Trump y la vacuna de la reelección

Actualizado
  • 07/08/2020 00:00
Creado
  • 07/08/2020 00:00
A menos de 90 días de la cita con las urnas, Trump confía en una vacuna contra el coronavirus para alzarse con las elecciones de noviembre

En este momento la reelección del presidente Donald Trump parece perdida. Su cuestionada gestión de la pandemia del covid-19, la crisis económica, su postura frente al racismo, el asesinato de afroestadounidenses y el agotamiento general de la población luego de cuatro años de escándalos y polémicas, anticipan que el republicano va derecho al precipicio.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos.

Sin embargo, no hay que olvidar que el actual inquilino de la Casa Blanca es un mago que cuando todo está perdido, saca del sombrero y de la manga toda suerte de artilugios.

A menos de 90 días de la cita con las urnas, Trump confía en una vacuna contra el coronavirus para alzarse con las elecciones de noviembre. Apuesta su futuro político a que la pandemia se frene en octubre y que llegue un antídoto que desencadene un descenso generalizado del caos y haga innecesarias las medidas de confinamiento, lo que permitirá la recuperación económica. Con esa secuencia podría ganar en noviembre y salvar su reelección.

Trump está pagando a los fabricantes de vacunas antes de pasar las pruebas clínicas finales. Quiere que la vacuna o su anuncio llegue cuanto antes, y asegurar su distribución en el país. De allí que ha lanzado Warp Speed Operation, Operación velocidad de la luz. Para eso está subvencionando con $12,000 millones la producción de vacunas para que en cuanto se sepa que son eficaces y seguras comience la producción. El plan es contar con 300 millones de dosis en octubre próximo, suficiente para proteger al 90% de la población.

“Es un esfuerzo científico, industrial y logístico masivo diferente a todo lo que nuestro país ha visto desde el proyecto Manhattan”, dijo Trump hace unos días en alusión al plan que llevó al desarrollo de la bomba nuclear en la década de 1940.

Farmacéuticas más prestigiosas

Los ensayos con la farmacéutica estadunidense Moderna Inc. –uno de los proyectos más prometedores en colaboración con el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, dirigido por el famoso médico Anthony Fauci– han costado $4,200 millones.

Otro proyecto, el de la británica Universidad de Oxford con la farmacéutica alemana AstraZeneca, ha recibido $1,200 millones de la Casa Blanca. Mientras que la farmacéutica estadunidense Novavax, que nunca ha producido vacunas, tiene un contrato por $1,600 millones para entregar 100 millones de dosis antes de fin de año.

La estadunidense Johnson & Johnson ha recibido $1,000 millones por 100 millones de dosis de vacunas. Por su parte la estadunidense Pfizer y la alemana BioNTech firmaron la semana pasada un acuerdo con Washington para venderle vacunas por $1,950 millones. Mientras que la francesa Sanofi asociada con la estadunidense británica GlaxoSmithKline, los mayores productores de vacunas del planeta, también ha recibido $2.1 millones por 100 millones de dosis anticovid-19.

Al mismo tiempo, la Casa Blanca a través de los institutos nacionales de salud tendrá lista en septiembre una guía para establecer el proceso de entrega de la vacuna contra el coronavirus en todo el país. Los primeros serán los trabajadores de salud y las personas más vulnerables a la enfermedad. También habrá consideraciones geográficas para darle prioridad a quienes viven en los sitios más afectados por los brotes.

Toda la operación es dirigida por el general Gustavo Perna, experto en logística, con el apoyo de agencias del Departamento de Salud y del Pentágono y con la coordinación de Moncef Slaoui, exejecutivo de la farmacéutica GlaxoSmithKline. Además de los $12,000 millones aprobados inicialmente por el Congreso, Trump tiene acceso a otras líneas de financiamiento internas en caso de ser necesario.

Pese a todo ese esfuerzo, la mayoría de estadounidenses cree que la pésima gestión de la pandemia lleva al país derecho al precipicio. La gente está enojada y no confía en Trump porque la está matando por su incompetencia. El coronavirus ha contagiado a 5 millones de estadounidenses y causado la muerte a 160,000.

Duelo a muerte

Por el momento el viento sopla a favor del candidato presidencial demócrata Joe Biden. La suma de las últimas siete encuestas más respetables, realizadas entre el 17 y el 30 de julio, le conceden una ventaja media de 7,4 puntos. Colocan la tabla 49,4% a favor de Biden y 42% de apoyo a Trump.

Sin duda que todas las predicciones electorales pueden cambiar. Por ejemplo, estados como Minnesota, que parecía decantarse por Biden, ahora muestra un empate, mientras que Missouri, que parecía inclinarse por Biden, habría girado ligeramente en favor del republicano. Pero mucho tendrá que afinar su campaña, y mucho debería de torcerse la de Biden, para que Trump protagonice otra sorpresa como la de 2016 cuando ganó contra todo pronóstico.

Los asesores de Trump responden con otro dato de las encuestas: la brecha de entusiasmo. Tim Murtaugh, director de Comunicaciones de la campaña, insistió en que el idilio entre Trump y su base electoral está intacto, y que Biden jamás podrá igualar ese magnetismo entre los demócratas.

Una encuesta reciente de The Washington Post y la cadena ABC le da oxígeno al argumento. Mientras la mayoría de los votantes registrados que respaldan a Trump afirmaron sentirse “muy entusiasmados” por votarlo, apenas uno de cada tres dijo lo mismo de Biden.

Quizás en gran medida, por eso, ni la campaña de Biden ni los demócratas –aún algo traumatizados por la derrota de 2016– parecen del todo confiados con la cómoda ventaja que señalan las encuestas.

“El principal problema para Biden podría ser él mismo”, dijo recientemente el diario británico The Economist. “Es el candidato menos carismático que se pueda imaginar. No solo por su moderación, que no conecta con los jóvenes, sino por su estilo poco decisivo”.

Todo lo contrario de Trump, quien tiene la capacidad de recurrir a la política de destrucción total. Algo más notorio en tiempos de dificultades electorales.

Su respuesta cuando se siente acorralado y sospecha que puede perder es poner al límite sus dotes de estratega cínico. “Se pone como desquiciado”, dijo The New York Times, citando a uno de los asesores de la campaña de Hillary Clinton en 2016. “Actúa con impulsos encontrados, como si estuviera en un duelo a muerte”.

Si la vacuna no hace el milagro, la gran pregunta es, ¿seguirá Trump? Para muchos, el republicano representa los males de la civilización, genera irritación y un profundo desprecio, por su vulgaridad, su corrupción, su egolatría y su estilo mafioso. No hay que perder de vista, en contraste, que para un 35% de los estadounidenses la palabra Trump en las zonas rurales y blancas es un signo de admiración.

En definitiva, Trump pagará cualquier precio, sellará cualquier trato, quebrará cualquier ley para asegurar su propia supervivencia y seguir en la Casa Blanca.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus