‘El Rebusque', un oficio de muchos venezolanos

Actualizado
  • 11/02/2019 01:00
Creado
  • 11/02/2019 01:00
En la ciudad colombiana de Cúcuta, muchos migrantes de Venezuela realizan trabajos informales para enviar dinero a sus familias afectadas por la crisis económica

Oficios de los más diversos, desde hacer malabares en las calles o trabajar de camareros, son el medio de supervivencia de muchos venezolanos que se rebuscan la vida en la ciudad colombiana de Cúcuta para subsistir y mandar a sus familias un poco de dinero que les permita sobrellevar la crisis.

Ganarse la vida no es fácil ya que Cúcuta es desde hace tiempo el municipio de Colombia con la cifra más alta de informalidad, pues según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) esa urbe tuvo a un 70.1% de su población dedicada a este tipo de oficios entre septiembre y noviembre del año pasado, reporta la agencia Efe .

De esas estadísticas hace parte Ángel García, quien llegó a Colombia hace dos años buscando mejor vida para sus dos hijas y su esposa, que tiene 7 meses de embarazo, y para conseguirlo trabaja poniendo cejas postizas en el parque Mercedes Ábrego, adornado con una escultura de esta mártir de la independencia de Colombia que fue ejecutada en 1813 por los españoles por haber tejido el uniforme de brigadier al libertador Simón Bolívar.

INFORMAL

En Cúcuta más del 70% de su población está dedicada a trabajos informales.

De esas estadísticas hace parte Ángel García, quien llegó a Colombia hace dos años buscando mejor vida para sus dos hijas y su esposa.

Venezuela atraviesa en la actualidad una crisis económica y política.

García, que publicita su trabajo con un trozo de cartón que lleva colgando del pecho y en el que dice ‘Se colocan pestañas y se pigmentan cejas', abandonó su natal Guacara, una ciudad del estado Carabobo, en el norte de Venezuela, con la mirada puesta en poder volver algún día a su país y gastar el dinero que consiga en Cúcuta.

‘En realidad trabajo acá para gastar allá, la idea mía es llevar de acá para allá y que el dinero me rinda, pero en realidad el dinero no rinde', relató García.

Para cumplir con la meta del día, García es ayudado por su esposa, que vende café, y por su madre, Teresa Gómez, quien vive con ellos desde diciembre pasado porque ‘se cansó de pasar penurias' en Venezuela.

En el Mercedes Ábrego, donde el comercio formal e informal coinciden a diario ante la mirada atenta de los centenares de transeúntes, también encontró un espacio para trabajar Rodolfo Cruzado, que lleva cuatro meses vendiendo churros en un puesto que está en la esquina del parque.

En Valencia, capital de Carabobo, Cruzado dejó a su familia y una tienda que tuvo que cerrar porque no tenía como ‘sustentarla más'.

Sin embargo, Cruzado mira con esperanza el futuro e incluso dice que si le toca transportar hacia su país la ayuda humanitaria internacional que está en Cúcuta, lo hará sin problemas.

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