El misterio de los puestos de trabajo

Actualizado
  • 21/06/2014 02:00
Creado
  • 21/06/2014 02:00
La semana pasada, indiqué que el mercado laboral está enviando señales ambiguas. Por un lado, está claro que ha mejorado

La semana pasada, indiqué que el mercado laboral está enviando señales ambiguas. Por un lado, está claro que ha mejorado. Hemos superado el pico de empleo anterior a la recesión. Hay 8.8 millones más de puestos de trabajo que en el punto más bajo.

La tasa de desempleo ha caído un 6.3%. Al mismo tiempo, el número de los desempleados, 9.8 millones, sigue siendo alto, y 7 millones de personas que han abandonado la fuerza laboral —no buscan trabajo— expresan que les gustaría tener trabajo. Otros 7.3 millones de trabajadores a tiempo parcial, dicen que querrían trabajar más horas.

Definitivamente un panorama mezclado. Ese retrato confuso presenta un segundo aspecto —la calidad del trabajo. Los críticos sostienen que el aumento del empleo ha ocurrido desproporcionadamente entre los trabajadores de baja remuneración. El incremento de puestos, se dice, se concentra en sectores de bajos jornales: restaurantes al paso, tiendas, hoteles y ayuda temporaria.

‘Como resultado de un crecimiento desequilibrado en el empleo, el tipo de trabajo disponible para trabajadores desempleados, trabajadores nuevos en el mercado laboral e individuos que buscan ascender en su carrera, es marcadamente diferente del que existía antes de la recesión,’ dice un análisis citado frecuentemente del National Employment Law Project (NELP), un grupo de investigaciones y de incidencia de tendencia izquierdista.

El NELP comparó industrias con jornales por hora bajos (entre 9.48 y 13.33 dólares por hora), medios (entre 13.73 y 20 dólares) y altos (entre 20.03 y 32.62 dólares). Halló que los sectores de jornales bajos representaron el 44% del crecimiento laboral entre febrero de 2010 —el punto más bajo en el empleo— y abril de 2014. Esa cifra representa el doble de la porción de puestos de bajos jornales perdidos durante la Gran Recesión (22 por ciento). En cambio, el aumento de puestos en industrias de jornales medios y altos representó sólo un 26% y 30% del total, muy por debajo de las porciones de puestos perdidos, 37 y 41%.

Dos cosas parecen estar ocurriendo aquí. Primero, se está produciendo un viraje gradual a largo plazo hacia puestos de jornales bajos. Todos los sectores parecen expandirse a lo largo del tiempo, pero el de los puestos de jornales bajos lo está haciendo a mayor velocidad.

En diciembre de 2000, los puestos de trabajo de jornales bajos representaron un 32.6% de todos los puestos del sector privado; para abril de 2014, esa porción era del 35.4%. En el mismo período la porción de puestos de trabajo de jornales altos cayó de un 33.7% a un 32.7%. Porque hay renovación entre los trabajadores ya existentes, las opciones que enfrenta alguien que busca trabajo son menos sesgadas de lo que implican sólo los puestos nuevos.

Segundo, los patrones de contratación en esta recuperación no son excepcionales. Las empresas con trabajadores de jornales bajos habitualmente representaron una porción mayor de empleos nuevos en décadas recientes —por ese motivo la proporción de empleo general ha subido.

El economista David Altig, del Federal Reserve Bank de Atlanta, examinó recuperaciones remontándose hasta 1970 y halló que las industrias de jornales bajos ‘constantemente produjeron de un 40 a un 50%’ del aumento de los puestos de trabajo. Sin embargo, la porción en este ciclo es más bien alta, señaló.

Un motivo, dice NELP, es que la crisis financiera afectó con particular fuerza algunos puestos bien remunerados en el sector de la vivienda, de las finanzas y de la construcción. Esos sectores no se han recuperado totalmente. Pero los empleadores de empleados de bajos jornales podrían ser también más flexibles, dice el analista de NELP, Mike Evangelist. Pueden ajustar su fuerza laboral más rápidamente a una demanda cambiante.

‘No es de sorprender que estas firmas estén agregando trabajadores,’ dice. ‘Esos trabajadores son en cierta manera desechables. [Las empresas] pueden contratarlos rápidamente y deshacerse de ellos rápidamente.’ Los gastos de capacitación no son altos; los jornales y beneficios, por definición, son modestos. El recambio es alto, por lo que las empresas a menudo pueden lograr reducciones sin despedir trabajadores. La renuencia de las empresas a agregar trabajadores mejor remunerados con costos de capacitación más pronunciados puede reflejar una falta de confianza en la recuperación.

Hay un círculo vicioso en funcionamiento. La confianza baja reduce la contratación; ese factor debilita la recuperación y socava la confianza. El aumento de puestos mejor remunerados sería un factor positivo en sí mismo. Reduciría la ansiedad y elevaría el poder adquisitivo. Y lo que es igualmente importante, podría enviar la señal de que las empresas —finalmente— piensan que la recuperación es real.

ANALISTA

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