Crecimiento espectacular

Actualizado
  • 01/09/2010 02:00
Creado
  • 01/09/2010 02:00
PANAMÁ. El crecimiento bancario panameño corría, a la entrada de los 80, paralelo a Bahrein, Hong Kong, Singapur y otros centros interna...

PANAMÁ. El crecimiento bancario panameño corría, a la entrada de los 80, paralelo a Bahrein, Hong Kong, Singapur y otros centros internacionales conocidos. La crisis política 1987-89 haría rebajar esta pujanza a casi una tercera parte. Pero antes, nos veríamos gradualmente debilitados por otros factores externos: el reinicio de inversiones norteamericanas en el extranjero y el establecimiento de las facilidades bancarias internacionales —IBF— que reconquistaría la competitividad bancaria del Norte; la crisis de la deuda mexicana en 1982, que inhibe colocaciones norteamericanas en Panamá y la mayoría de los países latinoamericanos, e inicia la década perdida del Continente. Las tasas pasivas de interés se disparan al disminuir la oferta externa de créditos, ante inusitadas reacciones inflacionarias. Y se afecta el crecimiento del Centro Bancario.

Para 1982, doce años después, los activos se habían multiplicado 57 veces a $49,000 mil millones, el número de empleados se triplicó y el monto de salarios pagados se duplicó a más de $50 millones de dólares. En la actualidad, a mayo de 2010 este monto se ha duplicado a más de $100 millones, pagados a 19 mil 044 empleados de la banca, de los que 18,730 son panameños.

LA CRISIS

De 1982 al 84 los activos totales declinan de $49 a $38 mil millones, casi una cuarta parte, 22 % del mismo; los depósitos externos caen de $37 a $26 millardos, los préstamos externos de $29 a $20. Algunos bancos, dedicados, desde Panamá, casi exclusivamente a atender el mercado latinoamericano, restringen sus operaciones o trasladan préstamos externos soberanos a otros Centros y, eventualmente, consideran innecesaria su presencia activa en la plaza. El First Chicago fue, con pena, uno de ellos; tal vez el primero de los grandes. Y digo, con pena, porque desde su llegada tuvo la visual y la disposición para negociar y emitir valores desde Panamá, cosa que no todos los Bancos hacían. Los centros bancarios con quienes corríamos paralelos tomaron ventaja larga. Dejamos de ser mencionados en las listas internacionales. Las acusaciones, denuncias e investigaciones de operaciones y maniobras financieras locales e internacionales ilícitas, no nos ayudaron. Pero la Banca panameña, por años, ha enfrentado este reto con decisión, organización y firmeza, adiestramientos múltiples y continuados, con participación constante en reuniones locales y externas, para conversar, acordar y actualizar medidas con Organizaciones Regionales de alto nivel supervisor, lo que crea confianza alrededor de su nombre.

Desde hace varios años, Panamá ha emprendido una campaña seria y formal, para llegar a acuerdos funcionales que elimine al país de las listas negras y grises que, en una forma u otra, afectan nuestras ventajas y atracción internacional. Más específicamente, nuestras autoridades concernidas han conciliado condiciones con media docena de países para evitar la doble tributación. Son doce dichos acuerdos requeridos por la OCDE para limpiar nuestras operaciones bancarias de listas y colores. El esfuerzo es optimista.

SUPERVIVENCIA

A finales de la década de los 80’s, en el año de 1987, la banca extranjera retrocede, de alrededor de 90 % al 80 % de la composición del Centro, la banca panameña llega a niveles sin precedentes en préstamos y depósitos internos. Su cartera de créditos internos aumenta en $ 353 millones de marzo de 1986 a marzo de 1987, al mismo tiempo que la banca extranjera disminuye la suya en $ 75 millones en ese mismo período.

A mediados del año 1987 irrumpe en el país la presentida y sofocante crisis política que condujo a la economía nacional a la mayor contracción de su historia, 16.7 % de ese año al 89; ‘la más dramática de que se tenga registro en la evolución reciente de América Latina y el Caribe’, según la CEPAL. No hubo actividad que no fuese seriamente afectada por el huracán político, que tristemente terminó en la más cruenta intervención armada de los Estados Unidos, sufrida por el Istmo, con una desproporcionada pérdida humana y cuota de destrucción material, a la par que el vandalismo, el saqueo, la proliferación de armas, la decadencia moral y la debilitación institucional generalizada, de cuyos efectos el país aún no se recupera del todo.

El Sistema Bancario hizo uso de toda su imaginación, confianza y buena fe, para apoyar a los ‘improvisados suizos panameños’ en sus peripecias e ingeniosas operaciones bancarias de triangulaciones, emisión o impresión de comprobantes de valor cuasi monetario, traslado virtual de fondos comprometidos, pagos sobre dineros en depósitos a plazo. La afectación directa de la yugular cuenta del Banco Nacional con la Reserva Federal, hacía que los billetes monetarios casi se deshicieran en su uso intenso, casi sin reemplazo. Las sanciones norteamericanas acumularon más de $ 400 millones de pagos suspendidos al Gobierno.

A finales de 1989, los $ 49,000 millones de activos totales con que contaba el Centro Bancario en el ’82, quedaban reducidos a menos de una tercera parte $ 15,395, al igual que casi todos los renglones del Balance de Situación. Las cuentas de ahorros y plazo fijo fueron congeladas en marzo del ’88, con enormes trastornos. Complejos rumores avivaron la corrida de depósitos. Por solicitud de los propios bancos privados, el 4 de marzo de 1988, la Comisión Bancaria suspendió los servicios al público de las entidades de Licencia General. Esta seria limitación duró nueve semanas y días. Pero, a pesar de todo esto, y mucho más, el Centro Bancario sobrevivió.

En mi libro ‘La Crisis Bancaria de Panamá’, de 1989, describo en detalle lo ocurrido dentro y fuera del Sistema Bancario de 1987 a 1989.

RECOBRO SUPERADO

El Centro superó su duro trance, sin la caída siquiera de uno de sus miembros, contrario a lo ocurrido en otros países del Hemisferio, México, Venezuela, Perú y otros, en diversas circunstancias, que, ante dificultades de menor intensidad que la local, algunas o todas las entidades de su sistema tuvieron que ser absorbidas por su gobierno para asegurar la conservación de los recursos y su debida devolución a los depositantes. Hazaña gigante que no ha recibido el debido y expreso reconocimiento nacional e internacional, pero que indudablemente le ha ayudado a asegurar el respeto que merece.

Para diciembre de 1990 los Activos se habían recuperado 20 %, desde $ 15,395 millones en 1989, a $ 18,451 millones en un año, y a $ 38,044 millones o 147 % al 2000.

Al 30 de junio de 2010, los Activos Totales del Centro sobrepasaron todo lo anterior, situándose en $ 65,807 millones, 47% internos en comparación con 11% del 82’; 53 % externos en comparación con 89 % del ’82. Las cuentas de ahorro y plazo fijo, un riesgo debidamente analizado, fueron liberadas sin trastornos. El Banco Nacional, a pesar de su ingente crisis moral y financiera, cubrió a los bancos, extranjeros en su mayoría, los fondos que se le habían confiado y que habían sido congelados. Los bancos escribieron páginas dignas de encomio especialmente algunos panameños. El Banco Nacional brindó guía y confianza: saneó su deplorable situación, administró con transparencia y eficiencia su intermediación de los fondos concedidos por la Agencia Internacional de Desarrollo y el pago de la vencida deuda externa e interna, al tenor de los acuerdos. Y se fue al campo, a revivir la confianza y el entusiasmo del sector primario productivo, con préstamos eficientes, y el amplio y sostenido diálogo de las Jornadas Agropecuarias, que todavía hoy, veinte años después, se mantienen.

Las expectativas internacionales de adecuación de capital, dan fe de la solidez del Centro con 16.5 %, mientras que el índice mínimo, conforme a requisitos del Comité de Basilea, se fija en 8 %. El doble de lo exigido, con una estabilidad de más de cuatro años a ese nivel. La liquidez mínima exigida legalmente es de 30 %; la actual, desde 2009 al primer semestre de 2010, se mantiene sobre el 69 %. Los bajos índices de morosidad de las Carteras Interna y Externa de Crédito, 2.5 % y 0.5 % respectivamente, demuestran su calidad, respaldada por adecuada provisión o reservas del 1.62 % para posibles pérdidas de 1.2 % de créditos vencidos de la Cartera.

La Utilidad Neta para 2009 fue de $ 919 millones, una sólida relación de rendimiento de 1.8 % sobre los activos promedios, y un envidiable 14.3 % sobre el patrimonio, para los últimos 3 años. Las Calificadores Internacionales de Riesgo han concedido Grado de Inversión a tres Bancos panameños. El primer banco del Centro en cuantía de Activos es panameño, y cinco, igualmente, están entre los diez primeros. Es la vocación de servicio, latente desde que surgió el Istmo de lo más profundo para unir al Continente.

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