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- 19/10/2014 02:00
Gracias, Shonda Rhimes. Me has liberado. Lo mismo les ocurre a millones de padres que se pasan la vida siguiendo a la generación de niños con más actividades programadas que haya existido.
La libertad me llegó en la forma de un párrafo en un reciente artículo de tapa de The Hollywood Reporter, donde se cita a una de las más exitosas productoras de televisión en un comentario valiente y brillante. Por ser mujer y afroamericana con tres programas en ABC -‘Grey’s Anatomy’, ‘Scandal’ y el nuevo ‘How to Get Away with Murder’- Rhimes tiene mucho que decir sobre los temas de la raza, el género y la fama.
Pero la cita que captó mi atención se refería a la actividad de ser padres. Rhimes, de 44 años, es madre soltera y, tal como señala el artículo, se irrita cuando le preguntan cómo logra un equilibrio entre las exigencias de tres programas y sus tres hijos.
Es una pregunta tonta. Todo el que está tratando de criar y cuidar a un niño en el mundo actual, para no hablar de tres, sabe qué ridículo es sugerir que uno puede lograr equilibrar todo. Siempre se falla en algo.
Rhimes quiere que los padres acepten la dura verdad: No se puede hacer todo. No es que uno necesite simplemente manejar su tiempo mejor. (¿No odian cuando la gente dice eso?). Más bien, como señala Rhimes, lo que uno necesita es comprender mejor la realidad y las propias limitaciones.
Ése fue el principal tema de un discurso de graduación que pronunció la productora la primavera pasada en Dartmouth, su alma mater. En sus comentarios, dijo que le preguntan todo el tiempo: ‘¿Cómo puedes hacer todo?’.
‘No lo hago’, dijo a los graduados. ‘Si estoy en casa cosiendo los disfraces de Halloween de mis hijos, probablemente no estoy trabajando en una corrección que debía entregar. Si estoy aceptando un prestigioso premio, me estoy perdiendo la primera lección de natación de mi pequeño. Si asisto al debut de la pieza musical de mi hija en la escuela, me pierdo la última sesión de Sandra Oh en ‘Grey’s Anatomy’. Si tengo éxito en una cosa, inevitablemente fallo en otra. Ése es el trueque.
Lo ha comprendido. Sin duda, hay un trueque en este juego de equilibrio que intentan a diario, en Estados Unidos, los que tratamos de ser padres y profesionales con éxito en ambas cosas. Hay muchos padres que están convencidos de que pueden hacer todo. Rhimes les dice lo que precisan oír: No es cierto.
Muchos de nosotros nos exigimos demasiado. Y no, no siempre fue así. Recientemente, el padre de uno de los amigos de mi hijo comparó su experiencia con la de sus padres. ‘Sabes, cuando mi padre tenía mi edad, era distinto’, dijo. ‘Cuando él venía a casa a las cinco, estaba en casa. Ése era el final de su día. Ahora con correo electrónico y teléfonos celulares, nunca dejamos de estar fuera del trabajo. Siempre estamos enchufados. Y después, hagamos lo que hagamos, nos sentimos culpables porque sabemos que siempre hay algo que deberíamos estar haciendo’.
Tiene razón. En la actualidad, estamos condicionados a desempeñar siempre algún papel. Yo nunca acierto. Cuando mi hijo de 7 años era pequeño, trabajaba 14 horas diarias, por lo que me perdí sus mejores momentos. Ahora miro las fotos de él en esa edad y no recuerdo haber vivido esos momentos con él. Esos fueron buenos años profesionalmente para mí y, sin embargo, miro hacia atrás y me siento empobrecido.
Por otro lado, el fin de semana pasado, lo pasé realmente bien con los tres niños-viéndolos jugar fútbol o vóleibol y bailar ballet, y después yendo a un huerto de calabazas. Al día siguiente, mi mujer y yo los llevamos por el día fuera del país. Y, ¿saben qué? No hice nada de trabajo. Pero ¿y qué importa? Hay que ganarse la vida, pero no a costa de no vivirla. Estoy tratando de ser un padre involucrado en mis hijos, determinado a no repetir errores pasados-porque estoy muy ocupado cometiendo nuevos.
COLUMNISTA