Jeb Bush demasiado blando con los indocumentados

  • 01/02/2015 01:00
Mientras la derecha injuria a Bush por ser demasiado blando con los indocumentados, Romney fue impopular por ser demasiado duro

¿Está Jeb Bush canalizando a Mitt Romney en inmigración?

Mientras la derecha injuria a Bush por ser demasiado blando con los indocumentados, y Romney fue impopular con la izquierda por ser demasiado duro, ¿qué pasaría si el delantero en la candidatura presidencial de 2016 y el nominado fracasado de 2012 comparten, mayormente, la misma opinión?

En una llamada con sus seguidores, la semana pasada, Romney anunció que no se presentará como candidato para la presidencia en 2016, lo que catapulta a Bush al lugar No.1 en lo que probablemente será un campo lleno de aspirantes a la candidatura.

En inmigración, se suponía que Bush estaba a la izquierda de Romney --aún cuando éste último indicó que podría estar corriéndose al medio. Hace unas semanas, durante una entrevista en Univisión, Romney sorprendió a conservadores y liberales cuando dijo que se ‘necesitaba urgentemente’ una reforma migratoria permanente y urgió a los republicanos del Congreso a aprobar legislación que volviera ‘más transparente’ el proceso por el que los inmigrantes ilegales puedan obtener categoría legal. Fue una versión más bondadosa y suave de Mitt.

En la campaña del año 2012, Romney sonó despiadado. Dijo que su oposición vendía ‘amnistía’.

Atacó al gobernador de Texas, Rick Perry, por firmar una ley que permitiera a los inmigrantes ilegales pagar la matrícula universitaria de los residentes del estado en las universidades públicas, y atacó al ex presidente de la Cámara, Newt Gingrich, por afirmar que el Partido Republicano no debería dividir familias.

En cambio, cuando habla de la inmigración, Bush a menudo parece razonable. Repetidamente ha elogiado las contribuciones de los inmigrantes a los Estados Unidos, y durante mucho tiempo ha apoyado un camino a la ciudadanía para los inmigrantes ilegales.

Ha regañado a otros republicanos por escoger hacer demagogia con el tema y ha instado a su partido a crear un mensaje más positivo y optimista.

Recientemente enojó a conservadores al caracterizar el acto de entrar en Estados Unidos ilegalmente para alimentar a su familia como un ‘acto de amor.’

El hecho de que esta última declaración fuera para algunos republicanos tan controvertida ilustra cómo el debate de la inmigración a veces puede parecer un caso perdido.

Lo que dijo Bush era de sentido común. La gente ha migrado de un lugar a otro para sobrevivir durante miles de años, a menudo para poder cuidar mejor a sus familias.

¿Se han vuelto los estadounidenses tan mezquinos y rencorosos como para describir a los inmigrantes ilegales en forma unidimensional, como depredadores y aprovechadores, y atacar a todo el que diga lo contrario?

Sin embargo, cuando Romney comenzaba a sonar más como Bush, Bush de pronto comenzó a sonar como el Romney de 2012. Sobre la cuestión de qué hacer con lo que se estima que son 11 millones de inmigrantes ilegales que viven en Estados Unidos, Bush parece estar cantando una tonada que Romney hizo famosa: la ‘auto-deportación’.

La idea consistía en hacer que las condiciones fueran tan inhospitalarias para los inmigrantes ilegales que se fueran.

Durante un reciente discurso en San Francisco, Bush se concentró en el subgrupo de inmigrantes ilegales que entró con visa, pero excedió su estadía permitida y dijo: ‘Debemos poder encontrar dónde están y pedirles cortésmente que se vayan.’

Los liberales saltaron. Julieta Garibay, co-fundadora de United We Dream, que aboga por los jóvenes indocumentados, tildó el enfoque de Bush de ‘auto-deportación con una sonrisa.’

Muy bonito. Pero he aquí lo que siempre se pierde en esa discusión: la alternativa --es decir, la manera en que el gobierno de Obama lleva a cabo actualmente el cumplimiento de la ley migratoria-- nada ante que sonreír.

Saben, la auto-deportación es para los debiluchos. La idea resulta atractiva a los republicanos pro-empresas que no tienen estómago para hacer cosas duras.

El presidente Obama no tiene ese problema, para así deportar enérgicamente a 2 millones de inmigrantes ilegales, enviar agentes de inmigración a las casas y llevarse a abuelas esposadas, dividir a cientos de miles de familias, mandar a miles de niños nacidos en Estados Unidos a hogares de acogida, encerrar en ‘cárceles de bebés’ a los niños que llegan de América Central sin documentos y perpetuar casi todas las pesadillas que puedan imaginarse en Estados Unidos.

Bush tendrá problemas con la izquierda por decir que pedirá a los que han excedido sus visas que se vayan del país.

Está bien. Pedir cortésmente a alguien que se vaya no constituye una gran estrategia de cumplimiento de la ley. Debe escoger sus palabras con más cuidado.

Pero tengo curiosidad. ¿Dónde está la indignación ante un gobierno que ha maltratado a los indocumentados hasta llegar al abuso y nunca ha sentido la necesidad de ser cortés?

THE WASHINGTON POST

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