Mujer manantial Ellas demuestran el placer

Actualizado
  • 30/10/2010 02:00
Creado
  • 30/10/2010 02:00
El diccionario define eyaculación como: ‘Emisión rápida y violenta de un líquido, especialmente de semen’, por lo cual, tradicionalmente...

El diccionario define eyaculación como: ‘Emisión rápida y violenta de un líquido, especialmente de semen’, por lo cual, tradicionalmente se ha visto como una función netamente masculina.

Así las cosas, suponer la posibilidad de una eyaculación femenina se consideró por años como una barbaridad o, al menos, una distorsión propia del cine porno. Ciertamente, es frecuente en esas películas la escena en que la protagonista expulsa por sus genitales una impresionante cantidad de fluido en pleno clímax, para deleite de los hombres que tienen en ello su mayor fantasía erótica.

ESTUDIOS PREVIOS

La verdad es que no se trata de un truco visual ni de una invención. Entre 6 y 36 por ciento de las mujeres experimentan estas emisiones, de las cuales se sabe desde antaño. En la Antigüedad, Aristóteles las estudió al igual que Hipócrates y Galeno, los padres de la medicina. También da cuenta de ello el milenario Kama Sutra, el libro de aprendizaje de amor y sexo de India. En el siglo XVII, cuando Gaspar Bartholin hizo importantes hallazgos sobre la anatomía de la mujer, el tema volvió a la palestra. En el siglo XIX, el asunto fue visto como señal de perversión, un estigma que Sigmund Freud reafirmó a su manera, al señalar, en su libro Dora, que los llamados ‘jugos del amor’ femenino eran otra manifestación de la histeria.

Desde los años 40 del siglo XX, los estudiosos del sexo hicieron nuevas aproximaciones, hasta que en 1981 la doctora Beverly Whipple y compañía publicaron sus estudios confirmatorios del Punto G, la proverbial fuente del ardor femenino. La revolución del Punto G, a cuyo estímulo se deberían las emisiones, llevó a retomar el tema, pero a la fecha prevalecen las lagunas y escasean las claridades que las rodean en pleno auge de los estudios sexuales. Su naturaleza permanece tan confusa, que ni siquiera existe un nombre generalmente aceptado para designarlas. Hay quienes admiten que se trata de una eyaculación femenina, mientras que otros se oponen a ello, bajo la razón de que el líquido que expele la mujer no tiene propiedades reproductivas como el semen.

MUJERES NORMALES

En Francia, uno de los países donde más han surgido estudios al respecto, mentes moderadas optaron por pasar de la discusión sobre si es eyaculación o no, para más bien atacar otros aspectos de la materia, como los psicológicos, que han permanecido descuidados por las investigaciones.

Su primera tarea fue, entonces, buscarle un nombre al objeto de su estudio y se decidieron por una alternativa que, además de poética, no se mete en los terrenos de los puristas. Así, resolvieron llamar ‘mujeres manantial’ a las integrantes de esta especial minoría que se debate entre las delicias de un placer que definen como indescriptible y la desazón de sentirse ‘bichos raros’.

Sobre esto último, de entrada, es clave clarificar que no se trata de seres anormales, superdotados o desviados. Una acotación que resulta propicia cuando se descubre que, a lo largo de la historia, como todo lo que se sale de la norma o escapa a la comprensión inmediata, las ‘mujeres manantial’ han sido vistas como diosas, pero también como brujas o demonios. ‘Anatómicamente, las ‘mujeres manantial’ no tienen nada que las diferencie de las otras’, recalca el ginecólogo francés Sylvain Mimoun, quien dilucida el tema en su reciente libro Ce que les Femmes Préférent (Lo que las mujeres prefieren).

En ese texto, él también explica que la condición de ‘mujer manantial’ no es definitiva ni se guía por características fijas. Así, mientras que unas descubren que lo son desde su primera relación sexual, otras lo hacen muy tarde. Hay quienes experimentan emisiones en todas sus relaciones, contra las que las tienen ocasionalmente o una sola vez en sus vidas. © Publicaciones Semana

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