¿A dónde vamos con el agro?

Actualizado
  • 26/02/2015 01:00
Creado
  • 26/02/2015 01:00
Es un sistema de producción débil, asustadizo, subsidiado, traicionado, con muy poco historial y menos futuro

Sin hacer un análisis histórico de la agricultura de Panamá podemos sacar algunas conclusiones que ponen en relieve las grandes deficiencias que tiene nuestro sistema agropecuario producto de la poca comprensión (por ignorancia) de la economía en la cual está inmersa. Es un sistema de producción débil, asustadizo, subsidiado, traicionado, con muy poco historial y menos futuro. No hay que ser un experto para comprender que vivimos en un mundo comercial donde todo fluye a la velocidad que va el mundo de la tecnología tratando de arrastrar una agricultura sin rumbo y sin guía.

Hay que reconocer que somos un país donde la agricultura siempre estuvo a la saga con algunos destellos guiados por los militares que con los recursos del estado podían crear una rama de la economía al mismo nivel que estaba Costa Rica u otros países del área. Es cierto que la agricultura tuvo un despunte importante (pero efímero) y que se logró exportar arroz; sin embargo, nunca se dijo ¿a qué costo? Aun así, se le brindó al productor panameño la oportunidad de transformar grandes extensiones de tierras baldías en polos de desarrollo. Asimismo, se transformó a los propios agricultores que se convirtieran en empresarios, ganaderos especializados, lecheros, agroindustriales, etc. Grandes grupos de campesinos sin tierra se transformaron en empresas colectivas y cooperativas de todo tipo.

Hubo, en esa época, cambios cualitativos importantes donde se amplió la frontera agropecuaria gracias a préstamos otorgados por los bancos públicos, privados, importadoras de insumos, etc. Lo importante era producir por que había que cubrir la demanda interna, sin embargo, a la vuelta de la esquina esta el ‘enemigo del productor subsidiado’: globalización.

La consecuencia de bajar los aranceles y permitir la importación indiscriminada y sin planificación trajo como consecuencia la ruina de muchos productores y su salida del mercado. Aquí hay que reconocer que muchas importaciones se han dado a intermediarios que nada tienen que ver con el sector primario y a espaldas de los productores. Al productor siempre se le amenazó con la globalización pero se hizo muy poco para prepararlo para ese momento. Todo giró alrededor de lo que exigían la IFIS (Instituciones Financieras Internacionales) y el productor se vio obligado a enmarcar su proyecto dentro de planes de inversión preconcebidos por estas instituciones. En estos planes de inversión siempre hubo componentes que no se podían ejecutar y que afectaban la rentabilidad de sus proyectos. Muchísimos productores que querían ampliar sus predios fueron limitados por los reglamentos de crédito exigidos por las IFIS. El Estado limitó conscientemente la dotación de recursos blandos para apoyar a los productores que querían ampliar sus explotaciones. Siempre se vieron obligados a adquirir fondos condicionados de las IFIS. No hay que olvidar que estas instituciones eran las liderizaban los cambios en los diferentes países. Ejemplo de ello era que se negaban a financiar ciertos rubros agropecuarios en ciertas áreas que eran considerados no rentables como el arroz o el maíz, que eran rubros que debería dar paso a la importación mediante los famosos contingentes. Era necesario abrirle paso a los productos de otros países que supuestamente eran mas eficientes, cuando lo que realmente hacíamos era dar ese subsidio a productores de esos países.

Nunca fue verdad que los productos bajaron de precio o que bajó la canasta básica. Por el contrario, todo ha ido subiendo hasta llegar a la canasta de hoy que tiene un control de precio de 22 productos. Un paliativo. Hoy, nos encontramos con un sector agropecuario, casi inexistente, a excepción de aquellas grandes empresas agropecuarias que pueden subsistir con sus recursos financieros. El micro y pequeños agricultor tienen miedo a invertir (a pesar de ‘0’ intereses) y son pocos los que se atreven ir al Banco de Desarrollo Agropecuario a buscar ayuda. Esta situación tiene dos vertientes y la primera es ‘reducir a la mínima expresión la cantidad de productores’ y la segunda ‘eliminar algunas instituciones del Sector Público Agropecuario’. Substituir el actual BDA por otro con característica de ‘banca comercial’ no va a funcionar porque en el sector hay mejores ofertas con otros bancos más eficientes.

ECONOMISTA

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