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- 07/12/2014 01:00
- 07/12/2014 01:00
Calificar la actuación de una embajada deportiva (de cualquier país del mundo) ha de ser un acto de suprema responsabilidad.
Aunque ganó por mayor cantidad de medallas de oro los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe, Cuba no debería sentirse muy conforme con la actuación de sus atletas, y aunque calificativos como ‘hemos vuelto al trono’ son comprensibles, la realidad indica que los todopoderosos isleños deberían reflexionar sobre su política deportiva.
A propósito, ¿ya sabemos que esto de la política deportiva existe en Panamá?
Todo indica que se mueve de acuerdo con quien asuma el liderazgo en el palacio de la Calle Cuarta, o sencillamente, entra en el escenario como un punto más de los tantos señalados como ‘promesas de campaña’.
El presidente Juan Carlos Varela parece interesado en darle al deporte un sitio de mayor relevancia dentro del esquema institucional del país; pero su idea necesitará de más que buenas intensiones, una bancada en favor de la iniciativa, o de un diputado que la promueva.
Los hechos deportivos ocurridos entre el 13 y el 30 de noviembre en Veracruz, México, contados y respaldados por los protagonistas, resultan la mayor prueba de que en Panamá se requiere de inversión en el deporte, con seriedad, y lo más pronto posible.
EL PRINCIPIO
Al igual que los atletas del béisbol, taekwondo, gimnasia y esgrima, viajamos por casi ocho horas por carretera desde el Distrito Federal hasta la ciudad de Veracruz, sede principal de la justa regional.
Un viaje agotador, pasando siete estaciones de pago de peaje, que hicieron aun más cansada la travesía terrestre.
La llegada al hotel Howard Johnson se produjo entrada la madrugada del viernes 14 de noviembre, el día inaugural de los juegos, en el estadio Luis ‘Pirata’ Fuentes.
‘Sí, fue un viaje duro, pero aquí estamos ya’, relató el ex pelotero José Solís, asistente de la dirección de la novena nacional.
Dormir un poco, adaptarse a las condiciones de un sitio a nivel del mar, pero con características típicas de los lugares donde los fuertes vientos y oleajes pronunciados son cosa con las que deben lidiar los veracruzanos.
En fin, los juegos comenzaban... y Panamá a transitar en la justa
SÍNTESIS
Con una delegación de 135 atletas, en 18 disciplinas deportivas, Panamá obtuvo una medalla de oro, dos medallas de plata y cuatro medallas de bronce, para totalizar siete preseas.
La sablista Eileen Grench puso a Panamá temprano en el casillero dorado.
Su medalla le representó el único metal precioso a la delegación nacional, y el quinto puesto como país en la esgrima.
‘Fue una contienda muy difícil, era un encuentro de dar y recibir’, relató la campeona, que se sobrepuso a un mal comienzo para derrotar en un combate memorable por 15-14 a la venezolana Milagros Pastrana en el Pabellón de Esgrima en Xalapa, a hora y media de Veracruz.
Dijo sentirse contenta con el apoyo que recibió para la competencia, y que espera tener un buen resultado cuando vuelva a representar a Panamá en los Juegos Panamericanos del próximo año en Toronto, Canadá.
Edgar Crespo no pudo repetir el oro en los 50 metros pecho, aunque batió su propia marca para la distancia, impuesta en Mayaguez 2010; consiguió bronce en los 100 metros pecho, donde hace cuatro años ganó la dorada, y un séptimo lugar en los 200 metros pecho, donde en Puerto Rico consiguió plata.
‘Tuve un inconveniente en la salida de los 50 metros pecho; nadé fuerte, pero no pude alcanzar al puntero; quería ganar la de oro, pero bien, así son las cosas’, señaló Crespo, minutos después de confirmarse el resultado que le dio la victoria al colombiano Jorge Murillo.
El baloncesto llegó sin hacer mucho ruido a Veracruz, y terminó haciendo bulla.
Encabezados por los veteranos Jaime Lloreda, Daniel King y Jamaal Levy, del equipo que en 2006 capturó la medalla de plata en Cartegena, Colombia.
De la mano de un joven llamado Trevor Gaskins, y con jugadores como Josimar Ayarza, Joel Muñoz, Danilo Pinnock, entre otros, el quinteto nacional se colgó la medalla de plata, tras perder en la final ante República Dominicana.
‘Para nosotros esto es un triunfo, porque nuestra meta aquí era ganar una medalla, y así lo hicimos’, explicó el técnico David Rosario.
La abanderada Carolena Cartens luchó denodadamente en el taekwondo, pero la cubana Yamicel Núñez se lo impidió a pocos segundos de terminar el encuentro, celebrado en el World Trade Center de Veracruz.
‘Sé que la veré de nuevo en Canadá, esto no termina aquí’, dijo Cartens, una chica menuda que no muestra en su apariencia lo que es capaz de hacer cuando está en una confrontación.
Kashany Ríos saltó 1.80 metros para ganar la medalla de bronce en el salto alto, celebrado en el estadio Heriberto Jara Corona de Xalapa; superada por las veteranas Levern Spencer de Santa Lucía y Priscilla Federick, de Antigua.
Ríos quiere entrenar fuera de Panamá; ‘me gustaría ir a Brasil’, señaló, una gestión en que Irving Saladino, ganador del oro olímpico en Beijing, 2008, está dispuesto, está dispuesto a colaborar.
La última presea la dio la lucha, con Rodolfo Waithe en la categoría de 125 kilos, colgándose la medalla de bronce.
‘Necesitamos más apoyo de las autoridades nuestras, porque entrenamos y trabajamos en condiciones bastante difíciles; nosotros queremos dar más, pero las cosas no se nos dan, porque necesitamos más respaldo’, destacó el corpulento luchador.
Nuestros medallistas coincidieron en lo mismo: ‘mas apoyo, más respaldo’; la pregunta es: ¿de los que llamaron fracaso a las medallas conseguidas?
Un deportes como el boliche no estuvo en el nivel que se esperaba.
Uno de sus componentes asegura que un cambio en el comando del equipo produjo estas consecuencias.
El softbol tomó una dura competencia, y dejó en evidencia la necesidad de un relevo, que podría darse tan pronto como en el próximo torneo clasificatorio para los Juegos Panamericanos.
El béisbol, por su parte, pudo haber hecho más, pero ‘sin juegos de fogueo con otros equipos, tocó armarnos sobre la marcha’, comentó el técnico Luis Durán.
¿UN FIASCO?
La palabra suena fuerte, más para calificar al atleta que para utilizarlo contra las estructuras del deporte panameño.
Veamos algunas cifras importantes, y de paso, repasemos la participación de nuestros deportistas en los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
En la segunda versión de los juegos, celebrada en 1930 en La Habana, Cuba, Panamá ganó cuatro medallas de oro, una de plata y cinco de bronce; cinco años después en San Salvador, solo se ganó una doroda, cinco de plata y tres de bronce.
En 1938, como país sede, Panamá tuvo su mejor actuación en Juegos Centroamericanos y del Caribe, con 24 medallas de oro (la misma cantidad que México), pero con menos platas y bronces, quedó en segundo lugar.
Eran los años de Jenning Blackett, campeón de los 100 metros planos, de José De La Luz Thompson, ganador del primer maratón corrido en estas justas, con brillo indiscutible del atletismo.
¿Cómo fue posible que tres años antes de ganar 24 medallas de oro, Panamá solo había conseguido un solo metal de estos en los juegos?
Saltemos a 1970, con Panamá nuevamente como sede, logró cinco medallas de oro, incluida la del baloncesto con el extraordinario quinteto piloteado por Davis Peralta y Pedro ‘El Mago’ Rivas, y las del boxeo con el chiricano Emilio Salcedo en los 54 kilos y Vianor Durango, en los 69 kilos.
COMPARACIÓN
Entre los tres siguientes Juegos Centroamericanos y del Caribe (1974, 1978 y 1982), Panamá solo ganaría una medalla de oro; hasta que en 1986, en la versión celebrada en República Dominicana donde nuevamente el baloncesto, con Rolando Frazer, Mario Gálvez, Mario Butler y Edgar ‘El Tiburón’ Macías, entre otras estrellas, superaban a Puerto Rico.
Sumando estos períodos, fueron solo dos medallas de oro en doce años las que consiguió Panamá en esos años.
¿Estaba mal el deporte? ¿Fueron fracasos esas participaciones?
En 1990, en México, hubo otra medalla de oro para Panamá, luego en Ponce, Puerto Rico, tres años después, no hubo doradas. En 1998, el deporte panameño recobró protagonismo, con tres medallas de oro en Maracaibo, Venezuela.
Entre 1974 y 1998, es decir, un período de 24 años, Panamá ganó cinco medallas de oro, la misma cantidad que obtuvo en 1970.
¿Crisis en esos años? ¿O fue que el deporte cambió radicalmente para nuestros atletas?
Las cifras y hechos señalados y relacionados con la participación histórica del deporte nacional en esta justa regional, están consignados en el extenso compendio hecho por el periodista, investigador y ex atleta cubano José Enrique Montesinos, en su libro ‘Los Juegos Regionales Más Antiguos’, editado apenas el año pasado, donde se recogen las actuaciones de todas las delegaciones que han participado desde los primeros juegos, celebrados en México en 1926.
LA REALIDAD
El presidente del Comité Olímpico de Panamá, Camilo Amado, es conciente de que la actuación de la embajada nacional en Veracruz no fue la esperada.
‘Tuvimos puntos buenos, pero hay que reconocer que nuestra actuación fue bastante discreta’, apuntó.
Amado expresa la necesidad de que a partir de esta presentación, las cosas del deporte se tomen como inversiones importantes que debe hacer el Estado, porque la realidad indica que los atletas panameños compiten con serias desventajas en este tipo de competencias.
‘Nuestros atletas hacen el mayor esfuerzo, pero sin las herramientas en infraestructura y programas para desarrollar y hacer crecer el talento de esos deportistas, no podremos competir con éxito en futuros eventos’, destacó.
COMPROMISO
Ivette Lewis... Alonso Edward... Atheyna Bylon. Tres atletas que por razones diversas, no participaron en la justa veracruzana, siendo candidatos a obtener medallas de oro.
Su inasistencia no es excusa para justificar lo que se hizo en estos juegos; sencillamente muestra una realidad: dos de estos tres atletas no entrenan en Panamá.
Solo Bylon, flamante campeona del mundo en el boxeo femenino, y quien es agente de la Policía Nacional, entrena en el país.
Esto da la más clara idea de la realidad que viven los deportistas panameños: no existen las condiciones para entrenar y ser competitivos.
Los Juegos Deportivos Nacionales dejaron de celebrarse después de 1990, y los juegos deportivos escolares representan un esfuerzo poco efectivo que algunos sectores llevan adelante.
Sin un seguimiento al atleta en su etapa embrionaria, hasta ver el incremento y su comportamiento en los distintos niveles competitivos, Panamá difícilmente obtendrá más de lo que se logró en Veracruz 2014.
Está una vez más en manos de la administración estatal asumir este compromiso, sin miramientos políticos, estratificaciones o prejuicios estériles.