La burbuja de China revienta

  • 17/01/2016 01:00
China también es un gran importador y la reducción de su demanda es causa de la caída en los precios del petróleo

Washington – La burbuja de China se reventó. Ya no se considera a los administradores económicos del país como magos que pueden orquestar un crecimiento económico rápido, cualesquiera fueren los obstáculos. Nadie creyó que la economía de China crecería a un 10% anual para siempre, pero la retirada de un crecimiento económico de dos dígitos fue más rápida de lo esperado, y subyace al tumulto en el mercado de valores del país y sus repercusiones en el mundo.

China es un coloso económico tal que unos pocos puntos porcentuales menos en su crecimiento económico pueden tener efectos tremendos. Consideremos los números. Entre 2007 y 2011, el crecimiento económico anual de China promedió un 10.6%, indica el Fondo Monetario Internacional. En los tres años siguientes, el promedio fue de 7.6%. Se calcula que la cifra para 2015 en 6.9%. Las consecuencias se están propagando.

Aunque China tiene un excedente comercial masivo, también es un gran importador—de un valor de casi $2 billones en 2014—y la reducción de su demanda es causa principal de la caída mundial en los precios del petróleo y de las materias primas. (China representa un octavo del consumo mundial de petróleo y la mitad del consumo mundial de acero, informa el Wall Street Journal.) Los exportadores de materias primas (Australia, Brasil, Chile) están sufriendo. También lo hacen los proveedores asiáticos de China de componentes electrónicos (Corea del Sur, Tailandia).

El peor resultado—un escenario funesto—presentaría a China alimentando una deflación en todo el mundo. Su crecimiento económico continuaría deteriorándose agudamente, extendiendo la caída en los precios de las materias primas y la debilidad del comercio mundial. En todo el mundo, se producirían más recortes de producción, despidos y quiebras.

Sin predecir este tipo de calamidad, algunos observadores ven la ralentización actual como el comienzo de un largo descenso. ‘China se estancará', dice Derek Scissors, experto en China del American Enterprise Institute. Eso no significa un colapso, sino un lento movimiento a tasas de crecimiento económico entre un 1 y un 2%. Eso igualaría a las actuales tasas de Estados Unidos y Europa, aunque China no habría alcanzado los estándares de vida norteamericano y europeo.

China enfrenta dos problemas, dice Scissors, que sofocan el crecimiento económico: altas deudas y una población que envejece y se estanca. La población más anciana reducirá el tamaño de la fuerza laboral; el número menor de trabajadores obstaculizará la producción económica. (Entre 2015 y 2040, la población activa de China, de entre 15 y 64 años, caerá alrededor de un 14%, proyecta la Oficina de Censos de Estados Unidos. Eso representa casi 140 millones de personas.)

Mientras tanto, la deuda—familiar, de las empresas y del gobierno—creció en $20 billones en los últimos ocho años, dice Scissors. El servicio de la deuda reducirá la capacidad de los prestatarios de gastar e impulsar el crecimiento económico.

En teoría, un mayor número de inventos podría resolver ambos problemas. Pero a Scissors no cree que las perspectivas de China sean favorables, porque el Partido Comunista no desea adoptar plenamente el libre mercado y no protege la ‘propiedad intelectual' (patentes, copyrights: los frutos de los inventos).

En cambio, otros observadores consideran que China mantendrá un crecimiento económico rápido, aunque no tan rápido como en el pasado. Parte de la ralentización refleja problemas temporarios —excesivas inversiones en vivienda, industria pesada e infraestructura— que, presuntamente, se arreglarán con el tiempo. ‘El sector de propiedades (viviendas) aún es una carga para el crecimiento económico', dice el economista Nicholas Lardy del Peterson Institute. ‘Hay enormes inventarios de departamentos no vendidos en ciudades grandes. La construcción de viviendas nuevas bajó un 25%'.

Tampoco es el crecimiento de la deuda tan temible como parece, dice Lardy. Aunque la deuda familiar se elevó rápidamente, todavía está a niveles relativamente bajos comparada con otras naciones. Lo mismo se aplica a la deuda gubernamental. El principal problema yace en los préstamos de las empresas.

Lo que está teniendo lugar es un viraje histórico de la manufactura a los servicios (asistencia médica, viajes, bancos, entretenimiento) como impulsores del crecimiento económico. Los críticos prestan demasiada atención a la manufactura, que ha sido débil, y demasiado poca, a los servicios, donde los gastos fueron fuertes, sugiere Lardy. Los servicios representan ahora el 51% de la economía, una subida de un sexto desde 2010. Un motivo, explica Lardy, es que China mejoró su red de seguridad social—alrededor del 95% de la población cuenta con algún tipo de seguro de salud—lo que permite que los consumidores gasten algunos ahorros guardados para emergencias.

La cuestión fundamental es si China será una fuente de estabilidad y fuerza para la economía mundial—o lo opuesto. El objetivo de crecimiento económico anual del gobierno para los años 2016 a 2020 es de un 6.5%. Lograr eso sería un indicio de fuerza, a menos que se produzca por medio de una depreciación de la moneda o de gastos de infraestructura financiados por deudas. Eso sólo repetiría errores del pasado, dice el economista David Dollar, de la Brookings Institution, y sería una forma de pasar los problemas al futuro. También pondría en cuestión la vitalidad económica subyacente de China.

THE WASHINGTON POST

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