Pacquiao - Mayweather Jr.

Actualizado
  • 15/01/2010 01:00
Creado
  • 15/01/2010 01:00
PANAMÁ. Hasta el año 2007, el mundo del boxeo profesional consideraba a Floyd Mayweather Jr. como el mejor boxeador libra por libra. Aún...

PANAMÁ. Hasta el año 2007, el mundo del boxeo profesional consideraba a Floyd Mayweather Jr. como el mejor boxeador libra por libra. Aún invicto, el peleador de Grand Rapids, Michigan había ganado campeonatos mundiales en los pesos superplumas, ligeros, superligeros, welters y superwelters, este último sobre Oscar de La Hoya.

Con 30 años de edad, Floyd decidió abandonar el boxeo, porque ya lo había logrado todo, y no sentía la motivación necesaria para permanecer en la actividad.

Su espacio fue llenado casi de inmediato. Un astro filipino, de extraordinario carisma, logró que, en poco tiempo, pocos lo extrañaran. Durante el 2008, Manny Pacquiao conmocionó al mundo, ganando títulos mundiales en los superplumas y ligeros, para finalmente destruir literalmente hablando, a Oscar de La Hoya, a quien envió al retiro.

Una nueva era había empezado, la era de Manny Pacquiao.

Al año siguiente, Pacquiao acabó en solo dos asaltos a Ricky Hatton, en el que fue considerado el mejor nocaut del año, e hizo preguntarse a los expertos si había alguien en el mundo capaz de derrotarlo. El mundo se rindió a sus pies… había un nuevo ídolo, un mejor boxeador libra por libra en el mundo.

El ego de Mayweather Jr., el “Pretty Boy” quien ahora quería que lo llamaran “Money”, fue golpeado en sus fibras más íntimas. Su arrogancia afloró, porque su brillo fue opacado y ahora, en poco tiempo, otro ocupaba el trono de “rey del boxeo”. El no podía permitirlo.

Volvió al gimnasio y se anunció su retorno al ring. Floyd quiso combatir con el rival más difícil al que Pacquiao hubiese enfrentado y ese no era otro que el mexicano Juan Manuel Marquez, el campeón de los ligeros. En dos peleas con Manny, Marquez había empatado en la primera y perdido una cerrada decisión en la segunda.

Ya en el combate, Mayweather, con más de veinte meses de inactividad, se vio tan rápido y preciso como en sus mejores tiempos y Marquez lució como un aprendiz. Floyd envió un mensaje… “Miren como golpeé a este hombre, algo que Pacquiao no pudo hacer”.

Pero Manny tenía sus propios retos y sus propias hazañas que demostrar: pelear en peso welter con el mejor de esa división, y así se hizo la pelea con el boricua Miguel Cotto. Fue impresionante la demostración de Manny… rápido, contundente, espectacular.

SURGE EL RETO

A la semana siguiente a la pelea de Pacquiao con Cotto, cuando aún Filipinas vivía el éxtasis del gran triunfo y el pueblo recibía como héroe a Manny, Mayweather Jr. rompió el silencio y lanzó el reto a Pacquiao, a través de una entrevista con la BBC de Londres. “SuperManny” respondió de inmediato a través de la cadena KTLA de Los Ángeles y aceptó el reto. En ese momento el mundo boxístico empezó a delirar de emoción. El verdadero choque soñado, el real combate del siglo, se realizaría.

La semana siguiente empezaron las negociaciones y se fijó el 1 de mayo como fecha meta para la pelea. Como se anticipaba una concurrencia multitudinaria, se descartó inicialmente a Las Vegas y se habló de grandes estadios de béisbol y fútbol americano como posibles escenarios para el choque, entre ellos el Yankee Stadium, el Superdome de Louisiana, el Cowboys Stadium de Dallas, y el Dodger Stadium, en Los Angeles, entre otros.

El tema económico fue superado sin mayores dificultades y ambos púgiles aceptaron repartirse las ganancias en proporciones iguales de cincuenta y cincuenta. La primera semana de diciembre, Mayweather acepta enfrentar a Pacquiao y todo queda en manos del Pacman, manejado por el veterano promotor Bob Arum. Ya no se hablaba de otra cosa. Sería la “madre de todas las peleas”, llamada a romper todos los récords existentes.

La semana antes de Navidad se anuncia que el megacombate ya tiene fecha: 13 de marzo, y que finalmente se realizaría en el escenario tradicional de Las Vegas, específicamente en el MGM Grand. Las sumas que se mencionaban como posibles bolsas eran extraordinarias y sin precedentes.

Se define el pleito en la categoría welter, por la corona de la OMB en poder de Pacquiao, quien solicita incluir en el contrato una cláusula que sancione a Floyd con diez millones de dólares por cada libra o fracción que rebase el límite de las 147 libras.

EMPIEZA EL PROBLEMA

La semana siguiente, cuando ya muchos pensaban que todo estaba resuelto en materia contractual, Mayweather sorprende a la opinión pública al exigirle a Pacquiao que se someta a pruebas de antidopaje iguales a las que se hacen en los Juegos Olímpicos. Por supuesto que él también se realizaría las mismas pruebas.

El antidopaje olímpico consiste en muestras sanguíneas e urinarias al azar, en cualquier momento, hasta el día de la pelea. Pacquiao no acepta diciendo que eso no es lo que se establece en el boxeo, y que teme debilitarse si le sacan sangre muchas veces durante su entrenamiento.

Su entrenador, Freddie Roach, en entrevista con Brian Kenny de ESPN fue categórico al decir que Floyd no maneja el boxeo. Son los organismos y las comisiones estatales las que determinan las medidas a seguir. ¿Quién se cree Floyd para decirnos qué tipo de exámenes se tienen que hacer? El solo está buscando una razón para evitar la pelea, argumentó Roach.

El equipo de Mayweather arremete contra Pacquiao e insinúan que el filipino no quiere las pruebas porque utiliza sustancias ilegales. Hasta este momento muchos piensan que se trata de un ardid publicitario, pero el efecto psicológico tiene sus resultados.

Por ejemplo, Miguel Cotto se mostró sorprendido por la negativa de Pacquaio a someterse a los exámenes tipo olímpico y cuestiona la limpieza del filipino. “El juego limpio es vital”, dijo Cotto. La duda se apoderó del ambiente.

Si lo que buscaba Mayweather Jr. era desestabilizar emocionalmente a Pacquiao, pues lo logró. SuperManny amenaza con demandarlo por calumnia e injuria.

MEDIACIÓN Y OPCIONES

Frente a un estancamiento en las negociaciones del combate, ambas partes aceptan pedir la ayuda del mediador Daniel Weinstein, un ex juez federal de los Estados Unidos, que había tenido experiencia en resolver conflictos boxísticos, incluso entre Bob Arum y Oscar De La Hoya. Había la esperanza de llegar a un acuerdo.

Mayweather ofrece que Pacquiao se realice dos exámenes de sangre, a los 15 días y el día del combate, pero Pacquiao no acepta diciendo que se los puede hacer a 21 días y el día de la pelea. Las reglas de Nevada exigen dos pruebas, una a los 30 días y otra el día de la pelea.

Era un nudo gordiano. Se tambaleaba la gran confrontación. Bob Arum declara que la pelea no va y responsabiliza totalmente a Mayweather Jr., este riposta molesto diciendo que, en su opinión, son Manny Pacquiao y su equipo quienes le están negando a la gente la oportunidad de ver la pelea más importante de la historia. Floyd advirtió que la gente verá a través de la cortina de humo y las mentiras. Dijo estar listo para pelear y firmar el contrato y agregó que quería patearle el trasero a Manny Pacquiao.

La decepción se apodera de la gente, y la gran expectativa se convierte en frustración. Pero Arum tiene un paliativo para los seguidores de Manny y anuncia que Pacquiao combatirá en la fecha señalada del 13 de marzo, no en Las Vegas, sino en el Estadio de los Cowboys de Dallas, recientemente construido, con capacidad para 111 mil personas y con la pantalla en alta definición más grande del mundo.

Pero su pelea no será un día de campo. Se escoge como rival quizás al más fuerte de los pesos welters en el planeta, un hombre que solo ha perdido tres veces en 39 peleas y que nunca ha sido noqueado… El ghanés Joshua Clottey.

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