La repentina crisis del PSG

Actualizado
  • 22/10/2020 00:00
Creado
  • 22/10/2020 00:00
Hace menos de dos meses, el PSG caía con honor en la final de la Champions League, enfrentando a un poderosísimo Bayern Munich. Para muchos era el punto de partida que llevaría al equipo parisino a la definitiva conquista de Europa.
¿Cómo reemplazar a van Dijk? El holandés es para muchos el mejor defensa del mundo, así que sustituirlo es poco menos que quimérico.

Mi amigo Edduin González es panameño y poeta (de hecho, el año pasado ganó el premio Ricardo Miró). Vive desde hace unos años en París y es hincha furibundo del PSG, compartiendo con los fanáticos parisinos un tradicional triunfalismo a nivel local y un renovado optimismo europeo, gracias al desempeño del equipo en la Champions más reciente. Pero en los últimos días, Edduin, junto con la enorme tribu de hinchas del club parisino, está cambiando la euforia por una densa preocupación.

Desde hace 8 años, el estado qatarí, a través de la empresa estatal Qatar Sports Investments, es el dueño del PSG. Su robusta economía ha llevado al club tricolor al éxito deportivo en Francia, ganando 7 de las últimas 8 ligas locales.

Luego del subcampeonato reciente en la Champions, todo parecía indicar una base sólida que llevaría al club parisino al tan anhelado asalto europeo. Pero un flojo inicio en la actual temporada y diversos conflictos que se han hecho públicos obligan a replantearse el optimismo.

Quizás el primer tema que angustia a los seguidores del PSG es el futuro inmediato de sus dos máximas estrellas. Tanto el contrato de Kylian Mbappé como el de Neymar se vencen al terminar esta temporada. No es que al PSG le falte dinero para renovar las fichas de sus jugadores estelares. Si algo sobra en los clubes-estado (PSG y Manchester City) es plata. Pero ambos delanteros son enormemente cotizados, les sobran pretendientes y no se conforman con poco. El hecho de que a estas alturas, la directiva del PSG ni siquiera se haya sentado con ambos jugadores para discutir su futuro inmediato, es motivo de zozobra en la parroquia parisina. ¿A qué tanta indecisión, tanta desidia?, se quejaba fastidiado el entrenador Thomas Tuchel. Luego del subcampeonato europeo obtenido en Lisboa, el entrenador alemán se sentía con suficiente crédito deportivo, como para que su escuadra fuera generosamente reforzada.

Después de perder a los veteranos Cavani y Thiago Silva, Tuchel solicitó un defensa central, un mediocampista y un atacante, todos de primer nivel. La respuesta del director deportivo Leonardo fue buscar con desesperación un mediocampista defensivo, posición que Tuchel no pensaba que debía reforzarse. Al final, se impuso Leonardo trayendo a Danilo Pereira del Porto. Aunque también trajo a Moise Kean y Rafinha, dejó por fuera al defensa central anhelado por Tuchel.

Los problemas entre Leonardo y Tuchel no son ninguna novedad. A Tuchel no le gustó ni un poquito la manera agresiva y despectiva con la que Leonardo trató la marcha de Cavani.

Y así como Tuchel se queja de las maneras de Leonardo, este último critica abiertamente muchas de las decisiones de Tuchel. Hay quienes piensan que si todavía no le mostraron la puerta de salida al entrenador alemán es para ahorrarse el enorme desembolso que implicaría interrumpir su contrato.

Mientras tanto, la hinchada parisina suspira por un poquito de armonía entre ambos. Al menos como punto de partida para encauzar y hacer crecer el proyecto deportivo PSG.

Virgil van Dijk y la ley del talión

En el Código de Hammurabi (Babilonia, siglo XVIII a.C.) el principio de reciprocidad exacta se utilizaba con gran claridad. ¿Recuerdas? Ojo por ojo, diente por diente. Varias de sus leyes buscaban cumplir una reciprocidad con la mayor precisión posible a la hora de dictaminar justicia. Por ejemplo: la Ley 197 estipulaba que si alguien quebraba el hueso de un hombre, en compensación debería quebrarse el hueso del agresor.

Traigo a colación el Código de Hammurabi por lo siguiente. El fin de semana pasado, en el clásico de la ciudad de Liverpool que enfrentaba al Liverpool F.C. contra el Everton, Jordan Pickford, portero del Everton lesionó gravemente al estelar Virgil van Dijk del Liverpool. Fue una entrada descuidada, caótica y feroz que dejará sin jugar al estelar defensa holandés seguramente por el resto de la temporada que recién comienza. Pero lo peor de todo es que Pickford (portero titular de la selección de Inglaterra) no recibió ni siquiera una tarjeta amarilla por el incidente. Ni mucho menos una sanción a posteriori. Es decir, que mientras van Dijk se somete primero a una intervención quirúrgica, luego a un prolongado e indeseado reposo y finalmente a una dolorosa terapia regenerativa, Pickfod, malicioso responsable de la lesión, seguirá jugando cada domingo y cobrando íntegramente su salario.

Todos sabemos que las lesiones son una posibilidad y un peligro en el fútbol. Pero hay lesiones y lesiones. No estoy hablando de accidentes sobre la cancha. Me estoy refiriendo a entradas que desprecian brutalmente la integridad física del rival (quien de paso es compañero de profesión del agresor), incapacitándolo para continuar ejerciendo su carrera futbolística por un prolongado período.

Tanto el contrato de Kylian Mbappé como el de Neymar se vencen al terminar esta temporada.

Aquí es donde, si yo tuviera voz y voto, entraría la ley del talión. ¿Van Dijk no puede jugar por 6 o 12 meses? Entonces, de manera recíproca, la liga suspende por los mismos 6 o 12 meses a Pickford. Es una forma muy elemental de justicia. Quizá primitiva. Pero al menos es justicia.

Por supuesto, otro factor muy perturbador en este caso tiene que ver justamente con los que administran justicia: un miope arbitraje, que además contaba con el apoyo del VAR. Pero nadie logró ver nada y esta circunstancia ha levantado dudas, a veces iracundas, entre periodistas, hinchas y observadores futboleros.

El árbitro responsable del VAR tuvo la oportunidad de revisar la jugada y así lo hizo. Pero no consiguió ver una infracción terrible, gigantesca, del tamaño del estadio. Y si la justicia no funcionó, ahora viene la parte futbolística. ¿Cómo reemplazar a van Dijk? El holandés es para muchos el mejor defensa del mundo, así que sustituirlo es poco menos que quimérico.

No solo por su extraordinaria calidad defensiva, su juego aéreo y su compostura para salir jugando con balón dominado. Además, es un jugador perdurable, que arrancó como titular los últimos 93 partidos de la Premier League, y jugó todos los minutos en los últimos 74 enfrentamientos.

Por eso, y ante la imposibilidad de reemplazar a un jugador tan determinante, creo que en casos como este, la Liga (cualquiera, la que sea) debería pensar en darle una oportunidad a Hammurabi. ¿Me inutilizaste por 1 año? Quedas inhabilitado por el mismo período de tiempo. Quizá con normas así, jugadores como Pickford (que no es la primera vez que comete faltas brutales) serían un poquito más cuidadosos.

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