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‘Mingo’ Castillo y De Bello, entre los dirigentes visionarios del béisbol panameño



- 25/08/2025 00:00
Panamá a lo largo de su historia deportiva ha tenido, indudablemente, grandes exponentes, así como de cientos de dirigentes que echaron hacia adelante un pesado barco lleno de desafíos, pero sobre todo de esperanzas.
Así estuvieron los que lanzaron las primeras pruebas para promover el atletismo, por ejemplo, un deporte traído de ultramar a raíz de los primeros juegos olímpicos.
También hemos hablado del ciclismo, una actividad que tuvo mucha novedad cuando fue traída por los jamaicanos, junto con otras disciplinas.
En esa línea, ya hemos hablado de otras actividades, como el boxeo, el béisbol y el criquet, pero muy poco de sus dirigentes.
En el caso del béisbol, la historia nos cuenta de una serie de personajes que, gracias a sus conexiones en los Estados Unidos, pudieron traer una serie de implementos para promoverlo.
Pero, hay otras narraciones que describen a otros dirigentes, quienes no solo se encargaron de dirigirlos sino de sentar las bases para promover su práctica.
En una de esas esquinas está David Cardoze, dueño del Palais Royal, que tuvo principalmente como rivales durante sus años de hegemonía (1914-1917) a los equipos militares de la Zona del Canal, ya que los informales equipos panameños no le hacían la batalla.
En 1940, tras muchos años en el retiro, se le rindió homenaje y por sus improntas, fue denominado el ‘Padre del béisbol panameño’.
No obstante, esto se registró pocos años antes de que llegaran los campeonatos nacionales de la categoría mayor, también creado por otros visionarios, y lo actuado por Cardoze y otros personajes meritorios, quedaron en el olvido.A propósito de los torneos mayor, más de dos décadas después, es que nacen los campeonatos juveniles de la mano del dirigente santeño Domingo ‘Mingo’ Castillo.
Nuestra particular lista la completan el profesor Colón Guardia y el ingeniero Eduardo De Bello (ambos fallecidos), quienes le dieron otro rostro al béisbol nacional.
El primero con la creación del programa de las Pequeñas Ligas y; el segundo, devolviendo junto a su equipo de trabajo, la credibilidad que gozaban los torneos nacionales de la categoría mayor.
Veamos un poco el aporte de cada uno de ellos.
La idea de un torneo juvenil nació en el marco del congresillo del torneo mayor en Santiago, en 1961, y que tuvo su primera edición al año siguiente, también en el interior del país.
“Fueron siete juegos nada más en ese nacional de 1962, sin ninguna concentración, ni refrigerio para las delegaciones”, recordó ‘Mingo’ en una entrevista que le hiciéramos para La Estrella de Panamá en 2021.
Bocas enfrentó a Chiriquí, en David; Coclé a Veraguas, en Aguadulce; Herrera a Los Santos, en Chitré; y Colón a Panamá, en el Juan Demóstenes. Así fueron los partidos de eliminación.
“La semifinal se celebró en Aguadulce, y los dos ganadores se disputaron el título, quedando Coclé campeón al vencer a Chiriquí, con el profesor José Ampudia como director. Todo en un solo día”, precisó.
“Es que no hubo plata ese año para realizar el torneo, que estaba a cargo del Departamento de Educación Física y Deportes del Ministerio de Educación, y no nos dieron ni siquiera una sopa de pata de vaca”, reflexionó.
Este primer torneo tuvo sus fallas, como que la mayoría de los peloteros tenían 18, 20 y hasta 21 años, porque no hubo control en la edad.El segundo torneo, también por razones económicas, se realizó dos años después (1964) en la provincia de Coclé, repartiéndose los ocho equipos se repartieron en dos grupos, uno jugó en Penonomé y el otro en Aguadulce.
A partir de allí, las cosas tomaron el rumbo adecuado y los campeonatos han tomado un auge increíble.
El profesor Colón Guardia, participante de los nacionales en sus años mozos, tuvo la posibilidad de hacerse de unos reglamentos del beis menor estadounidense, y fue donde se percató que, en materia de organización, Panamá estaba a años luz, en lo referente a las categorías menores.
En esa dirección, el profesor Guardia se percató que el mayor de los problemas, era el aspecto de la edad, donde las categorías estaban previstas, pero ni los mismos organizadores la respetaban.
Colón lo vio como una misión, que se unía a otras voces que, tras bastidores, se habían complotado para llevarlo por esa ruta. Primero fue el señor Blackman, durante su estadía en Colón, y después su amigo Herbert Raybourn.
“Hubo un señor de apellido Blackman, quien me alentaba a trabajar con las pequeñas ligas y me facilitó los reglamentos, y fue allí donde me di cuenta que una cosa era Little League y otra, lo que se hacía en las ligas infantiles”, nos dijo en una entrevista hecha en 2023.
“Aquí nadie creía en las pequeñas ligas como organización, todos se iban con las categorías mayores. Ahora, sí se jugaba béisbol infantil, pero participaban niños pasados de la edad”, sostuvo.
Es así como se inicia un proceso de saneamiento, donde se les exigió las partidas de nacimiento, lo que fue creando rencillas entre algunos dirigentes de la pelota local.
Guardia recordó uno de los dos pasajes que significaron el antes y después de su proyecto. Entre 1974 y 1975 hubo que hacer un viaje a México, y las autoridades le negaron llevar el nombre de Panamá en la camiseta.
Esa fue la primera ocasión en que se participó en un torneo internacional, enmarcado en la reglamentación del programa de pequeñas ligas que hoy, ha evolucionado grandemente.
De Bello tiene todas las rúbricas que le endilgaron algunas personas en sus redes sociales, pero hay detalles que van mucho más allá.
Al referirse a De Bello se exaltó el merecido papel que jugó en las arenas internacionales, que lo hicieron merecedor a ocupar importantes cargos en la pelota regional como mundial, por lo que tocaremos otros aspectos puntuales a nivel local.
Aspectos cruciales para que la pelota nacional tomara cauces mucho más confiables, a los ojos de la empresa privada que, en otrora, se mantenía receloso, desconfiado.
Tomó el reto de dirigir el béisbol, en difíciles momentos socio-políticos del país y cuando nadie deseaba hacerlo o por lo menos intentarlo.La verdad que no era y no fue fácil.
No obstante, se juntó con dirigentes cívicos y empresarios y se dieron a la tarea de cambiarle el perfil a la pelota nacional, que venía de una pos invasión y de un torneo nacional mayor declarado desierto.
El béisbol venía dando tumbos, el deporte ni hablar, arrastrado todo por la situación política que mantenía sumido al país, en una grave crisis social y económica, el nefasto y oscuro dictador Manuel Antonio Noriega, y sus conocidos adláteres.
Uno de los primeros pasos fue conversar con los ejecutivos de la empresa tabacalera, que había sido hasta ese momento el único patrocinador de la pelota mayor, con un apoyo por el orden de los 100 mil dólares.
Su intención, nos dijo un tiempo después, era eliminar el criterio de exclusividad que tenía la firma cigarrillera, reduciendo su apoyo económico, y anexando otros sponsors más.
“La idea”, me comentó De Bello, era tener un mínimo de diez patrocinadores, con un apoyo de 10 mil dólares cada uno, nada ambicioso.
“Es mucho más fácil conseguir uno o dos patrocinadores de diez dólares, que uno de cien mil, en caso de que inesperadamente se quiera ir”, comentó.
Es muy posible que el público del béisbol o el panameño de a pie, no se haya percatado de que esta situación se dio, como que se sumaron otros patrocinadores por mucho más que diez mil dólares.
Otras dos situaciones que se registraron, fueron el apoyo de dos mil balboas a cada liga provincial, para ayudar en el desarrollo de sus torneos, y la llegada de los refuerzos locales a los torneos nacionales.