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- 15/12/2012 01:00
- 15/12/2012 01:00
WASHINGTON. Éste no es un buen momento para iniciarse en la vida. Los puestos de trabajo son escasos, y aquellos disponibles a menudo ofrecen salarios inesperadamente bajos. Comenzar una familia —siempre estresante y lleno de incertidumbre— es cada vez más difícil. La economía débil engendra debilidad en la formación de familias. Lo sabemos instintivamente, pero varios estudios nuevos profundizan ahora nuestra comprensión del asunto.
Cuando el mercado laboral opera bien, crea una escalera mecánica económica. Al terminar la escuela secundaria o la universidad, los jóvenes trabajadores generalmente cambian de trabajo con frecuencia, hasta que encuentran algo adecuado para su talento y temperamento. Los cambios laborales a menudo significan mayores salarios; la gente se mueve para progresar. Cuanto más éxito tienen, más confianza tienen en casarse y tener hijos.
Las pruebas más asombrosas del mal funcionamiento de esa escalera mecánica es el colapso de casamientos y nacimientos. Los casamientos han ido declinando durante años. Ahora, en un nuevo estudio, el Pew Research Center encuentra que en 2011, la tasa de natalidad de Estados Unidos (nacimientos por 1,000 mujeres entre las edades de 15 y 44 años) cayó a su nivel más bajo desde, por lo menos 1920, el año en que se comenzó a tomar estadísticas fiables. Entre 2007 y 2011, la tasa de natalidad de Estados Unidos cayó casi un 9%.
La tasa total de fertilidad —el número calculado de hijos nacidos a mujeres adultas en su vida— ha caído durante cuatro años consecutivos a un 1.9% (la tasa de reemplazo es de 2.1%).
Los estados con grandes reveses económicos sufrieron caídas mayores en la tasa de natalidad, dice Pew. Es interesante que los nacimientos entre inmigrantes cayeran más agudamente que entre los estadounidenses nativos. En 2010 —año de los últimos datos detallados— cayeron un 13%, comparado con un 5% de declive entre las mujeres nacidas en el país. Los hispanos, tanto extranjeros como nacidos en Estados Unidos, experimentaron grandes caídas en la tasa de natalidad, un reflejo (dijo Pew) del excepcionalmente elevado desempleo y pérdida de riqueza, consecuencia de la recesión.
ESCENARIO
El sombrío mercado laboral ha perjudicado a todos los grupos etarios, pero a ninguno más que a los jóvenes. Analicemos los 23.4 millones de norteamericanos quienes, como promedio, fueron considerados ‘subempleados’ en el curso del pasado año. Ese grupo está compuesto de 12.7 millones de personas oficialmente desempleadas; 8.2 millones que trabajan a tiempo parcial pero desean puestos de tiempo completo; y 2.5 millones que desean trabajo pero están tan desalentados que ya no lo buscan.
De todos estos trabajadores, el 41% (9.5 millones) son menores de 30 años, muchos más que su porción en la fuerza laboral del 27%, informa Heidi Shierholz, del Economic Policy Institute, centro de investigaciones liberal que proporcionó esas cifras.
Un quinto completo de los trabajadores jóvenes pertenece a los ‘subempleados’. Como señala Shierholz, los jóvenes siempre tienen tasas de desempleo más altas. Pero ahora es peor. ‘Los trabajadores jóvenes son relativamente nuevos en el mercado laboral —a menudo buscan su primer o segundo trabajo— y por lo tanto, se los puede pasar por alto debido a su falta de experiencia’, expresa. ‘Si se los contrata, su falta de antigüedad los hace más susceptibles al despido’.
Pero no sólo la falta de puestos —o de puestos a tiempo completo— perjudica a los jóvenes. Los jornales también han caído, porque muchos solicitantes persiguen pocas vacantes.
Tradicionalmente, los mercados laborales en Estados Unidos se caracterizaban por enormes recambios: Los trabajadores dejaban sus empleos voluntariamente o se los despedía.
Los cambios de trabajo excedían la creación neta de puestos de trabajo, y los nuevos empleados ocupaban puestos que algún otro acababa de dejar. En conjunto, eso fue positivo, sostiene el estudio.
Los trabajadores a menudo pueden encontrar puestos mejor pagados. Pero este recambio está amainando. Como los empleadores crean menos puestos nuevos, los trabajadores no ceden los que ya tienen. A medida que el mercado laboral se congela, los jóvenes pierden su poder de negociación.
‘Como el cambio de puestos representa una porción importante del crecimiento de los salarios, especialmente para los trabajadores más jóvenes, este declive en el recambio refleja un declive en las oportunidades de los trabajadores para [obtener salarios más altos],’ escriben los autores del estudio, los economistas John Haltiwanger, de la Universidad de Maryland y Henry Hyatt, Erika McEntarfer y Liliana Sousa, del Census Bureau.
La superabundancia de los que buscan trabajo deprime los jornales de una segunda manera, sostiene el estudio.
NUEVAS EMPRESAS
Las empresas nuevas —que crean una porción desproporcionada de puestos nuevos— no deben pagar tanto para contratar. En 2001, los trabajadores de empresas de hasta 10 años de antigüedad ganaban el 85% de los trabajadores de firmas más antiguas.
Para 2011, se les pagaba sólo el 70%. Y esas nuevas empresas importan. Entre 1998 y 2011, crearon el 40% de los puestos nuevos, a pesar de representar sólo el 25% del total de las fuentes de trabajo.
Generalmente es un error generalizar sobre generaciones enteras. La mala fortuna y la mala coyuntura de los jóvenes actuales de 20 años probablemente pase. Las tasas de nacimiento podrían volver a ser lo que eran.
‘En el pasado, las mujeres que han postergado el nacimiento de los hijos, los tienen más tarde’, expresa D’Vera Cohn.
La recuperación económica podría fortalecerse; la jubilación de los baby-boomers creará nuevas vacantes; y los estudios indican que los jóvenes siguen siendo optimistas a pesar de los reveses.