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Hay que garantizar la energía y diversificar la matriz energética
- 30/12/2015 01:00
- 30/12/2015 01:00
En años recientes Panamá estuvo forzada a tomar medidas de ahorro para evitar apagones de electricidad, situación que puso en evidencia que el país no tiene una política pública clara en energía, y menos una política de Estado. Para aportar al tema, conversamos con Ariel Yépez, jefe de la División de Energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Yépez recientemente publicó estudios sobre los retos del sector eléctrico en América Latina y el Caribe. Comienza el ‘Think Tank’ de La Estrella de Panamá .
¿DÓNDE DEBE UN PAÍS CENTRAR LOS ESFUERZOS DE SUS POLÍTICAS PÚBLICAS EN MATERIA ENERGÉTICA?
Lo que se busca fundamentalmente son dos cosas. La primera, la seguridad energética. Es decir, que la gente tenga electricidad, que los usuarios comerciales, residenciales y toda la actividad económica de un país cuente con flujo eléctrico. Segundo, impulsar la diversificación de la matriz energética, que la energía no esté en función de una sola tecnología o combustible. Entre más diversificada sea la matriz energética, se tendrá mayor garantía de que esa diversificación permita un mejor acuerdo de precios en el mercado. Por ejemplo, en el caso de Centroamérica y el Caribe, hay una participación muy grande de combustibles fósiles en la generación de electricidad. Panamá no es la excepción. Los países en esta situación son vulnerables a los precios del petróleo. Si los precios son muy volátiles, entonces el costo de la electricidad cambia muchísimo en función de los precios de los combustibles. Además, si se agrega que los precios de los combustibles están altos, como ha ocurrido en los últimos ocho años, el precio de la electricidad es caro. Por esas dos razones, lo que termina ocurriendo es que los países buscan diversificar la matriz energética, para incluir otras tecnologías que no están vinculadas a los combustibles fósiles. Las opciones son las energías renovables, y la energía renovable que se ha usado tradicionalmente en todos los países, y sobre todo en Centroamérica, es la generación hídrica.
PANAMÁ TIENE POTENCIAL DE DIVERSIFICAR LA MATRIZ ENERGÉTICA, POR LA GRAN DIVERSIDAD ECOLÓGICA. UNO DE LOS RETOS QUE TIENE ES EXPANDIR LA PRODUCCIÓN HIDROELÉCTRICA, PERO REQUIERE QUE LOS GRUPOS INDÍGENAS APOYEN ESTE TIPO DE PROYECTOS. ¿CÓMO HAN HECHO OTROS PAÍSES PARA SUMAR A LOS GRUPOS QUE SE OPONEN A LA GENERACIÓN HIDROELÉCTRICA?
Lo que hemos observado en la región es que el potencial de generación hídrica se ha venido reduciendo paulatinamente. Los países de la región primero implementaron los proyectos que tenían menor complejidad económica, social y ambiental. Los proyectos que están pendientes de ejecutar son más complicados que los anteriores. Además, hay una mayor conciencia ambiental y social, y esa mayor conciencia lleva a los Gobiernos a pensar en cómo enfrentar la situación. Una práctica que promovemos en el BID, en particular en los proyectos hídricos, es que se tenga un componente de evaluación ambiental y social muy grande. No apoyamos proyectos que tengan un impacto ambiental fuerte y que ese impacto no sea remediado. El tema no es que estemos en contra de los proyectos hídricos que tengan impacto ambiental fuerte. Estamos apoyando los proyectos, pero siempre y cuando el impacto ambiental sea mitigable y se resuelva. Lo mismo aplica para la parte social. Se busca primero hacer la consulta de todas las poblaciones que están siendo afectadas por el proyecto y ver qué soluciones se pueden promover para mitigar el impacto social asociado. Si no hay forma de resolverlo, entonces hay que pensar en otras opciones. Lo primero que funciona es la comunicación y las consultas sociales con todas las comunidades afectadas, para ver cuál es el problema, cómo los afectará, y sobre la base del diagnóstico, ver cuáles son las soluciones para mitigar ese impacto.
PANAMÁ REALIZÓ UNA PRIVATIZACIÓN PARCIAL EN EL MERCADO ELÉCTRICO, DONDE GOBIERNO Y EMPRESA PRIVADA SON SOCIOS. EN MATERIA ENERGÉTICA, ¿CUÁL HA SIDO EL MODELO MÁS EXITOSO?
Centroamérica es una experiencia bien interesante. La lección de los diferentes arreglos institucionales que se han tenido para promover la participación del sector privado y público en el sector eléctrico, indica que no hay una receta que diga que este es el mejor modelo. Lo que se vio en Centroamérica a finales de la década de los 80 y a principios de la década de los 90, fue la implementación de un modelo que promovía la participación del sector privado. Algunos gobiernos los adoptaron en Centroamérica y el Caribe. En algunos funcionó, en otros no. En algunos países como México, que no aceptó la participación del sector privado en la industria eléctrica, se observó que una empresa eléctrica estatal, fuerte e integrada, podía funcionar bien, pero siempre que tuviera parámetros de eficiencia. Si tienes parámetros de eficiencia que permitan determinar si está operando bien la empresa, se va a tener claridad de si se está proveyendo energía al menor costo posible. También requiere hacer ciertos arreglos regulatorios para que esto suceda. En el caso de Costa Rica, está funcionando muy bien el modelo estatal. Honduras no es el caso. Si el gobierno considera que la mejor opción para mejorar la gestión del sector eléctrico es optar por el modelo de participación del sector privado, el mismo será exitoso en la medida que se tengan otros factores que apoyen la gestión privada en este mercado. Estos factores son el arreglo institucional entre el sector privado y el público y el marco regulatorio a la empresa.