Las acciones de la Contraloría se dan tras más de un mes de huelga en el sector docente que arrancó formalmente el pasado 23 de abril
- 04/12/2016 01:00
‘Nunca les permitan una entrevista extraoficial'. Ese fue el buen consejo del exsenador Alan Simpson, de Wyoming —profesor en mi escuela de postgrado y sabio político, que tuvo algunas coloridas reyertas con los medios—.
Simpson explica en detalle esos encuentros en su libro Right in the Old Gazoo: A Lifetime of Scrapping With the Press .
Según Simpson, la práctica de los reporteros de sostener conversaciones ‘extraoficiales' crea más problemas de los que resuelve.
‘Cuando alguien te dice que le gustaría hablar contigo extraoficialmente, ese debe ser el momento en que cierras tu cuaderno y das fin a la entrevista,' dijo.
Parece que hay muchos periodistas supuestamente veteranos que deben tomarse esa lección a pecho.
He aquí lo que aprendí por las malas después de veinte años de cubrir escándalos políticos y otras historias delicadas: Permitir que las fuentes hablen extraoficialmente —es decir, sin dejar rastro de lo que realmente dijeron— les da licencia para mentir.
Tendrá consecuencias en el futuro. El sujeto de la entrevista tiene la oportunidad de ponerle a uno ideas en la cabeza, y quizás de dirigir una historia en particular en una u otra dirección sin ser responsable de hacerlo. Si lo que le dicen a uno no es cierto, uno no puede volver más tarde y decir: ‘Bueno, usted dijo tal cosa'. Se supone que no queda prueba de que se haya dicho nada.
Ese es el problema. Uno piensa que está obteniendo esta gran primicia, cuando quizás le estén tomando el pelo.
En general, tener una conversación extraoficial es conveniente para la fuente y todo lo contrario para el periodista.
HE AQUÍ LO QUE APRENDÍ POR LAS MALAS DESPUÉS DE 20 AÑOS DE CUBRIR ESCÁNDALOS POLÍTICOS Y OTRAS HISTORIAS... PERMITIR QUE LAS FUENTES HABLEN EXTRAOFICIALMENTE LES DA LICENCIA PARA MENTIR.
Aparentemente, es aún peor cuando el que habla es el presidente electo Donald Trump. En ese caso, una entrevista ‘extraoficial' puede ser una pesadilla para los periodistas.
Y eso describe lo que ocurrió recientemente en la Torre Trump en Nueva York, cuando unos treinta reporteros, locutores y ejecutivos de televisión entraron en una emboscada. Durante 18 meses, gran parte de la industria de radiotelevisión criticó a Trump —a veces injustamente—. La reunión privada dio la oportunidad al presidente electo de ajustar cuentas.
Más tarde, para hurgar en la herida, parece que el Equipo Trump filtró su propia versión del encuentro a The New York Post , pintando a todo ese talento televisivo como niños petulantes a quienes se dio una buena reprimenda. Todo el espectáculo consiguió erosionar el poco prestigio que le queda a la profesión.
La elección presidencial ya nos había demostrado que los medios a menudo carecen de objetividad. Ahora nos enteramos de que algunos de ellos carecen también de dignidad.
El periodismo salió mejor parado al día siguiente, cuando Trump visitó las oficinas del New York Times. Los asesores del presidente electo también intentaron que esa reunión fuera extraoficial, pero el Times objetó. ¿El acuerdo? Dos reuniones. La primera —entre Trump y el director del diario, Arthur Sulzberger— fue privada. Pero la segunda —en que el presidente electo se reunió con reporteros, editores, columnistas y redactores de la página de fondo— fue oficial.
LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL YA NOS HABÍA DEMOSTRADO QUE LOS MEDIOS A MENUDO CARECEN DE OBJETIVIDAD. AHORA NOS ENTERAMOS DE QUE ALGUNOS DE ELLOS CARECEN TAMBIÉN DE DIGNIDAD.
Y abierta. Los reporteros del Times usaron Twitter para pasar detalles de la reunión, a medida que estos ocurrían. Los columnistas formularon preguntas agudas y después usaron su espacio en el diario para reproducir las respuestas de Trump.
Según todas las versiones, Trump fue directo sobre lo que él considera que fue una cobertura dura e injusta de su campaña por parte del diario.
Pero los trató con guantes de seda comparado con lo que hizo con los desafortunados periodistas de televisión.
‘Fue como un pelotón de fusilamiento del c----o', dijo una fuente al New York Post. ‘Trump comenzó con Jeff Zucker [jefe de CNN] y dijo: ‘Odio su cadena, todos en CNN son mentirosos y a usted debería darle vergüenza.”
Bienvenidos a ‘Aprendiz de periodista de televisión.' Zucker recibió una reprimenda peor que la de Gary Busey, Gene Simmons o Meatloaf.
Eso es lo que sucede cuando tú vas corriendo a la Torre Trump cuando un fanfarrón demagógico toca el silbato y te avienes a que toda la sesión sea extraoficial —al menos hasta que tu anfitrión aparentemente rompe el acuerdo para humillarte.
Otra fuente le dijo al diario: ‘Trump siguió diciendo, ‘Estamos en un cuarto de mentirosos, los medios engañosos y deshonestos que entienden todo mal.' Se dirigió a todos los que estaban en la sala. ... Fue un encuentro horrible.'
No estoy seguro. Parece una paliza bien merecida a periodistas arrogantes a quienes —debido a su elitismo de Manhattan y a su actitud despreciativa hacia los blancos de la clase obrera— se les escapó la historia principal.
ANALISTA THE WASHINGTON POST WRITERS GROUP