Panamá, un país que no crece igual para todos

A pesar del exponencial crecimiento económico persisten las brechas sociales. Un 10% de su población vive con menos de un dólar

En Panamá, el que nace pobre muere pobre y hasta que no se rompa el círculo vicioso de la pobreza el país seguirá creciendo de forma desigual. La tendencia demuestra que los panameños que nacen en áreas que no cuentan con servicios de salud y educación de buena calidad tienen muy pocas oportunidades de superación social, económica y cultural.

En plena capital, con la Bahía de Panamá, como referencia, se enfrentan dos mundos dispares de la misma realidad del país. En un extremo, se yerguen imponentes rascielos, símbolo del poderío y crecimiento económico de los últimos diez años. Al frente, prevalecen las viejas casas de madera rodeadas de basura donde las aguas negras fluyen de los baños hasta los patios en los que los niños corretean y los hombres juegan dominó, resignados a la pobreza que los rodea. Son las dos caras de un país que apunta hacia el primer mundo, por sus índices de crecimiento, pero no logra superar las profundas diferencias sociales entre sus habitantes.

Panamá es líder en crecimiento económico en Latinoamérica, con un promedio de 8.5% en los últimos diez años, sin embargo, el 25% de su población no tiene servicios sanitarios, 5% no tiene agua potable, 11% sufre de desnutrición, 19% no se alimenta adecuadamente y otro 11% vive en casas con pisos de tierra.

La brecha entre sus habitantes es enorme. De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina (Cepal), el país ocupa el segundo puesto a nivel regional por la mala distribución de sus riquezas, a pesar de que tiene un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de $13,519, uno de los mejor dotados del subcontinente.

La Cepal estima que, en el país, los ricos ganan cuarenta veces más que los pobres y,según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),casi un 10% vive con ingresos menores a un dólar diario.

Esta desigualdad es más notable en la capital, donde aún persisten sectores que consumen agua de grifos comunales, improvisan baños en las avenidas y se conectan a la red eléctrica mediante telarañas. En las zonas más alejadas, especialmente en las comarcas indígenas, el 90% de la población es pobre y sufre de profundos rezagos en educación, salud y alimentación.

El informe Objetivos de Desarrollo del Milenio del PNUD define las causas y los efectos de la pobreza urbana, rural e índigena. La primera, la marcan los pocos ingresos y las otras mediciones, más graves, reflejan las carencias que comprometen la superviviencia humana.

El censo de población de 2010 establece que de los 3.4 millones de habitantes del país, 961,335 viven en pobreza, una condición que se registra con mayor incidencia en las comarcas índigenas y en la provincia de Darién.

LOS MÁS POBRES EN TIEMPOS DE BONANZA

En las áreas indígenas, la pobreza se acentuó en 2012. Según el estudio ‘Mercado de Trabajo’, del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), el 60% de la población indígena es considerada indigente. El aumento de la pobreza entre esta población se dio como consecuencia de un aumento del 8% en la pobreza extrema de Guna Yala.

La historia de Edilia Teucama, una emberá de 48 años, muestra los riesgos a los que están expuestos estos grupos de población.

Teucama migró desde Metetí, Darién, hacia la capital, porque no tenía como alimentar a cuatro de sus siete hijos", nacidos con parálisis cerebral. "Los médicos me refieron a Nutre Hogar para alimentar y darle terapia a las niñas porque se encontraban en estado de desnutrición", comenta con voz pausada la mujer índigena.

Las niñas Giselle, Ivette, Naomi y Oristela, que ahora tienen 14, 12 y 10 años, se trasladaron hace siete a la ciudad de Panamá, junto a su padre, madre y tres hermanos, con su ropa como único activo. "Nos mudamos a una barraca donde vivía mi cuñado", cuenta Edilia. Después de dos años de vivir en la capital el Gobierno les donó una vivienda de interés social en Curundú, donde aún residen. Sin embargo, la condición de pobreza de esta familia se mantiene porque su esposo no ha conseguido un trabajo que pague ni el salario mínimo y dependen de un subsidio de $160 dólares bimensuales por cada niña.

‘A pesar de que las estadísticas del MEF indican que la pobreza se ha reducido un 13% en seis años, aún persisten grandes brechas", explicó Carolina Freire, consultora de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Leonardo Pinzón, encargado del departamento de Protección Social y Salud del BID, considera que el problema de las poblaciones más vulnerables es que los individuos no han desarrollado las capacidades productivas para insertarlos en el crecimiento en el crecimiento económico. ‘Me refiero a un buen estado de salud y nutrición, que les permitan un desarrollo cognitivo adecuado para el aprendizaje’, recalcó el funcionario del organismo multilateral. Para Pinzón, en Panamá las desigualdades arrancan desde antes del nacimiento, en los lugares con menos ofertas educativas.

UNA MEJOR EDUCACIÓN

El presidente de la Comisión de Educación de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresas (Apede), Juan Planells, coincide con Pinzón en que la educación es la vía para combatir la pobreza y la inequidad social. ‘Es el instrumento que permite incorporar a la población en el proceso de generación de riquezas’, dijo.

Pero, irónicamente, el debate sobre la educación es uno de los más controversiales, precisamente por las deficiencias y desigualdades del sistema. Aunque, la cobertura educativa es casi del 100%, la enseñanza aprendizaje es de mala calidad, sobre todo en las comarcas índigenas, donde hay que asegurar el acceso y la permanencia de los estudiantes en las escuelas.

Las mediciones del sistema educativo reflejan repetidamente debilidades en el proceso enseñanza aprendizaje. El Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Terce), que evalúa el aprendizaje en español, matemáticas y ciencias de los estudiantes en Latinoamérica, otorgó a Panamá una puntuación inferior al promedio en tercero y sexto grado, e incluso a nivel universitario, indicó Marcela Paredes de Vásquez, ministra de Educación (Meduca).

La Dirección Nacional de Evaluación Educativa del Meduca asocia estos resultados a una amplia gama de variables que pueden afectar la calidad de la enseñanza. A esto, Planells aporta que hay un porcentaje de escuelas que no tienen agua potable, servicios sanitarios ni electricidad. En las comarcas, por ejemplo, las escuelas son multigrados, con pisos de tierras y techos de pencas. Hay que sumar que la falta de supervisión ha creado una falta de compromiso entre los docentes que imparten las clases. Al final se produce ‘un círculo vicioso, que condena a las familias más vulnerables a asistir a escuelas pobres y recibir una educación pobre para, con suerte, obtener posteriormente empleos pobres que no les permiten salir de la condición de pobreza’, explicó el miembro de Apede.

De acuerdo con el último censo de población, el 5.5% de los panameños son analfabetas. ‘Si no se tiene una buena educación, las posibilidades de alcanzar ingresos dignos son remotas’, considera el economista Juan Jované.

‘La política tiene que estar enfocada a mejorar la educación de los más pobres’, advierte Planells. Pero el Estado falla: apenas asigna el 2% de su Producto Interno Bruto (PIB) a este sector, pese a que las leyes de Educación establecen 6%.

País de pobres con alto PIB

Al arrastre de males en materia educativa, hay que agregar los problemas del sistema de salud, que repercuten en la esperanza de vida y la productividad de las personas.

Las zonas extremas carecen de hospitales, de médicos, de enfermeras y medicamentos, lo que ha provocado un debilitamiento de los servicios, señala la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Horacio Estribí, asesor del despacho del ministro de Economía y Finanzas, reconoce que se requiere una política integral, efectiva y focalizada para combatir la pobreza.

Con este panorama, los más afectados son quienes viven en las comarcas indígenas y en las zonas de difícil acceso, porque los mejores servicios de salud están concentrados en las cabeceras de las provincias’, señaló Jované. ‘La población indígena no tiene acceso a los servicios de salud por la falta de infraestructura y personal técnico disponible’, agrega la OPS.

‘Hay barreras económicas, sociales y geográficas que impiden el acceso a los servicios de salud’, añade el director del BID. En materia de calidad de atención se requieren mayores esfuerzos, recomienda la OPS.

Y no es para menos. La tasa de mortalidad materna ha ido incrementándose paulatinamente entre el 2007 y 2012, hasta ubicarse en 65 muertos por cada cien mil habitantes. ‘La falta de asistencia profesional al parto es uno de los factores que influye en las defunciones maternas’, señala el PNUD, que además recomienda ampliar la cobertura en las áreas indígenas y reforzar el control prenatal.

Contrariamente, el PNUD califica a Panamá como un país de desarrollo humano alto, ubicado en el puesto 65 de 187 del informe que evalúa los aspectos económicos, sociales e individuales, que proyecta el crecimiento de las naciones y sus ciudadanos.

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