El campeón que lucha por su vida

LAS VEGAS. Guillermo Rigondeaux llegó a Miami en febrero de 2009 con un solo propósito: ser Campeón del Mundo y ganar dinero en el boxeo...

LAS VEGAS. Guillermo Rigondeaux llegó a Miami en febrero de 2009 con un solo propósito: ser Campeón del Mundo y ganar dinero en el boxeo profesional.

Luego que el sábado último derrotara por amplia decisión a Robert Marroquín, parece que al cubano está listo para los encuentros de alto calibre.

Su historia comenzó en La Habana, donde era uno de los atletas consentidos del régimen de Fidel Castro.

UN GUERRERO

Rigondeaux ha superado muchos obstáculos en su vida. En este momento, incluso, batalla contra la edad (tiene 31 años), y la posibilidad de que las buenas peleas, con jugosas recompensas económicas, lleguen cuando sus facultades comiencen a mermar.

En la capital de la isla caribeña, hizo todo el proceso que suelen hacer los deportistas cubanos, a los que se les observan cualidades para ser considerados atletas de superior nivel.

Estudió en una escuela especial para atletas, donde fue moldeado al mejor estilo del boxeo cubano; fue entrenado por los mejores conocedores y se convirtió en campeón olímpico, en Sidney 2000 y Atenas 2004.

Logró también dos veces la corona mundial aficionada; pero sus logros deportivos apenas le alcanzaban para vivir en su país.

En el 2007, tras los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, no quiso volver a la isla e intentó quedarse en tierras brasileñas.

Pero no fue hasta el 2009 que Rigondeaux pudo cumplir su objetivo de llegar a los Estados Unidos, para reunirse con sus compañeros Erislandy Lara y Yuriorkis Gamboa, con quienes huyó de Cuba.

CAMPEÓN SOLITARIO

Rigondeaux sonríe, pero en el fondo, es un hombre triste. Ganó la libertad y la posibilidad de ganar dinero gracias a su talento boxístico, pero en Miami, donde reside en la actualidad, no tiene forma de compartir sus logros.

Su esposa, Farah Colina, y los dos hijos de la pareja permanecen en La Habana, en un pequeño apartamente cercano al aeropuerto José Martí, el cual es vigilado las 24 horas del día.

Su madre murió mientras él llegaba a Estados Unidos y su padre, un fiel revolucionario, lo apartó de su vida definitivamente.

El púgil lucha contra esas adversidades imponiendo su calidad en el entarimado.

La victoria del sábado sobre Marroquín le abre la puerta directa a un combate contra el filipino Nonito Donaire, que sin duda alguna, llenaría cualquier coliseo del mundo y dejaría ganancias económicas muy importantes.

Sin embargo, la puerta de salida para su familia en Cuba está cerrada.

El contraste en la vida de Rigondeaux sigue siendo una nota que se repite, como una película que has visto varias veces y sabes lo que ocurrirá.

Aún así, el pequeño guerrero caribeño está dispuesto a seguir adelante, en solitario.

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