¿Independencia energética, después de todo?

Actualizado
  • 02/04/2012 02:00
Creado
  • 02/04/2012 02:00
WASHINGTON.. Podemos llamarla la venganza de Nixon. En medio de un furor por los elevados precios de la gasolina en un año de elecciones...

WASHINGTON.. Podemos llamarla la venganza de Nixon. En medio de un furor por los elevados precios de la gasolina en un año de elecciones, algo importante ha ocurrido en el panorama energético de Estados Unidos.

En 1973, Nixon propuso librarse de las importaciones para 1980. Eso no ocurrió, y aunque los políticos de ambos partidos frecuentemente se hicieron eco del popular llamado de Nixon para una ‘independencia energética’, la mayoría de los expertos lo consideró como una broma.

La producción de los yacimientos maduros del país declinaba, mientras la sed energética de los norteamericanos aumentaba. Las importaciones de petróleo pasaron de un 35% de consumo en 1973, a un 60%, en 2005. En cuanto al gas natural, las compañías se prepararon para importar GNL (gas natural licuado).

Pero ya no. El GNL no se necesita; Estados Unidos está llegando a la autosuficiencia en gas. Y en 2011, las importaciones de petróleo cayeron a un 45% del consumo, el sexto año en declive. Tras estos hechos yace una nueva realidad: las reservas de petróleo y gas de Estados Unidos son mucho mayores de lo que se pensó previamente.

La cuestión real para la elección y para el ganador es cómo explotar agresivamente esas reservas. El presidente Obama está en lo cierto en lo relativo a los precios actuales de la gasolina. Se los establece en los mercados mundiales, sujetos a reveses (por ejemplo, la irregular producción de Libia y Sudán) sobre los cuales tenemos poco control. Pero el largo plazo es diferente. Al alentar la producción, se puede mejorar la seguridad energética y ayudar a estabilizar los mercados globales y los precios mediante un mayor suministro.

Primero, un poco de contexto sobre los recursos de petróleo y gas natural de Estados Unidos.

En 2000, se estimaba que las provisiones norteamericanos eran de 1,000 billones de pies cúbicos, ahora los cálculos rondan en unos 2 mil billones de pies cúbicos o incluso más. Los aumentos son un reflejo, principalmente, del gas de esquisto, cuya producción se consideró en una época demasiado costosa, porque está firmemente apresado en formaciones. El fracturamiento hidráulico (inyectar agua en las formaciones para liberar el gas) y las perforaciones horizontales (extender un caño a lo largo de la formación en lugar de perforar muchos pozos verticales) bajaron los costes.

El petróleo es más difícil. En 2009, la ‘reservas probadas’ de Estados Unidos eran 22 mil millones de barriles. Eso es menos del 2% de las reservas mundiales, una cifra a menudo citada por Obama; es diminuta, considerando que los norteamericanos consumimos casi 7, 000 millones de barriles anuales. Pero el concepto de reservas probadas es limitado e incluye sólo los yacimientos en que las perforaciones confirman que la explotación es económicamente viable.

En cambio, los ‘recursos’ son cálculos de petróleo económicamente explotable, sobre la base de la geología general y la tecnología de producción. Estos cálculos, aunque menos seguros, son mucho mayores.

El Consejo Nacional de Petróleo un grupo de funcionarios, asesores y académicos que aconseja al gobierno considera que los recursos de petróleo son de 274 mil millones de barriles, incluyendo 100 mil millones en el Ártico y 60 mil millones en aguas costa afuera de los 48 estados contiguos de Estados Unidos.

En tierra, aplicar el fracturamiento hidráulico al petróleo de esquisto ya ha estimulado un auge en Dakota del Norte; Texas y California tienen formaciones similares. Mientras tanto, el consumo de petróleo en Estados Unidos como reflejo de los precios elevados, los automóviles de consumo más eficiente y la débil economía— está cayendo. Finalmente, se calcula el petróleo de las arenas de alquitrán de Canadá (cuyo mercado natural es Estados Unidos) en 300 mil millones de barriles.

He aquí los ingredientes para una mayor seguridad. Llegar a una producción mayor que las importaciones, idea que defendía Nixon, no es necesario, si la mayoría de las importaciones provienen de Canadá y de otros países amistosos. La verdadera estupidez del rechazo de Obama del oleoducto Keystone XL fue alentar a Canadá a buscar otro lugar donde vender su excedente de petróleo.

Promover la producción también involucra empleos. Aparte de contratar más geólogos y trabajadores no calificados, las inversiones energéticas crean una demanda de fabricaciones ancilares.

Los precios bajos del gas natural promoverán ‘la re-industrialización de Estados Unidos’ al favorecer sitios en el país para instalar plantas petroquímicas (gas es una materia prima) e industrias con alto costo energético, expresa un estudio de Citigroup. Un titular del Wall Street Journal sobre la industria del acero repite ese punto: ‘Boom de gas natural provoca precios bajos de combustible, fuerte demanda de cañerías’.

Hasta ahora, el aumento de producción ha sido un resultado principalmente de iniciativas privadas. Para continuar, se necesita más apoyo público porque muchos yacimientos están en tierras públicas y otros proyectos requieren permisos gubernamentales. Obama ha pasado gran parte de su primer período atacando a las compañías de petróleo y elogiando la energía eólica y solar, que suministran un 1.2 y un 0.1% de la energía primaria de Estados Unidos y casi no tienen nada que ver con el consumo de petróleo.

Obama contesta que no podemos superar la dependencia mediante las perforaciones. Es cierto. También debemos restringir la demanda; las normas del gobierno para una mayor eficiencia de combustible en los vehículos son una posibilidad. El gobierno está suavizando su hostilidad hacia el petróleo, expresa Frank Verrastro del Center for Strategic and International Studies.

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