No todas las especies se deterioran con la edad

Actualizado
  • 04/01/2014 12:26
Creado
  • 04/01/2014 12:26
El pez millón y la pulga de agua viven días o semanas, pero su mortalidad se incrementa marcadamente con la edad, como pasa con animales...

El pez millón y la pulga de agua viven días o semanas, pero su mortalidad se incrementa marcadamente con la edad, como pasa con animales que viven más tiempo, como los humanos.

Pero otros animales, como el cangrejo ermitaño, el abulón rojo y la hidra (animal microscópico de agua dulce que puede vivir siglos), disfrutan de niveles de fertilidad y mortalidad casi constantes.

Una comparación de patrones demográficos estandarizados entre 46 especies, publicado por la revista Nature , sugiere que la vasta diversidad de “estrategias de envejecimiento” entre ellas desafía la noción de que la evolución inevitablemente lleve a la senescencia, o deterioro de la mortalidad y fertilidad con la edad, dice Owen Jones, un biólogo de la Universidad del Sur de Dinamarca, en Odense, quien encabezó el estudio.

“Al tomar una visión amplia y hacer un sondeo entre especies, hallamos abundantes violaciones a esta teoría”, señala Jones.

Para comparar patrones de fertilidad y mortalidad, los autores reunieron conjuntos de datos publicados de historiales de vida de 11 mamíferos, otros 12 vertebrados, 10 invertebrados, 12 plantas vasculares y un alga verde, y estandarizaron las trayectorias, dividiendo las tasas de mortalidad en cada punto de esperanza de vida por la tasa promedio de mortalidad.

No hubo asociación entre la duración de la vida y el grado de senescencia. De las 24 especies que mostraron incremento abrupto en mortalidad con la edad, 11 tienen esperanza de vida larga y 13 una corta.

Una división similar en la esperanza de vida ocurrió en las especies que registran un incremento menos abrupto en la mortalidad.

Al organizar las especies en una serie continua de senescencia, los mamíferos se agruparon en un extremo del espectro, entre los organismos que tienen un cambio abrupto en su mortalidad, y las plantas, que disfrutan de una mortalidad enormemente inferior, poblaron el otro extremo. Las aves y los invertebrados se dividieron.

Los autores sugieren que la diversidad de estrategias de envejecimiento en todo el espectro debería desafiar a los teóricos.

“Las teorías (evolutivas) que tenemos son aplicables en muchas situaciones, pero no pueden explicar algunos casos”, afirma Jones.

“No se trata de desechar teorías viejas; se trata de modificar las teorías para que sirvan para todas las especies”, subraya.

Ensalada de especies. Este es el primer intento por estandarizar comparaciones de mortalidad y supervivencia entre especies, pero tiene intrigados a varios científicos porque, según dicen, la diversidad de las estrategias de vida está bien establecida. Y cuestionan las bases biológicas de la comparación.

La cuestión es la validez de comparar poblaciones criadas en laboratorio, a veces cruzadas entre ellas mismas, con estudios de campo que en algunos casos duraron años.

“Este enfoque es como hacer una ensalada de fruta e imaginarse que puede decir algo sobre la evolución de la naranja”, dice Steven Austad, biólogo evolutivo del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, en San Antonio.

“Esta comparación de trayectorias demográficas entre el árbol de la vida está completamente divorciada de la biología e ignora el impacto del ambiente”, considera.

Laurence Mueller, biólogo evolutivo de la Universidad de California, en Irvine, coincide.

“En el campo, los organismos mueren de muchas causas, por ejemplo, por depredación o por enfermedades, además de por envejecimiento”, dice.

“Desafortunadamente, la fuente desconocida de mortalidad en los conjuntos de datos confunde los patrones de senescencia relacionados con la edad, que es lo que a todos nos interesa”, explica.

Hal Caswell, coautor del estudio y ecólogo matemático del Instituto Oceanográfico Woods Hole, en Massachusetts, dice que intentar distinguir si las muertes se relacionan con la senescencia es un error.

“Un incremento en la mortalidad con la edad representa una caída en la habilidad para manejar peligros mortales”, apunta.

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