Desde el corazón del Humedal Bahía de Panamá

Actualizado
  • 14/09/2022 00:00
Creado
  • 14/09/2022 00:00
En esta zona converge el 90% de las aves acuáticas que pasan el invierno en el país, así como el 20% de las aves playeras migratorias del mundo
Sobre un árbol reposa un ave migratoria de la especie chorlo collarejo (Charadrius collaris)

Desde el puerto Coquira, Chepo, zarpamos muy temprano, a eso de las 9:00 de la mañana, aprovechando que la marea está alta, ya que es la única forma de recorrer los esteros que se encuentran en el río Bayano o río Chepo, como le llaman.

Nos dirigimos al corazón del refugio de vida silvestre, el Humedal Bahía de Panamá, el área protegida más grande de la provincia de Panamá y que ocupa una gran parte de la costa: va desde el corregimiento de Juan Díaz, pasando por los corregimientos de Tocumen, Chepo, Santa Cruz de Chinina, Pásiga y Unión Santeña, hasta el corregimiento de Chimán.

Junto a un grupo de científicos, educadores y ambientalistas visitamos las lagunas, llanuras y bosques inundables, extensos fangales y manglares en la costa y riberas de los esteros, como parte de una gira que organizó el Centro de Incidencia Ambiental (Ciam). Con todos a bordo, la lancha comienza a recorrer las faldas del río Bayano, el más caudaloso del país y el que abastece de sus aguas al Humedal Bahía de Panamá, como también lo hacen el río Juan Díaz, Tocumen, Pacora, Cabra, Chico y Chimán.

En una primera parada, en el estero del río Viejo, la bióloga Karla Aparicio explicó que, por el momento, existe una gran cobertura de vegetación de manglares en “buen estado de conservación”.

La bióloga Karla Aparicio

Llevada por el sonido de las aves, la bióloga comentó que el Humedal de la Bahía de Panamá se convierte en una “parada obligada” para las aves migratorias de Estados Unidos y Canadá, que llegan en busca de comida tras realizar vuelos de más de 6 mil km, como es el caso del zarapito trinador y el playero coleador.

Se prevé que la presencia de las primeras aves migratorias playeras se dará en los próximos meses, principalmente en octubre o noviembre, adelantó Aparicio, quien interrumpe su exposición para mostrar la presencia de una garza azul chica adulta, una especie residente, que anida en Panamá.

A medida que avanzábamos, fuimos testigos de la presencia de aves acuáticas, como la garceta nívea, la garza cocoi, pato güichichis, ibis blanco y un juvenil de garza nocturna de cabeza amarilla. También observamos las especies marinas asociadas a ambientes de mar abierto, como el cormorán neotropical, el pelícano pardo y la fragata marina.

El hogar de decenas de especies
El mangle rojo forma parte de las siete especies de mangle que hay en la bahía de Panamá

El Humedal Bahía de Panamá está compuesto por 85.664 hectáreas, de las que 39.703 corresponden a la superficie terrestre y 45,960 a la marina.

Fue designada como un Refugio de Vida Silvestre y como un humedal de importancia internacional bajo la Convención Ramsar, ya que es una de las áreas más importantes para las aves acuáticas migratorias de América.

Casi el 90% de las aves acuáticas que pasan el invierno en Panamá, se quedan en las costa del humedal, y a su territorio llega el 20% de las aves playeras migratorias del mundo.

“La bahía de Panamá es un sitio Ramsar importante para las aves playeras migratorias, por el tema de los alimentos; también es el hogar de las aves residentes, como la garza azul chica adulta, el pelícano y la fragata marina, que vienen en busca de áreas de anidación”, destacó la bióloga.

Educadores y ambientalistas observan las aves migratorias.
El agua

Transitando por los ribereños notamos que los suelos de los humedales están saturados de agua o cubiertos de aguas poco profundas, generalmente con una profundidad de hasta seis metros en marea baja, de manera temporal o permanente, y por ello predominan las plantas hodrófitas que dependen del agua. Puede tratarse de agua dulce o salada.

Pero la mezcla entre agua dulce y salada es importante, porque si aumenta la dulce se dará mayor presencia de mangle rojo, de lo contrario habrá mangle negro y blanco, explicó el guía Ricardo Mazzoocchi, quien indicó que la principal condición para declarar un manglar es que contenga semillas con embriones, ya que, como los humanos, al estar junto a su mamá en el vientre, tienen vida.

Con la vista puesta en la belleza del mangle rojo, el guía explicó que esta especie cuenta con “raíces zancudas” que mantienen el soporte de la planta y no toma agua salada, debido a que en su raíz tiene un sistema especial para que entre el agua dulce. “Por eso las personas lo utilizan como indicador de buena calidad del agua”, informó.

Distintivos de Panamá

Los manglares son los humedales más representativos de Panamá y están a lo largo de sus costas. Datos del Ciam muestran que los manglares del país representan el 30% de los manglares que hay en América Central.

Panamá tiene 131.690 hectáreas de manglar en el Caribe y 169.124 hectáreas en el Pacífico.

Entre los tipos de manglares que existen en el territorio se encuentran el mangle salado, negro, botón, blanco, piñuelo y rojo.

Escondido en un árbol, un mapache hace acto de presencia de manera muy cautelosa. Este es uno de los tantos animales terrestres que usan los manglares como su hogar.

De regreso al puerto, María Gabriella, abogada del Ciam, enfatizó que en estos momentos están en la etapa de elaboración y recopilación de información del plan de manejo de conservación, que son “las reglas” que tendrá el área protegida; “cuando esté listo deberá pasar por un espacio de consulta pública y luego podrá aprobarse. La parte más importante vendrá al final: su aplicación y el cumplimiento de los programas que establezca para conservar, proteger y utilizar sostenible y racionalmente el humedal”, sostuvo.

Todos estos trabajos, advirtió la abogada, se realizan porque el humedal está principalmente amenazado por el cambio de uso de suelo: esto quiere decir que los suelos que actualmente tienen manglares, fangales, bosques y llanuras inundables, se han transformado ya sea para urbanizar y construir áreas residenciales o industriales (esto ocurre más en el área de Juan Díaz), o para fines agrícolas como hacer potreros y arrozales (en sus corregimientos más rurales). También amenaza la contaminación que proviene de tierra firme.

La gira del Ciam tenía como objetivo concienciar sobre las situaciones sociales y ambientales complejas, que inciden en este lugar.

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