Decenas de famosos alabaron este lunes el estilo de los dandis negros y lucieron conjuntos de sastrería extravagantes en su honor en el preludio de la...
- 25/03/2018 17:07
Mar y Ángela miran con gesto adusto a la anodina entrada de la prisión de Neumünster (oeste de Alemania), a donde había sido trasladado horas antes el expresidente de Cataluña Carles Puigdemont, arrestado por la policía alemana tras la reactivación de la euroorden en su contra.
"Liberad a Puigdemont", dice una rústica pancarta delante de las dos mujeres, que protestan por la detención del independentista junto a otra decena de personas en las afueras de Neumünster, una pequeña y anónima localidad alemana de apenas unos miles de personas entre Kiel y Hamburgo, en el estado federado de Schleswig-Holstein.
Mar, una barcelonesa de 29 años que vive en Kiel, a unos 35 kilómetros, se ha enterado por internet de la detención del líder independentista y ha decidido ir sola a protestar frente a la prisión.
"Yo soy independentista, pero estaría aquí aunque no lo fuera. Esto va más allá del independentismo", dice a Efe Mar, que es lectora de catalán en la Universidad de Kiel.
Ángela, nacida en Castellón pero residente en Alemania desde 2006, se ha desplazado también a Neumünster tras enterarse de la noticia, pero ella se ha traído a su hija, de dos años y medio, y a su marido, que es quien coloca la pancarta principal frente a la entrada de la cárcel.
"No soy independentista. Pero esto es un ataque a la democracia", argumenta Ángela, que se reconoce "concienciada" con la cuestión catalana y considera que los catalanes deben poder decidir.
Su intención es protestar frente al presidio hasta que el cuerpo aguante: el día es desapacible, gris, pero por lo menos los termómetros superan los cinco grados en esta tarde de marzo.
Junto a Mar y Ángela se concentra en silencio un pequeño grupo de alemanes, unos con una bandera de grupos antifascistas, otros con una estelada (bandera independentista catalana) reivindican la libertad de los políticos catalanes encarcelados en España a raíz del proceso separatista ilegal.
"Yo me he venido de forma espontánea. Pero se está organizando algo. Mañana va a haber otra manifestación aquí delante de la cárcel. Quiere venir gente de todo el norte de Alemania. Y se está montando algo en Hamburgo y en Berlín", asegura Mar.
Una inusual actividad rodea al discreto centro penitenciario, un clásico edificio público de ladrillo rojo de los que abundan en el norte de Alemania, pues además de los inusuales manifestantes un puñado de cámaras merodea por los alrededores del edificio.
Los pocos coches que cruzan junto a los manifestantes desaceleran al pasar a su lado para que les de tiempo a leer las pancartas y algunos muestran cierto desconcierto, pues muchos vecinos de la pequeña Neumünster no se han enterado de que su localidad, por puro azar, se ha convertido en otro de los puntos asociados a la crisis catalana.
Además, algunos presos se han dado cuenta de la presencia de medios y gritan consignas ininteligibles en alemán desde las ventanas, mientras otros compañeros de presidio ríen a carcajadas.
Una patrulla de policía vigila a manifestantes y periodistas desde su furgoneta, situada en un lateral del aparcamiento del centro penitenciario, pero apenas abandonan el vehículo.
Puigdemont fue detenido por la mañana, tras casi cinco meses huido de España y a las 48 horas de que se reactivara la euroorden dictada por el juez del Tribunal Supremo español Pablo Llarena en su contra por rebelión y malversación de fondos, entre otros cargos, en una operación coordinada por los servicios de inteligencia española.
El líder independentista fue arrestado poco después de entrar en territorio alemán por Dinamarca, e ingresó tras un breve paso por una comisaría local en la cárcel de Neumünster, a la espera de que un juez le tome declaración.
Entonces se decidirá si pasa de arrestado a detenido, en ese caso en una prisión a la espera de que se decida sobre la petición de extradición de la Justicia española.
El plazo máximo para decidir y eventualmente ejecutar su entrega a España es de 60 días a partir del día de la detención, independientemente de los recursos que puedan presentarse contra ésta.