El vino, otra conquista de la economía china
Con 600 mil hectáreas, China se ha situado ya como el segundo país del mundo en superficie de viñedos, superando a Francia

¿Quién iba a imaginar hace unos años que el país del ‘baiju', un licor de cereales chino con una elevada graduación alcohólica, iba a combinar sus populares -y peligrosos- brindis con este brebaje, casi imprescindibles para cerrar exitosamente un acuerdo de negocios en la segunda economía mundial, con una progresiva popularización del vino y la aspiración oficial de crear un producto doméstico de calidad?
A unos 40 kilómetros al suroeste de Pekín se encuentra el distrito de Fangshan, una zona especialmente fértil al situarse entre las montañas Taihang y varios ríos y lagos. Su geografía y una suerte de microclima lo transformaron, hace años, en un enclave tradicional del cultivo de arroces, trigo y frutas de alta calidad. Y, desde comienzos de siglo, también de vino.
Wang (apellido ficticio, ya que prefiere guardar el anonimato) es el dueño de un ‘chateau' (castillo) en esa zona. Animado, emplaza una y otra vez al periodista a brindar con él al grito de ‘¡Gan Bei!', una expresión que todo aquel que haya pasado un tiempo razonable en China sabe que equivale a levantarse ipso facto de la mesa y vaciar, de un solo trago a ser posible, el ‘baiju' del recipiente.
Una escena clásica de los banquetes chinos, si no fuera porque, además de con ese licor amargo, el propietario de la malograda réplica de un castillo de Burdeos brinda también con copas de vino.
Un vino que, además, produce en los viñedos que rodean al rococó edificio, resultado de una iniciativa de las autoridades locales de convertir esa zona de Pekín en la meca del vino del país asiático.
‘Aún hay mucho camino por recorrer', admite frente a la prensa el viticultor Fang Weixing, que pasó unos años en Francia para formarse y aplicar lo observado a su regreso a China.
Desde entonces, trabaja en el ‘chateau' Bolongbao, muy cercano al de Wang y que forma parte de los 33 existentes, o en proceso de construcción, en ese distrito pequinés para la producción de vino, en su mayoría tintos de uvas cabernet sauvignon y merlot que fermentan y envejecen en barriles de roble europeo.
Lo que ocurre en Fangshan es el reflejo de una tendencia que existe, desde hace más tiempo, en otras partes de China. Sobre todo en la provincia oriental de Shandong, en Xinjiang y Ningxia, al noroeste, y en Henan, en el centro, los lugares con mayor número de viñedos de la potencia asiática, que impulsa las actividades vinícolas desde la década de 1980, cuando se pusieron en marcha las primeras plantaciones de viñedos de procedencia extranjera.
Una concentración que ha ido en aumento y que el pasado abril consolidó a China como el segundo país del mundo con la mayor superficie de viñedos (unas 600 mil hectáreas, aproximadamente el 8 por ciento de la extensión mundial de viñedos, de acuerdo a un informe de la Oficina Económica y Comercial de España en China), quitando el puesto a Francia y solo por detrás de España, según anunció entonces la Organización Internacional del Vino.
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TRAYECTORIA PRODUCTIVA
Gran parte de la producción se utiliza para uva de mesa
Desde 2008 y hasta 2013, el último año del que se tiene recuento, la superficie dedicada al cultivo de la vid ha crecido en China un 19%.
Se producen unos 11 millones de hectolitros anuales.
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