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La reactivación del comercio condicionada a una hoja de ruta y al acceso al recurso económico
- 20/06/2020 00:00
Conforme transcurren los días se intensifican los retos a la subsistencia del comercio doméstico e internacional. Somos testigos de cómo las perspectivas son cada vez más desfavorables, incrementándose el número de comercios condenados al fracaso.

Tal como lo ilustran las estadísticas locales en el ámbito panameño (Umpyme), más de 40 mil empresas probablemente no sobrevivan a la pandemia. Una realidad de la cual no escapan las economías avanzadas. De acuerdo con el reporte de Main Street, para abril 2020 ya se estimaba el cierre potencial de 7,5 millones de pequeños negocios en Norteamérica.
Frente a esta realidad, muchos empresarios ponen en duda su capacidad de subsistir, principalmente porque no comprenden cómo accionar, cómo utilizar los medios legales, y lo más importante, cómo obtener el recurso económico.
Primero que todo, cabe resaltar la importancia de identificar las áreas clave que conforman el engranaje de una empresa en particular, tales como: operativa, cadena de abastecimiento, finanzas, administración de riesgos, comercialización y marca, recursos humanos y fiscal.
A partir de ello, se da paso a la cuantificación de las afectaciones. Acción fundamental para que el propietario o administrador conozca la realidad de las operaciones. Esto parece ser una reacción lógica e inmediata, sin embargo muchos la obvian, y terminan por actuar impulsivamente o copiando el actuar de otras unidades.
Cuantificadas las afectaciones, es posible trazar un mapa u hoja de ruta que se convertirá en una guía para la determinación de prioridades. Es decir, por dónde empezar y desde ahí, continuar.
Entre la lista de prioridades que probablemente surjan de este análisis, listamos:
En primer lugar, la evaluación de la cartera actual de clientes, y de los potenciales nuevos perfiles. Punto clave, dado que el panorama actual ha generado nuevas necesidades que se convierten en oportunidades de negocio. No sería lógico ofertar algo que va a tener una baja o una nula demanda. Aquí es importante aclarar que no se trata de incursionar en aguas desconocidas, se trata de transformar lo que usted ofrece, adaptarlo a las exigencias del mercado.
Segundo, determinar las afectaciones de las cadenas de abastecimiento y evaluar las potenciales alternativas o soluciones para satisfacer las necesidades de sus clientes actuales y futuros. No puede trabajar en la reforma de la cadena de abastecimiento, si no sabe qué es lo que busca ofrecer.
Tercero, evaluar la fuerza de trabajo. Lo que determine en el primer y segundo paso es clave para evaluar si sus colaboradores cuentan con las habilidades para satisfacer la oferta y demanda. Principalmente en tecnología, la cual ha ganado auge. Hoy por hoy somos testigos de que muchas jurisdicciones han integrado normativas que versan específicamente sobre términos y condiciones bajo esta modalidad. Algo que no se manifestaba en materia de marcos jurisprudenciales, principalmente en América Latina.
Cuarto, determinar la situación del negocio con respecto a sus obligaciones estatales. Cabe señalar la importancia de estar al día con las imposiciones fiscales, temas de prestaciones, y otros compromisos que se originan de la actividad para con el Estado. De lo contrario, esto puede limitar cualquier otra iniciativa que se tenga para la reactivación del negocio.
Quinto, evaluar la administración de riesgos, considerando las exposiciones que se generan del giro normal del negocio. Además de considerar los riesgos de mercado o sistémicos, los cuales el cisne negro o covid-19 ha demostrado que son una amenaza inminente.
Sexto, determinar la situación financiera actual y solventar los problemas de liquidez. Probablemente, el recurso económico sea lo que más ronda en nuestro pensamiento en torno a los esfuerzos de reactivación, y queramos darle la prioridad que claramente se merece. Sin embargo, si usted no realiza las evaluaciones previas, y otras que se deriven de dicha tarea, no podrá determinar lo necesario para actuar. No tendría claro cuál es el problema de liquidez que debe solucionar.
Muchos comercios hoy no cuentan con el capital de trabajo para poner en marcha una hoja de ruta, sumado a que tampoco disponen del perfil de crédito que exigen los financiamientos bancarios, una limitación que exacerba las amenazas a la subsistencia.
Frente a este reto de liquidez, los $150 millones dirigidos al comercio, servicios y agro panameño mediante el plan de recuperación económica para mipymes, juegan un papel muy importante.
De acuerdo con el Ministerio de Comercio e Industrias (Mici), este plan se segrega en cuatro programas.
Primero, el de activación de capital para las microempresas, otorgando hasta $10 mil sin intereses. Segundo, el programa de crédito preferencial para la pequeña y mediana empresa, que otorga hasta $150 mil a bajos intereses. Tercero, el programa de fondo de garantía con el cual el negocio podrá contratar financiamiento con la institución de su elección. Por último, el enfocado en la banca de oportunidades para la promoción del emprendimiento, desarrollado por mujeres y jóvenes.
Aunque es un alivio escuchar sobre estas facilidades, no se puede obviar el hecho de que hay ciertas condiciones en temas de validación y requisitos que probablemente sean empleadas, tal y como se registra en otras regiones como Norteamérica y Europa, donde esquemas similares de financiamiento garantizados por los gobiernos han sido puestos a disposición. Sin embargo, el respeto hacia los procesos de validación de documentación y el cumplimiento de la debida diligencia son obligatorios para salvaguardar la seguridad y la estabilidad de los sistemas.
Estamos en un panorama en el que las mipymes, tanto en el ámbito doméstico como internacional, están enfrentando fuertes retos en lo que concierne a liquidez. Y es ahí donde radica la relevancia del análisis de las áreas y las prioridades, para determinar qué otros vínculos y estrategias pueden ser considerados.
Dicho esto, surgen otros cuestionamientos sobre el lapso en el que se ejecutarán las acciones citadas. Reconocemos que existe una premura y todos quisiéramos notar resultados en períodos cortos. No obstante, hay que dejar claro que no existe un periodo específico, y que embarcarse en la hoja de ruta es adentrarse en un proyecto que evolucionará en la medida en que se esté comprometido con el éxito.
Si usted es independiente, ¿estas consideraciones son necesarias? Definitivamente sí, porque el hecho de brindar servicios o promover productos conlleva un flujo de trabajo donde, a pesar de que ignoremos varias de las áreas clave citadas, se llevan a cabo acciones relacionadas. Ejemplo, coberturas de riesgo que abarcan siniestros y equivalen a la contemplación de la administración de riesgos.
En publicaciones previas hemos hecho referencia a medidas en la plaza doméstica e internacional, que pueden ser de utilidad para la subsistencia del comercio, las reorganizaciones formales e informales. Sin embargo, dichas medidas son inservibles si no se emplea una hoja de ruta que permita delimitar acciones para la ejecución de planes.
De acuerdo con algunos indicadores, el 70% de las empresas que consideran la implementación de un plan como guía, logra el éxito, además de satisfacer necesidades de capital de trabajo en los momentos programados como inesperados. Contrario a aquellos que ignoran el detalle de la organización, alrededor del 36%, que solamente logran salir adelante, y con dificultades.
