Comienza a definirse el panorama electoral mexicano

Actualizado
  • 04/02/2018 01:00
Creado
  • 04/02/2018 01:00
En medio de una profunda crisis política y social, y bajo la más descarnada y brutal violencia ligada principalmente al narcotráfico, unos 87.8 millones de mexicanos están convocados para los comicios ‘más grandes en la historia' del país

En agosto de 1990, Mario Vargas Llosa, escandalizó a la intelectualidad institucional mexicana al afirmar en un programa transmitido por televisión en la cadena Televisa , que México vivía una ‘dictadura perfecta', en referencia a los hasta entonces 71 años de ininterrumpidos gobiernos del Partido de la Revolución Institucional (PRI).

Veintiún años después, Vargas Llosa cambiaría su opinión, para asegurar que el país azteca había ‘evolucionado hacia la democracia'. Sin embargo, la corrupción estructural, la profunda crisis institucional, económica y social, contradicen hoy el nuevo diagnóstico del escritor peruano.

‘Desde (...) 1988 el PAN pactó con el PRI la llegada de Carlos Salinas de Gortari a Los Pinos',

MANUEL HERNÁNDEZ

PERIODISTA

Estos males acumulados se entremezclan este 2018, un año electoral bajo la más descarnada y brutal violencia ligada principalmente al narcotráfico. Un telón de fondo que tiene más de una década de haber enrarecido toda la vida política en México, y bajo el cual están llamados a votar el próximo 1 de julio, unos 87.8 millones de ciudadanos, según datos del Instituto Nacional Electoral (INE).

La pugna electoral no será menor. Considerada la ‘más grande de la historia' del país, por primera vez se disputarán en paralelo unos 3,416 cargos públicos, incluyendo alcaldías, juntas municipales, asambleas y diputaciones locales, gobiernos estatales, las dos cámaras de Congreso y la presidencia de la república.

Para estos comicios, el PRI busca la reelección tras un polémico y criticado mandato de Enrique Peña Nieto, marcado por denuncias de corrupción, violaciones a los derechos humanos y la militarización del país.

Al no estar contemplada la segunda vuelta en la legislación mexicana, todas las fuerzas tendrán una sola oportunidad de tomar la riendas del poder.

En busca de una salida a su desgaste, el PRI ha colocado como candidato a José Antonio Meade. Un tecnócrata que no viene de las tradicionales filas priístas, siendo primero funcionario del gobierno de Ernesto Zedillo (PRI), luego secretario de energía para el Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) durante el segundo gobierno del derechista Partido Acción Nacional (PAN) y luego secretario de exteriores con Peña Nieto.

A su vez, la candidatura de Meade carga con el respaldo de cinco expresidentes de los dos partidos, que tradicionalmente había sido ‘adversarios'.

‘El PAN y el PRD (...) son alianzas de burócratas (...) (que) no logran tener su fuerza',

ANDRÉS AVILA ARMELLA

PROFESOR DE LA UNAM

Este maridaje entre los sectores del PAN y el PRI, es popularmente llamado ‘PRIAN', siendo estos colectivos los únicos que han mantenido el monopolio del poder en México desde inicio del siglo XX hasta hoy.

Para el periodista de investigación Manuel Hernández Borbolla, el pacto del ‘PRIAN', viene desde 1988, cuanto el PAN acordó con el PRI, llevar al poder a Carlos Salinas de Gortari.

Según explica Hernández, el PAN respaldó las principales iniciativas de Peña Nieto, como el rescate bancario, la ley de seguridad nacional o la reforma energética, medida acusada de ser una ‘privatización solapada' de empresas como Petróleos Mexicanos (Pemex), compañía clave para la economía y símbolo de la ‘identidad' del país, al nacer de la nacionalización de la industria petrolera tras la Revolución Mexicana (1910).

Independientemente de los acercamientos entre sectores panistas y el PRI, el PAN mantiene un abanderado propio, Ricardo Anaya. Este encabeza una alianza ‘contradictoria', entre el PAN y el socialdemócrata Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Para el sociólogo y profesor de la Universidad Autónoma de México, Andrés Avila Armella, estas son ‘alianzas de burócratas que cada vez tienen más en común los principios del PRI, aunque no logran tener su fuerza'.

Para el docente, tanto el PRD como el PAN han ‘servido' al Estado mexicano para ‘revitalizarse' luego de un largo período de desgaste priísta, pero al final ha funcionado como un ‘partido único' junto al PRI, al representar los tres los intereses de las élites mexicanas.

Por último, se encuentra el candidato de la izquierda moderada, Andrés Manuel López Obrador del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

López Obrador, que encabeza la intención de voto en la mayoría de las encuestas, se encuentra en su tercer intento por llegar a Los Pinos, luego de que perdiera las elecciones contra Peña Nieto (2012) y Calderón (2006), ambas en medio de duras acusaciones de fraude, y que encuentra sus antecedentes en la famosa ‘caída del sistema' de 1988, donde el izquierdista Cuauhtémoc Cárdenas perdió ante el priísta Salinas de Gortari.

El robo de las elecciones, sería confirmado posteriormente por el también priísta y expresidente Miguel De La Madrid, en una entrevista al New York Times .

Como novedad para esta elección, están la participación de independientes, entre los cuales se encuentra María de Jesús Patricio Martínez —conocida como Marichuy—, la primera mujer e indígena en buscar la presidencia.

Marichuy lidera la propuesta del Congreso Nacional Indígena, organización fundada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que aglutina a grupos indígenas, campesinos y colectivos anticapitalistas del sur de México.

Estos aspirantes sin partido deben juntar en condiciones draconianas unas 866 mil 593 firmas para inscribir sus candidaturas, lo que dejan en duda si finalmente aparecerán en las boletas electorales.

Por el momento, la campaña avanza, en paralelo con la crisis económica y social que se profundiza, junto a los miles de fallecidos y desaparecidos en la fallida ‘guerra contra el narco', a lo que se suma también la incertidumbre sobre cual será el candidato por el que se decantará la Administración Trump, hoy embarcada en una agresiva política exterior, principalmente con la construcción del muro fronterizo, que aseguran, será ‘pagado' por los mexicanos, algo considerado una ofensa entre la población. Queda por determinar si esta también será una ofensa para la clase política mexicana.

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