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- 10/05/2025 17:01
León XIV no se quedaba en las palabras, la atención a los más necesitados que predicaba constantemente en sus homilías la trasladaba a la acción y, prueba de ello, son los comedores sociales que creó en varios puntos de la diócesis peruana de Chiclayo, donde los pobres más pobres acuden para tener sustento.
“Nos ha dejado mucha enseñanza, sobre todo la virtud de la caridad, llegar a las personas de extrema pobreza, el alimento no debe de faltar en ningún hogar del mundo”, dice a EFE Daría Chávarry, voluntaria en un comedor social chiclayano.
En el distrito de San Antonio, una de las zonas humildes a las afueras de la localidad donde el nuevo papa fue obispo ocho años, es testigo de las numerosas acciones que realizó a favor de las personas más necesitadas.
“Llegó aquí, porque realmente veía la necesidad del pueblo”, indica junto a las ollas del comedor Rosa Victoria Ruiz, que cocina diariamente en este espacio inaugurado por Robert Prevost, hoy conocido universalmente como León XIV.
En 2019, ante la llegada masiva de venezolanos a Perú, el entonces obispo de Chiclayo invitó a las parroquias de su diócesis a abrir sus puertas y encontrar formas de ayudar a estas personas que arribaron al país andino sin nada.
Prevost tuvo la idea de abrir un comedor social en un espacio del distrito para acoger a esta población migrante, pero hizo lo mismo en otros puntos de la ciudad.
“Llegaron muchísimos migrantes venezolanos, estaban por las calles sufriendo, no tenían donde estar, ni donde alimentarse, entonces fue la iniciativa de nuestro papa que tiene un corazón grande que comienza con el comedor”, apunta Rosa, quien recuerda a la perfección el día de su inauguración, el 19 de julio de 2019.
Una fecha que los miembros de esta comunidad recuerdan con un cariño inmenso como muestran las ya descoloridas fotografías pegadas a la pared con el nuevo papa como protagonista.
El comedor está rodeado de tierra y ese día regaron abundantemente “para que estuviera verde y bonito para la llegada del obispo”, pero se creó gran cantidad de barro. Detallan que a Prevost no le importó, metió sus zapatos en el fango, y comió junto a los migrantes arroz, ensalada y pollo.