburos (HC) o amoniaco (NH3), que si bien son necesarias para garantizar su funcionalidad, pueden emitirse al medio ambiente o ser perjudiciales para la salud humana si, una vez que se convierten en residuos, los aparatos no se gestionen y se tratan adecuadamente”.

Al tener este tipo de materiales, los RAEE son materias primas para la economía circular, por lo que su recolección y reciclaje depende del modelo de las cuatro “R”: reducir, reutilizar, reparar y reciclar; este modelo permite trabajar para lograr el beneficio social y medioambiental en colaboración con la sostenibilidad.

Para consolidar la sostenibilidad se requiere de la economía circular, porque esta “potencia las debilidades del modelo actual de gestión, en oportunidades, al considerar la integración de los diferentes actores, así como un esfuerzo educacional y comunicacional para promover cambios de conducta”, en este caso potenciará el aprendizaje en el comprador, que al aprender qué rol juega en la contaminación ambiental del ciclo de los RAEE, menor será el número de RAEE que adquiera o descarte.

¿Y si tuviéramos una economía circular?

La directiva europea de los RAEE establece medidas para reducir su generación, mejorar su recolección, reutilización, reciclaje y recuperación, aplicando la responsabilidad al que produce aparatos eléctricos y electrónicos; esto lo hace como mecanismo clave de implementación del modelo gestión de la economía circular.

De allí, que la directiva europea de los RAEE ha creado un indicador para monitorear la cantidad de RAEE que se recoge en comparación con los equipos eléctricos y electrónicos comercializados, lo que genera una línea base como hallazgo de la eficacia de la recolección de los RAEE. Mediante este indicador se comparan las cantidades recolectadas de residuos de AEE, con la cantidad definida como meta de recolección de la directiva RAEE, y el valor de esta comparación arroja el progreso hacia la reutilización y reciclaje de estos residuos.

Centros de reciclaje: modelos globales

Reciclec es una empresa que se dedica a la gestión de los residuos de AEE para lograr disminuir el impacto ambiental que causa la compra de AEE; esta empresa española aplica la economía circular como modelo de negocio y ofrece campañas de concienciación para los distribuidores de aparatos eléctricos electrónicos, lo que apoya el cambio de paradigma en el proceso venta-compra de los AEE.

En el caso de América Latina, la plataforma digital futurenviro.es indica que “en Latinoamérica, el reciclaje formal de los RAEE, que, en su mayoría, se limita al desensamble, es una actividad relativamente nueva. En países como Chile, Argentina, Perú, Colombia y Brasil, empresas tradicionales de reciclaje de metales han descubierto el mercado de reciclaje de los RAEE”.

Es decir, los RAEE en América Latina requieren la evolución de las legislaciones de desechos sólidos y líquidos, para pasar de la visión del Estado de solamente recolectar los residuos domésticos, a establecer centros de acopio promovidos por el Estado para la gestión adecuada de los RAEE.

La posición geográfica de Panamá le da la ventaja de ampliar su red de empresas de manufactura, lo que le brinda una nueva oportunidad de estructurar el reciclaje de los RAEE y, con ello, sentar las bases para crear una cultura de reciclaje unida a la economía circular para gestionar de forma integral los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) del país.

Esto lograría que las leyes impulsaran la economía circular y promovería el manejo adecuado de los RAEE, logrando que quienes producen o reciclan no se enfermen de cáncer, dañen sus conexiones nerviosas, o tengan afectaciones en su sistema sanguíneo o cerebral.

La gestión adecuada de los RAEE es un desafío que Panamá debe resolver para contribuir a la consecución de logros de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como, por ejemplo, el ODS número 3, Salud y bienestar, el número 12, Producción y consumo responsable, y el número 8, Trabajo decente y crecimiento económico contenidos en la Agenda 2030.

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