Cuando la prevención puede prolongar una vida

  • 08/09/2020 00:00
Este 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Diferentes organizaciones se unen para crear conciencia sobre esta problemática que aún enfrenta la estigmatización y requiere de una mirada integral con acciones conjuntas del gobierno y la sociedad en general

Diversas investigaciones han demostrado que factores de riesgo, como tener enfermedades crónicas, ya sea físicas o emocionales, abuso de sustancias, experiencias traumáticas, pérdida de trabajo, amigos, relaciones, muerte de un familiar, estrés prolongado, bullying, dificultades familiares, acceso a medios letales, experimentar el suicidio de otra persona, aumentan la probabilidad de que una persona piense o desee suicidarse. Se trata de un problema de salud mental que afecta de manera global a las familias y a las comunidades.

La Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), promueve desde 2003 el Día Mundial para la Prevención del Suicidio cada 10 de septiembre.

La Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), promueven desde 2003 el Día Mundial para la Prevención del Suicidio cada 10 de septiembre, con el objetivo de crear conciencia en torno a este flagelo.

Hoy, debido a la estigmatización de los problemas mentales, muchas personas se abstienen de buscar ayuda especializada.

En ese sentido, hay que tener en cuenta que cada vida perdida representa a un amigo, padre, hijo, abuelo o compañero, y las familias llevan a cuestas las duras consecuencias de esta grave problemática. Tal es el caso de Denise Bennet de Martinelli, quien perdió a su hijo Daniel en 2016.

Una historia

“Daniel fue un niño muy feliz, el segundo de mis cuatro hijos; era un niño dulce y muy inquieto a la vez. Desde muy pequeño fue diagnosticado con déficit atencional con hiperactividad, y a pesar de tener un promedio de 4.5, en segundo grado me dijeron que no podía quedarse en esa escuela y tuvimos que cambiarlo; creo que ese fue su primer golpe. Noté su tristeza, pero siguió adelante. Años más tarde me confesó que eso marcó mucho su vida. También me contaba que creía que las medicinas que le recetaron desde niño para el déficit atencional, la ritalina y concerta, habían dañado su cerebro. Con los años noté que le costaba decidir qué estudiar y cambió al menos tres veces de carrera. Toda esa indecisión lo iba llenando de ansiedad y a pesar de tener buenos amigos y parecer estar alegre, llevaba dentro una carga que parecía insostenible”, recuerda Bennet de Martinelli.

“Me confesaba que no sabía qué hacer con su vida, que no sabía para qué era bueno. Siempre le expliqué que para muchos no es fácil encontrar de una vez a qué se quieren dedicar y que se tomara su tiempo, que no había apuro”, dice.

Según Bennet de Martinelli, a Daniel le costaba mucho culminar lo que iniciaba. “Esto se fue agravando y el día en que cumplió 23 años, tuvo un accidente y decidió cambiar su vida para enfocarse en su salud, se volvió frutariano, luego crudivegano, perdió mucho peso, comenzó a tratar de convencer a todo el mundo de llevar una vida sana, tanto que era obsesivo con el tema, estaba apasionado con eso. Creo que ese tipo de alimentación comenzaba poco a poco a afectar su salud mental. No sé si una cosa llevó a la otra, pero sí sé que llegando a los 25 años hubo momentos en que me decía que no quería vivir, que este mundo era malo, que había 13 familias que dominaban el mundo; me hablaba de las corporatocracias, de teorías conspiracionales donde los médicos realmente querían volver adictos a sus pacientes... podría seguir contando las innumerables preocupaciones que poco a poco se fueron transformando en una verdadera pesadilla”.

“Pasó los dos últimos años de su vida visitando a psiquiatras, psicólogos y demás. No porque quería, sino porque tristemente tuvo varios intentos suicidas”, relata la madre de Danny, como cariñosamente le llamaba.

“Siempre me pedía que nadie se enterara y a la vez se iba aislando de sus amigos para no tener que explicarles sus largas ausencias. Así fue transcurriendo el tiempo entre malos episodios y buenos momentos en donde se mostraba feliz y me daba esperanzas de que ya las cosas mejorarían. Me partía el alma verlo sufrir, verlo pasar de ser un niño activo y feliz, al que le apasionaba la vida, le encantaba acampar, amaba la naturaleza, era bueno en los deportes, le encantaba la pesca, tuvo su par de novias por largo rato y parecía estar siempre feliz. Luego me enteré de que Danny fue a una experiencia con chamanes peruanos en Panamá donde ofrecieron el famoso 'ayahuasca', una droga proveniente de una liana que existe en el Amazonas y comencé a ver cambios acelerados en su conducta”, asegura.

Para la madre, aquella droga le fue afectando. “Cada día Danny parecía menos feliz, después de haber tenido una vida intensa y llena de aventuras, rodeado de una gran familia y buenos amigos donde parecía tenerlo todo... El último par de años él me decía que algo raro le pasaba en la cabeza, que sentía que algo le traqueaba dentro de su cerebro. Hasta llegó a decirme que oía voces. Me asusté mucho y le mandé a hacer exámenes neurológicos, todo pareció salir bien, pero por lo que le expliqué al psiquiatra de esas confesiones, el doctor comenzó a sospechar que podría tener esquizofrenia, pero había que esperar un par de años para concluir que de eso se trataba y no de los efectos del ayahuasca y demás”.

“No mucho tiempo después de esto, Danny se quitó la vida. Se fue dejándonos un vacío inmenso. Esto nos impulsó a luchar por ayudar a todos los que atraviesan por estos episodios y todo lo que afecte la salud mental para que puedan encontrar soluciones, apoyo y romper el tabú, el estigma de la salud mental”, comparte la madre.

La observación de un patrón

Cada año en el mundo se suicida casi un millón de personas, lo que equivale a una persona cada 40 segundos. Además, por cada muerte por suicidio se estima que hay 20 intentos. Según la OMS, el suicidio es la segunda causa de muerte y afecta más a jóvenes entre 15 a 29 años de edad.

Vali Maduro, doctora en psicología, especialista en prevención de suicidios, señala que la conducta de riesgo suicida es compleja y no hay una fórmula única, es la sumatoria de muchos factores de riesgo y situaciones de la vida diaria de la persona que hacen que piense en la muerte como una solución.

Entre los factores de riesgo más comunes están el sufrimiento prolongado, la presencia de enfermedades físicas y/o mentales crónicas, el uso de sustancias, la sensación de no pertenecer y dificultades para solucionar problemas.

“Es importante tener presente que el suicidio es un proceso que puede tomar semanas, meses o hasta años. Las personas primero comienzan a tener ideas sobre morir y luego comienzan a desarrollar la capacidad. La transición entre la idea y una acción ocurre de manera impulsiva, por lo que debemos estar atentos a los factores de riesgo y las señales de peligro”.

Según la experta, algunas de las señales de alerta se manifiestan cuando el individuo comienza a hablar sobre la muerte; cuando expresa que es una carga para otros o que se siente atrapado en sus problemas o situaciones, sin tener esperanza de que las cosas cambien. También se pueden observar cambios significativos en su estado de ánimo y su conducta. Muchas personas comienzan a abusar de sustancias como el alcohol u otras drogas, a distanciarse y hasta a despedirse.

La especialista afirma que es importante abrir un espacio de acercamiento con la persona afectada para que exprese cómo se siente y qué está pensando. “Para hacer esto debemos ser empáticos y no juzgar a la persona. Ser directos y decir: 'He notado que algo te está pasando, puedes contar conmigo y decirme”, dice.

Si al preguntar al sujeto sobre algún tipo de pensamiento suicida hay una respuesta afirmativa, “no lo regañe ni le diga que no piense eso, sea empático”.

Por otra parte, el primer paso para canalizar el apoyo es que el individuo afectado se desahogue y posteriormente buscar el soporte en un profesional.

Estudios afirman que en el mundo hay más hombres víctimas de suicidio, aunque más mujeres lo intentan, y esto se debe a que los hombres tienden a usar métodos más letales que las mujeres.

Papel social

Maduro reconoce que todos tenemos un rol en la prevención del suicidio. Los medios de comunicación deben educar sobre la salud mental, los factores de riesgo y las señales de peligro para que todos puedan reconocer quiénes pueden estar en un posible riesgo.

Apunta a la importancia de presentar correctamente este tema, ya que puede influir mucho en las conductas e ideas.

Agrega que el Estado debe estar en la capacidad de ofrecer tratamientos para las enfermedades de salud mental, y que la sociedad civil tiene la responsabilidad de brindar soporte. “La Fundación Relaciones Sanas tiene un programa de prevención de suicidios que ofrece evaluaciones y tratamientos gratuitos, y es un ejemplo de cómo la sociedad civil puede apoyar”, puntualiza la psicóloga.

José Calderón, jefe de la dirección general de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa), detalla que en Panamá se registran alrededor de 120 suicidios al año, es decir que en promedio, cada tres días alguien muere por suicidio y la gran mayoría es personas jóvenes, “lo que genera preocupación”, puntualiza.

Añade que el programa de salud mental en Panamá comenzó a regir con el actual gobierno. Se trata de la discusión del anteproyecto de ley sobre el abordaje integral de las conductas de riesgo suicida, el cual se convirtió en el proyecto de ley 253 que se halla en la Asamblea Nacional, listo para el segundo debate .

Siempre es necesario buscar las redes de apoyo.

El galeno comenta que este proyecto establece la creación de los equipos de intervención en crisis y emergencia de salud mental.

De manera que el Minsa también está validando los lineamientos para estos equipos de intervención y “sabemos que esto no es atención primaria, sino atención reactiva, pero es una deuda pendiente con los servicios de salud”.

Calderón invitó también a que las personas con problemas de salud mental utilicen la línea 169, opción 2, donde podrán recibir atención psicológica del Minsa.

Unidos para combatir el suicidio

En conmemoración del Día de la Prevención del Suicidio este 10 de septiembre se estará realizando la cuarta convocatoria, en memoria de Daniel Martinelli. Donde participarán diferentes fundaciones hablando de diferentes temas relacionados al suicidio, entre ellas: Ni Uno Mas, una organización de jóvenes para ayudar a prevenir e intervenir el acoso escolar o mejor conocido como el bullying, igualmente participan la Fundación Relaciones Sanas, Cruz Blanca Panama, Serena Mente, Funda Morgan, Fundación Amaneceres, Lions International y Tshirts Latinoamérica. “No te puedes perder este jueves 10 de septiembre, desde las 7:30 de la noche en Facebook live de Fundación Relaciones Sanas “#UnidosPorPanama para combatir el suicidio”, invita Mery Ángel, de la Fundación Ni Uno Mas.

Detrás de las muertes por suicidio, hay seres humanos con padecimientos emocionales. Factores externos como el estrés, los problemas interpersonales o socioeconómicos aumentan su nivel de riesgo, detallan los expertos. Según la OMS uno de cada 5 personas presenta una enfermedad mental, el estigma social hacia ellas hace que quienes las padecen se sientan avergonzados y tiendan a aislarse en lugar de buscar ayuda profesional. 

Convocatoria para la prevención del suicidio este 10 de septiembre.

"Cuidar la salud mental es clave para la prevención de suicidios. Estamos viviendo momentos difíciles e impactantes para todos a causa de la pandemia de la covid-19. Si nos unimos y apoyamos tendremos mayores posibilidades de salir fortalecidos”, detalla Ángel.

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