El impertinente nepotismo
El nepotismo, contrariamente a la meritocracia, ha logrado alcanzar un pronunciado carácter simbólico y expresivo del populismo latinoam...
El nepotismo, contrariamente a la meritocracia, ha logrado alcanzar un pronunciado carácter simbólico y expresivo del populismo latinoamericano, que el desencanto de la ciudadanía con la política y los políticos no ha logrado disminuir o desaparecer.
El nepotismo o sobrinazgo se define como el “favoritismo para con los parientes o protegidos en las concesiones estatales, empleos públicos o en el disfrute de privilegios o prebendas relacionados con la administración estatal”.
Fue en las épocas de predominio de los papas, cuando la expresión se popularizó, al ser utilizada por los pontífices para designar al sobrino (nepote) o pariente que ocupaba el cargo de secretario privado o ministro.
América Latina ha oscilado dentro de las últimas cinco décadas entre el presidencialismo y los regímenes autócratas y dictatoriales, los cuales han sido campo abonado para el crecimiento descomedido del fenómeno del nepotismo. Éste ha logrado alcanzar niveles inimaginables en algunas administraciones de los diferentes Estados latinoamericanos.
Resulta imposible encontrar un país latinoamericano donde el nepotismo no haya logrado sembrar sus banderas y desplegarlas ante la complacencia, la indiferencia o la aquiescencia de los ciudadanos que, sin dejar de señalarlo y comentar el hecho, poco o nada hacen para detenerlo e impedirlo.
Se podría afirmar que el nepotismo ha caminado, sobre todo, de la mano del populismo (autoritario o no) y del clientelismo, alcanzando un grado de desarrollo tal que su impertinencia ha terminado por ser aceptada en muchos círculos, cuando no aplaudida y defendida en aras de “proteger el núcleo familiar”.
En una época en la que se han comenzado a crear instrumentos de supervisión y control constitucional para lograr disminuir el tráfico de influencias y el conflicto de intereses con el fin de alcanzar una mayor transparencia en los asuntos públicos, el nepotismo parece sobrevivir y deslizarse de un punto al otro de los distintas sociedades latinoamericanas, impregnado de un particular mimetismo.
¿Qué gobierno latinoamericano puede escapar hoy día a la acusación de practicar el nepotismo? ¡Ninguno! Todos y cada uno, por acción u omisión, encuentran en sus cotidianas prácticas nepotistas un punto de apoyo elemental y fundamental para sus acciones.
El nepotismo ha sido utilizado para acabar con la noción del decoro, de la rectitud y la austeridad a la que están obligados los servidores públicos al ocupar sus cargos.
Defendido por los principales áulicos de los regímenes autoritarios, el nepotismo continuará sus prácticas impertinentes hasta tanto las poblaciones no hagan suya la obligación de exigir su erradicación absoluta de las actividades gubernamentales.
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