En Ucrania nada es lo que parece
La crisis de Ucrania se está convirtiendo en el juego de las medias verdades o, si vemos la botella medio vacía, de las medias mentiras
El Gobierno interino de Ucrania, aunque reconocido por la Unión Europea y por los Estados Unidos, con visita legitimadora de Biden incluida, no ha salido de las urnas sino de un movimiento parlamentario de dudosa constitucionalidad.
El movimiento que dio lugar la deposición del antiguo presidente prorruso Yanukovich estaba compuesto por una variopinta amalgama de grupos e intereses. Junto a los proeuropeos que querían cambiar radicalmente su país e iniciar un camino con la Unión Europea, en Maidán también había ultranacionalistas, fascistas y los tentáculos de los tradicionales oligarcas ucranianos que han controlado la política a través de la economía con independencia del color del Gobierno de Kiev.
El referéndum patrocinado por Rusia en la península de Crimea y la consecuente separación de Ucrania y unión a la antigua madre patria, es directamente inconstitucional y atenta contra las leyes internacionales. Pero hoy es una realidad incontestable y nadie parece dispuesto a revertirla.
Las sanciones contra Rusia que llenaron la boca de los dirigentes de Europa y de Estados Unidos, no han sido más que pequeños gestos que no han provocado ninguna preocupación ni en las autoridades de Moscú ni en las multimillonarias fortunas que apoyan a Putin. Una gran parte de países de la Unión Europea, empezando por Alemania, no quieren oír ni hablar de sanciones contundentes a Rusia, no vaya a ser que Putin se enfade y corte el grifo del gas y de las inversiones, y eso perjudique al proceso de recuperación económica de la vieja Europa.
La supuesta estrategia de aislamiento de Rusia por parte de la comunidad internacional y de Estados Unidos, ha supuesto que Putin tenga después de anexionarse Crimea, inmejorables relaciones con China o con India, y cuente con la simpatía de Brasil o Sudáfrica.
Los militares que ocuparon Crimea antes del referéndum no tenían distintivos del ejército ruso, pero todo el mundo sabía que habían sido enviados por Moscú. Los activistas prorrusos, armados y con uniformes que operan en la zona oriental de Ucrania han sido desautorizados por Moscú, pero ellos piden ayuda y armas a Putin. Kiev dice que quiere cumplir los acuerdos de Ginebra, pero deja que campen a sus anchas los ultranacionalistas ucranianos hostigando a tiros a los grupos prorrusos.
Un suma y sigue de reacciones, declaraciones o movimientos de los jugadores intervinientes en el tablero ucraniano que aparenta una cosa pero quieren o pueden decir otra muy distinta.
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