'En Panamá hay una cultura que propicia la inclusión financiera', afirma Gerente de Grupo Credicorp

Actualizado
  • 19/02/2022 00:00
Creado
  • 19/02/2022 00:00
Para Silvia Noriega, gerente de sostenibilidad de Grupo Credicorp, la bancarización en Latinoamérica enfrenta retos en materia de inclusión. Al analizar el Índice de Inclusión Financiera 'Brechas de género: un enfoque interseccional', destaca el rol de Panamá como un 'hub' con cultura financiera
Silvia Noriega lideró el lanzamiento e implementación del 'Programa de Equidad de Género de Credicorp', durante los años 2019 y 2020.

Silvia Noriega, gerente de sostenibilidad de Grupo Credicorp, analiza en una entrevista los resultados del nuevo Índice de Inclusión Financiera (IFF) de Credicorp, 'Brechas de género: un enfoque interseccional', elaborado por Ipsos; se trata de un documento en el que reposan los indicadores que evidencian las brechas de género en materia de inclusión financiera en Panamá y el resto de América Latina. Temas como la pobreza, la educación, el estrato social, el acceso a la tecnología, y el desempleo se mantienen como condicionantes en este tema y es menester, según explica la ejecutiva, lograr acuerdos entre los gobiernos y el sector privado para revertir esta realidad socioeconómica. De acuerdo con el informe, el 51% de la población latinoamericana se ubica en un nivel bajo en el IIF. Existe un 34% de ciudadanos que se encuentran en progreso y solo un 16% que reporta un óptimo nivel de inclusión. Por otra parte, las mujeres muestran desventajas en todas las dimensiones: solo el 11% de estas se encuentra en el nivel logrado u óptimo de inclusión en comparación con el 21% encontrado en los hombres; además, más de la mitad de las mujeres ocupa el nivel bajo, a diferencia de los hombres cuyo porcentaje alcanza el 45% . Destacan de manera especial, como los países donde hay una mayor proporción de mujeres en el nivel logrado de inclusión financiera: Chile (33%) y Panamá (33%), seguidos por Ecuador (20%); en un segundo nivel se encuentran Colombia (12%), Bolivia (12%) y Perú (12%), mientras que México (6%) se ubica en la última posición.

Actualmente presentan el Índice de Inclusión Financiera de Credicorp, 'Brechas de género: un enfoque interseccional', elaborado por Ipsos. En este destacan que el 51% de la población latinoamericana se ubica en un nivel bajo de inclusión financiera, mientras existe un 34% de ciudadanos que se encuentra en progreso y solo un 16% reporta un logrado u óptimo nivel de inclusión.

Efectivamente el principal hallazgo que hemos encontrado es que el nivel general de inclusión financiera en la región es de un 38.3%, un nivel relativamente bajo, lo que significa que todavía tenemos brechas importantes por cubrir. El tema de la inclusión es un desafío grande en la región y debe ser abordado desde muchos frentes; las personas no están insertas en el sistema financiero formal y si lo están, tienen a lo mejor un producto que no terminan de entender o utilizar plenamente; no usan los servicios financieros a su favor para mejorar su calidad de vida. Esto se debe en general a una cultura de informalidad en nuestros países; hay un desconocimiento respecto al sector financiero y sus beneficios y esto nos muestra que el reto es grande y que somos muchos actores los que tenemos que trabajar para mejorar esta situación y que cada vez más personas lleguen a un nivel deseado de inclusión.

Los países donde hay una mayor proporción de mujeres en el nivel 'logrado' de inclusión financiera son Chile y Panamá, seguidos por Ecuador. En un segundo nivel se encuentran Colombia, Bolivia y Perú, mientras que México se ubica último, ¿a qué se debe?

Lo que interpretamos es que hay un tema cultural importante porque Panamá ha sido un hub financiero por muchos años y esto ha ayudado a que la gente internalice la relevancia del sistema financiero. Panamá tiene una cantidad importante de personas con cuentas de ahorro; por ejemplo, es el país que con la mayor cantidad de mujeres con cuentas de ahorro; es el que tiene una mayor cantidad de gente de clase media inserta en el sistema financiero, versus otros donde puede ser solo la clase alta. Sentimos que en el caso de Panamá y Chile la gente está un poco más informada, educada respecto a los beneficios del sistema financiero y hay una cultura que propicia la inclusión.

Una bancarización “a medias”, ¿cómo nos afecta?

Estar bancarizado, te permite tener productos financieros de forma segura y transaccionar digitalmente lo cual también es más seguro, flexible y permeable; puedes transaccionar en cualquier momento y lugar, esto te da más versatilidad incluso sin moverte de tu casa; también puedes tener productos relevantes como los seguros inclusivos, que es algo que se está trabajando desde Pacífico en Perú, y sirven para que pequeños emprendedores puedan asegurar sus negocios ante eventuales temas como un incendio, un sismo... o que una familia que no tenga muchos recursos económicos se pueda asegurar por muy poco dinero mensual, contra el cáncer; entonces puedes cubrir aspectos específicos que generan una mayor preocupación y estar cubierto frente a potenciales crisis o emergencias que se pueden presentar y son las que usualmente atacan las finanzas de una familia y la dejan en una situación precaria sin poder responder. La bancarización en general te protege de una serie de eventos adversos, te da flexibilidad, seguridad y facilidad para moverte, lo que aumenta la calidad de vida.

Con el 'shock' del confinamiento, millones de usuarios en Latinoamérica y el Caribe sintieron la necesidad de acceder a herramientas bancarias de forma remota y digital, pero, ¿cómo alteró la pandemia la brecha de género y falta de acceso a la banca?

Ese fue uno de los aspectos interesantes de la pandemia, que ha permitido que se masifique la digitalización a una velocidad mayor a la que sin pandemia hubiese ocurrido, porque muchas personas se han visto obligadas a transaccionar digitalmente. Esto ha ido forzando la generación de confianza. Esto ha funcionado tanto para hombres como para mujeres, sin embargo, la brecha de género es preexistente y tenemos que trabajarla entendiendo qué la genera, mirando dónde están las diferencias y una vez que las encuentras, tienes que indagar y ver qué le preocupa a las mujeres y qué necesidades tienen que no se están cubriendo a través de los productos que hoy existen o si simplemente es un gap de desconocimiento que se puede cubrir articulando los productos a una capacitación específica y permanente, a un acompañamiento. Esas son las soluciones que hay identificar mientras vamos profundizando en el desafío.

El Índice establece que en los países de la muestra, excepto en México, más de la mitad de las mujeres de nivel socioeconómico alto tienen cuentas de ahorro o corrientes. Cabe resaltar los casos de países como Panamá, Colombia y Ecuador, donde este porcentaje supera el 85%. Sin embargo, la situación de quienes se encuentran en el nivel socioeconómico bajo es significativamente distinta, pues solo el 19% cuenta con este producto financiero.

Este tema está articulado con el nivel educativo: si observas las variables interseccionales verás que las personas con un nivel educativo básico son las que tienen menor acceso al sistema financiero. Quien está en un nivel socioeconómico y educativo bajo, vive en una zona rural y es una mujer mayor de 43 años, tendrá menores probabilidades estar inserto financieramente. Hay que contemplar espacios de educación financiera y ver la manera de cubrir esas brechas. Una vez que son clientes y tienen un producto, el acompañamiento es importante, dar acceso a la capacitación de gestión de negocios para adquirir deudas y créditos y hacer crecer los negocios. La capacitación desde la institución financiera es un factor clave. También, como lo estamos haciendo con este índice, es importante mostrar y evidenciar las brechas para que el sector público pueda tomar la información y robustecer sus políticas de inclusión y educación financiera. Este es un tema alineado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que tienen que ver con la reducción de las desigualdades, el crecimiento económico, el empleo decente... entonces aquí, la inclusión financiera es un aspecto fundamental para lograr la reducción de las desigualdades y el Estado juega un rol clave en ello.

Según el Banco Mundial, los países que han logrado más avances con miras a la inclusión financiera son los que han creado un entorno normativo y reglamentario propicio (rol del Estado). ¿De qué manera pueden el sector público y privado y la academia, sumarse a una estrategia de sostenibilidad que además contemple la ruptura de la brecha de género?

Hay muchas organizaciones financieras que ya trabajan proactivamente por la inclusión. Por ejemplo, en Bolivia, el Estado exige a las entidades financieras que eduquen, es decir, se convirtió en un rol normado. Hay distintas mixes que pueden lograr que esto se dé y es importante ver qué es lo mejor para un país con tal de que estas brechas se identifiquen y atiendan. Nosotros estamos empezando un piloto en Mi Banco Perú, donde en un microcrédito para mujeres estamos incorporando aspectos de violencia de género, es decir, estamos educando a la mujer respecto al empoderamiento financiero y lo que significa la violencia económica, donde muchas veces la pareja no se siente cómoda con que la mujer se vaya volviendo independiente económicamente y no le da soporte cuando ella quiere crear un negocio o pedir un préstamo. Esos temas hay que irlos trabajando en la dinámica familiar para que vaya cambiando el chip y se muestren ejemplos de mujeres exitosas y cómo eso hace feliz al esposo e hijos, lo que hace que la familia prospere como una unidad económica. Son aspectos de los que tenemos que ir hablando y desmitificando roles que no son específicos de hombres o de mujeres.

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