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- 15/05/2014 02:00
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En un ambiente laboral, hay todo tipo de conductas propias del recurso humano que tienen que ser manejadas por el gerente, el encargado de departamento o hasta por el dueño del negocio.
Las distintas personalidades deben ser manejadas adecuadamente y con profesionalismo para no crear un caos en el entorno laboral ni perjudicar el negocio.
A continuación, algunos posibles tipos de personas ‘negativas’ de los integrantes de nuestro equipo de trabajo y cómo enfrentarlas de forma positiva para nuestra organización.
La clasificación no implica que debamos poner una etiqueta determinada a cada uno de los miembros de nuestro equipo, pero puede ayudarnos a identificar las características y actitudes que se pueden presentar en un momento dado y ante determinadas situaciones en ellos.
EL PREGUNTÓN
Lo que hace: Una de dos, o nos quiere hacer quedar mal o quiere conocer siempre nuestra opinión, procurando conseguir que apoyemos su punto de vista.
Lo que debemos hacer: Traspasar sus preguntas al grupo, sin resolver personalmente los problemas y sin tomar partido.
EL BUSCA PROBLEMAS
Lo que hace: Parece como que le gusta herir a los demás o incluso puede que tenga motivos legítimos para quejarse.
Lo que debemos hacer: No perder la calma. En ese caso, procuraremos que el grupo le ignore momentáneamente y le diremos que estudiaremos su problema más tarde y en privado. Suele valer la excusa de la limitación del tiempo de reunión.
EL NEGATIVO
Lo que hace: Le encanta discutir porque sí, le place oponerse a todo y a todos; a veces, a pesar de tener buen carácter, está fuera de sí por culpa de ciertas preocupaciones personales.
Lo que debemos hacer: Debemos procurar resaltar lo positivo de sus intervenciones y después, cambiar de tema. No debemos dejarnos desmontar por su negatividad.
EL SABELOTODO
Lo que hace: Quiere imponer su opinión a todos. Puede que esté realmente bien informado o puede ser un simple charlatán.
Lo que debemos hacer: Pararle los pies con preguntas difíciles. Reforzar la confianza del grupo para que no se deje imponer por este tipo de participante, por ejemplo, preguntando al grupo: ‘aquí tenemos un punto de vista interesante: ¿qué piensas al respecto?’.
EL MUDO
Lo que hace: Parece desinteresado de todo. Puede que se sienta por encima o por debajo de los temas.
Lo que debemos hacer: Intentar despertar su interés, preguntándole su opinión sobre un punto que sepamos que él conoce. Debemos demostrar que respetamos su experiencia sin exagerar y haciendo entender al grupo nuestra intención o explicando mejor aquello que él no entiende.
EL COLABORADOR
Lo que hace: Siempre se muestra dispuesto a ayudarnos. Muestra seguridad en sí mismo y convencimiento.
Lo que debemos hacer: Utilizarlo a menudo, facilitando que aporte su contribución, ya que es una valiosa ayuda durante las discusiones. No olvidemos mostrar nuestro agradecimiento.
EL DISTRAÍDO
Lo que hace: Está ‘en la luna’. Distrae a los demás, hablando del tema o de cualquier otra cosa.
Lo que debemos hacer: Cuestionarlo con alguna pregunta fácil y directa, iniciándola por su nombre. Repetir la última idea expresada en el grupo y pedirle su opinión al respecto.
Para la psicóloga laboral Nicosia Rivas, nuestra capacidad de liderazgo será mayor en la medida en que sepamos identificar y minimizar las causas que provocan tensiones en nuestro equipo de trabajo.
Podemos dirigir nuestra empresa con autoridad y por ‘ordeno y mando’ y puede incluso, que así sea más fácil. Pero la comunicación, el compromiso, el apoyo, la imaginación, la confianza, la motivación, la creatividad, la calidad de servicio, la flexibilidad y la emoción, no se pueden establecer por decreto. Y la inteligencia, por sí sola, no sirve de mucho, aclaró la experta.
Según consejos de Rivas, todo gerente o dueño de una empresa debe tomar en cuenta ciertas obligaciones como: Ser conscientes de nuestras emociones para poder modificar nuestros estados de ánimo desfavorables y cuidar nuestra autoestima; mantener nuestro equilibrio anímico; transmitir motivación; controlar nuestros impulsos y cuidar nuestra sociabilidad y empatía.
Con estas puestas en práctica, según Rivas, todo será mejor para el empleado y para el empleador.