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- 01/01/2016 01:00
No se puede entender el siglo pasado ni el pensamiento geopolítico actual sin comprender la huella que dejó el surgimiento y caída de la Unión Soviética.
La Navidad del año 1991 sorprendió al mundo con la súbita e inimaginable extinción de aquel país, un referente político e ideológico para algunos y a la vez un enemigo jurado para otros.
Pasados 25 años de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) aún no hay un consenso definitivo sobre el momento justo en el que empezó su declive, aunque, ciertamente, el golpe de Estado en agosto de ese mismo año contra Mijaíl Gorbachov, último presidente soviético, desencadenó la fase definitiva del proceso.
Tres meses después, el 8 de diciembre de 1992, se firmaba el Tratado de Belavezha, acuerdo que declaraba la disolución de la Unión Soviética.
La portada de La Estrella de Panamá en su edición del 25 de diciembre de aquel año reportaba: ‘Gorbachov anuncia hoy su renuncia', y con ella el reconocimiento de facto del fin de uno de los más poderosos e influyentes países del siglo XX.
REVOLUCIÓN DE OCTUBRE
Oficialmente conocida como Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas, la URSS emergió de la Revolución de Octubre de 1917, una insurrección obrera y campesina que derrocó una decadente monarquía rusa, seguida de seis años de una sangrienta contienda civil con la intervención de la gran mayoría de potencias mundiales de la época contra los denominados ‘bolcheviques', los más radicales opositores al zarismo encabezados por Vladímir Ilich Lenin.
El surgimiento de la URSS ‘significó un cambio drástico del sistema político, económico social y cultural mundial hasta la fecha inédito, que prometía un amanecer de justicia social', explica el profesor Euclides Tapia, internacionalista y egresado de la Universidad Estatal de Kiev, Ucrania, otrora parte de la URSS.
Constituido como el primer Estado con bases socialistas de la historia, fue un país continente que se extendía desde el Mar Báltico hasta el Océano Pacífico, con once husos horarios. Su superficie duplicaba la actual China.
ORDEN BIPOLAR
Los últimos capítulos de la Guerra Fría
La llamada ‘‘Guerra Fría” comprende entre el año 1945 a 1991, signo el orden político, económico e ideológico durante la segunda mitad del siglo XX.
Fue la disputa por el mundo divido en dos, el bloque oriental-comunista liderado por la URSS y el bloque occidental capitalista dirigido por los Estados Unidos.
Durante su ultima fase a inicio de los años 80 , desde Washington, con Ronald Reagan a la cabeza, los norteamericanos se dedicaron con mucho éxito a mellar la economía soviética con nuevas y costosas escaladas militares.
Entre las más destacadas está la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) o ‘Guerra de las Galaxias', un sistema de defensa antimisiles desde tierra como escudos desde el espacio.
El otro hito en los años finales de la bipolaridad fue la Guerra de Afganistán (1979-1989), que presentó una sangría de recursos para la URSS.
En tierras afganas, EE.UU. dio luz verde para la ‘Operación Ciclón', nombre clave de un programa de la CIA para reclutar, entrenar y financiar islamistas radicales, los muyahidines, que enfrentarían a los soviéticos.
Se trataba, pues de un súper Estado, multiétnico y multicultural, que albergaba a 293 millones de habitantes de cien nacionalidades distribuidas en quince repúblicas, todos bajo la bandera roja de la hoz y el martillo.
Convertida en sus inicios en un estandarte de emancipación universal, precisa el jurista Raúl González, también graduado en aquel país, ‘la URSS inauguró un nuevo tipo de estado, el de las mayorías, que se anteponía a los estados tradicionales, controlados por las élites', desde el primer momento de la aparición de los ‘bolcheviques' (comunistas) en la escena mundial, se convirtieron en un punto de contraste con los modelos occidentales y pasaron a ser el otro gran actor político, científico, tecnológico, cultural e incluso de ficción.
No sería hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando la URSS se convertiría, junto a Estados Unidos y sus aliados, en la otra gran potencia beligerante durante la larga ‘Guerra Fría' (1945-1991), no sin antes pagar un altísimo costo en vidas humanas para detener y revertir la expansión nazi-fascista.
El médico cirujano Augusto Fábrega, uno de los primeros panameños en estudiar en la Universidad de la Amistad de los Pueblos, en Moscú, escritor en idioma ruso y exembajador de Panamá en Rusia, hoy denominada Federación Rusa, explica que para la Unión Soviética, la última guerra mundial se convirtió en una suerte de guerra de supervivencia frente a la máquina de guerra de Adolfo Hitler, y aunque muchos países sufrieron grandes estragos, no son comparables a la devastación soviética, tanto territorial como económica. Se calcula que de los 50 millones de muertos que dejó esa terrible guerra, 27 millones fueron ciudadanos soviéticos.
Existe una percepción general de que el fin de la contienda se definió con los desembarcos aliados en Normandía. Dicha creencia, más cercana a las versiones hollywoodenses de aquella guerra, como el filme ‘Salvando al Soldado Ryan', contrasta con la realidad expresada en los documentos históricos, que apuntan hacia el Este, específicamente al llamado Frente Oriental (soviético, yugoslavo, entre otros), como verdadera clave de la derrota del fascismo en Europa.
El propio Franklin Roosevelt, presidente de EE.UU. en esa época, recalcó en mayo de 1942 este hecho: ‘Desde el punto de vista de la gran estrategia..., es difícil pasar por alto el indudable hecho de que el Ejército Rojo está destruyendo más soldados y armamento del enemigo que los otros 25 estados de las Naciones Unidas juntos', dijo entonces el gobernante estadounidense.
EL COLAPSO DE LA URSS
Todos los entrevistados coinciden en que la disolución de la URSS tiene razones multicausales. Así, Tapia señala la carrera armamentista y espacial, y su alto costo, como una de ellas, en particular en su última fase, durante la administración de Ronald Reagan.
Por su parte, Fábrega considera que el atraso tecnológico en la esfera civil contrastaba con el observado en el ámbito militar. Así, ‘mientras el atraso tecnológico se producía en la economía soviética, en Japón, EE.UU. y muchos países de la Europa occidental, éstas eran cada vez más utilizadas'.
El exdiplomático destaca otra razón para el desplome de la URSS, ‘la existencia de una burocracia anquilosada, cada vez más corrupta, que disfrutaba de privilegios excepcionales'.
Ciertamente, uno de los artífices y principales protagonistas de la disolución de la URSS fue Boris Yeltsin, presidente, en su momento, del Soviet Supremo de Rusia, quien pasaría directamente a ser el primer presidente de la actual Federación Rusa.
Muchos de los burócratas del Estado se hicieron ricos de la noche a la mañana durante la rapiña de las propiedad estatales que siguió al cambio.
La URSS transitó de un rígido sistema estatal y planificado a uno ultraliberal, con masivas privatizaciones aparejadas de una dramática pauperización de los estandartes de vida de la población.
‘LA BUROCRACIA ANQUILOSADA DENTRO DE LA URSS FUE UN ELEMENTO QUE ACELERÓ SU DISOLUCIÓN',
AUGUSTO FÁBREGA
EXDIPLOMÁTICO PANAMEÑO
Otro elemento que según el profesor González propició la caída soviética fueron los altos costos de la financiación de la solidaridad internacional y las luchas de liberación nacional en África, Asia y América Latina. Si bien, indispensable para el fin del apartheid en Sudáfrica, la liberación de Vietnam, entre muchas otras actuaciones internacionales, minó seriamente la economía del país.
La sola existencia de la URSS posibilitó que estos movimientos pudieran enfrentar en mejores condiciones al colonialismo europeo de la postguerra, a pesar de muchos de estos no simpatizaban del todo con la el gobierno soviético.
En un artículo a propósito de los 25 años de la implosión soviética, el periodista catalán Rafael Poch, corresponsal por más de veinte años en ese país, escribía que aunque los nacionalismos jugaron un papel en el final del gigante geopolítico, ‘no fue el nacionalismo per se' el problema, sino ‘la estructura del Estado soviético, con sus quince repúblicas nacionales, lo que demostró ser fatal para la URSS' y plantea que hubo una indefinición en los términos de ‘soberanía' dentro del Estado que ‘facilitaba la secesión si la cohesión del conjunto se debilitaba, como ocurrió en los ochenta'.
En comparación con otros países que son ‘nación de naciones', como China, India o EE.UU., las fronteras no están determinadas por ‘grupos nacionales', explicó.
Y si la Navidad de 1991 trajo sorpresas para el mundo, 25 años después hay más preguntas que respuestas.
Pocos saben que el 17 de mayo de 1991, tuvo lugar un referéndum en toda la Unión Soviética (excepto en las repúblicas bálticas, Georgia, Moldavia y Armenia) con 80% de participación, en el que 77% de los ciudadanos se manifestó a favor de conservar la URSS.
Cabe, entonces, todavía la pregunta ¿qué habría ocurrido si la URSS hubiera sobrevivido a su crisis de fin de siglo y su eclosión de las navidades de 1991, encontrando caminos de modernización tecnológica, superación de las profundas falencias democráticas y económicas?
A un cuarto de siglo del fin de la URSS, lo que sí se conoce es que el orden unipolar que ha quedado hegemonizado por los Estados Unidos, todavía no tiene sombra y la realidad histórica ha demostrado ir a contra mano del discurso de aquellos que se atrevieron a declarar el ‘fin de la historia y de las ideologías', la mañana siguiente del 31 de diciembre de 1991. ¿Es ahora el mundo más seguro?