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- 14/03/2016 01:00
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La afición por la hípica en Panamá data de finales del siglo XIX, cuando inmigrantes norteamericanos y antillanos llegaron al país para la construcción primeramente del ferrocarril transístmico y posteriormente el Canal de Panamá, quienes por tradición inglesa llevaban en sus venas por sapiencia y vocación el fuego sagrado de las carreras de caballos.
En esta etapa evolutiva, participaron varios connotados caballeros de Estados Unidos, e inmigrantes antillanos y de otros países, quienes organizaron las competencias antes mencionadas, que empezaron como pasatiempo.
En cuanto a la colonia antillana, su presencia y participación en la vida hípica fue también sumamente notoria, ya que la gran mayoría venían de Jamaica, donde se celebraban carreras y sentían gran pasión por esta actividad.
LAS PROVINCIAS PIONERAS.
Las provincias de Bocas del Toro y Colón vivieron el fervor de la hípica, con equinos y jinetes de Jamaica.
Con relación al desarrollo de la hípica en estas dos provincias, hay un dato muy importante relativo a los jinetes que montaban a los caballos.
La mayoría llegaban de incógnito desde Kingston, Jamaica, llegando primero a Bocas del Toro en los barcos de la compañía frutera y luego eran llevados en barcos de cabotaje a esa ciudad.
Por otro lado, las calles colonenses también fueron escenarios de muchas competencias entre caballos en la que competían más de dos ejemplares, llegando hasta participar siete por carrera.
Este hecho parece poner de relieve las primeras manifestaciones de las importaciones de ejemplares de carrera en nuestro medio
Según investigaciones, llevadas a cabo en la hemeroteca, el centenario diario Star & Herald en un artículo denominado ‘Hablemos de Hípica', da cuenta de los pasos iniciales y su desenvolvimiento que tuvo la hípica en suelo panameño desde el siglo antepasado.
Igualmente existen testimonios escritos en La Estrella de Panamá donde el cronista informaba que en 1880 en el sector de la Tumba Muerto, antiguo camino de la Locería, se celebraron competencias.
Dichos artículos y anuncios publicitarios, reales y veraces, en dos legendarios y tradicionales medios escritos, constituye la primera comprobación formal de la existencia de actividad hípica en esas épocas.
En el aspecto cronológico, podemos señalar que desde 1901 a 1912 las competencias hípicas tuvieron como su más conspicuo escenario, la Avenida Central, otrora conocida como la Calle Real.
Estas carreras ‘públicas' se desarrollaban desde el Parque Catedral hasta el sector denominado ‘La Quebrada', entre las Calles J y 18 Este.
El sector de Bella Vista, llamado entonces ‘Peña Prieta', surgió como escenario de competencias hípicas en los alrededores del año 1913.
Otras ‘pistas' conocidas fueron la Avenida Perú en 1912, donde se corrían ‘Match Race', y en las playas de Bella Vista también se corrieron interesantes cotejos.
Muchas otras canchas existieron a lo largo y ancho de la república, que sirvieron de escenario para las competencias hípicas, hasta la organización formal de dicha actividad, que culminó con la inauguración del Hipódromo de Juan Franco el 15 de octubre de 1922, bajo el tutelaje del Club Hípico de Panamá, cuyo nombre en inglés era ‘Panama Jockey Club'.
GRAN CONTRIBUCIÓN
Si bien es verdad que nuestro país no tendría hípica sin el espíritu emprendedor de un enamorado del caballo de carreras cono Raúl Espinosa, que arriesgó su fortuna en la empresa de fundación del hipódromo, también es cierto que la hípica no habría calado en nuestro ambiente con tanta rapidez de no haber existido una gran colonia antillana.
Fueron los inmigrantes procedentes de la Antillas Británicas, dueños de una tradición hípica, heredada de los colonizadores ingleses, quienes brindaron a la incipiente hípica panameña las dos fuerzas que le eran indispensables: la de trabajo y la de apoyo
EXPERIENCIA
La de trabajo, porque viniendo de regiones donde ya existían las carreras de caballos, tenían los conocimientos sobre el trato y el acondicionamiento de los de los jamelgos para presentarlos en competencia.
Y la fuerza de apoyo, la más importante, sin duda alguna, porque ya habían asistido antes a funciones hípicas en sus tierras natales en el Mar Caribe y su sangre hervía con deseos de apostar unos cuantos pesos a burros, cosa que no podía decirse de los panameños que nunca antes habían contemplado espectáculos de esa naturaleza.
LA FUERZA LABORAL
La colonia antillana produjo la fuerza laboral de los establos, desde los humildes peones hasta los entrenadores y los jinetes.
Y también suministró el gran volumen de los apostadores iniciales, que permitieron al Hipódromo cubrir gastos desde sus comienzos.
Desde entonces, la influencia de los antillanos y sus descendientes habría de ser decisiva en el hipismo nacional.
FIGURAS DESTACADAS
Entre los mas famosos acondicionadores y dueños de caballos habrían de estar Jim Towey, todo un caballero en el amplio sentido de la palabra; y Henry ‘Takeaway' White, una verdadera catedral de conocimientos hípicos.
Es bueno recordar también entre los primeros dueños Mister John Walker y a Arthur ‘Poquito Poquito' Davis, además de David Barnes, Edward Gittens, un gran sastre y un excelente acondicionador de pencos de carreras; a Charlie Archambeau e Iván Grace, que además fueron jinetes en sus faenas de asistente del juez de partidas con las de dueño y criador de caballos.
Y así podemos seguir mencionando a ‘Pee Wee' Brown, quien alegaba haber ganado la primera carrera pública que se celebró en Juan Franco y después fue excelente acondicionador; a Doc Brown; Alberto Bloomfield, John Doyle, uno de cuyos hijos fue jinete; a Oscar James, cuyo hijo fue jinete estelar que llegó a ganar seis carreras en una tarde.
OTRAS FIGURAS
La familia Surgeon, de Bocas del Toro, fue una de las primeras en dedicarse a la cría de caballos.
Los programas de carreras de hoy día todavía lucen algunos nombres de descendientes de aquellos antillanos que vinieron a construir el canal y que ayudaron a fomentar el hipismo en nuestro medio. Otro pionero de la hípica y criador del fina sangre de carrera fue John J. Harrison, padre.
En la crónica hípica también tomaron parte importante capacitados e inteligentes descendientes de antillanos como Hugo Wood, Víctor Gray, Chino Williams, Alberto Montilla, David Constable, J.J. Harrison, Conrado Sargeant y muchísimos otros.
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UN LEGADO IMPERECEDERO
La familia antillana le dio al hipismo panameño todo su entusiasmo.
La historia detalla que en este año, se corrían eventos hípicos en lo que hoy es la Avenida Central.
Abre sus puertas el hipódromo de Juan Franco, regentado por el Panama Jockey Club.
En el hipódromo Presidente Remón, la comunidad antillana ha dejado su gran contribución