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- 19/08/2016 02:00
La URSS, el contrapunto económico, político y cultural de Occidente durante buena parte del siglo XX, desapareció por completo un día como hoy hace ahora 25 años.
La caída del bloque ya se veía inevitable para muchos en los años 80, especialmente al final de dicha década. Lo que marcó el fin de la economía socialista fue la aprobación, en noviembre de 1989, de una propuesta económica que abogaba por el tránsito hacia una economía de mercado regulada, que al mismo tiempo denunciaba la planificación centralizada. Entre 1990 y 1991, esta transición seguiría reforzándose cada vez más. Mientras se acentuaba el transito hacia una economía de mercado, estados soviéticos como Estonia y Letonia ponían en marcha sus respectivos procesos hacia la independencia. Para intentar contener estos germenes independentistas, el 17 de marzo de 1991 dos tercios de los ciudadanos soviéticos participan en un referéndum que aprueba la conservación de la URSS como una federación renovada de repúblicas soberanas e iguales en derecho, en las que se garanticen los derechos y las libertades de las personas de todas las nacionalidades. No obstante Letonia, Lituania, Estonia y Georgia no participaron en el referéndum. Un 78% de los rusos se manifestó a favor de crear la figura del presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, cargo que asumiría Borís Yeltsin.
En junio de 1991, Yeltsin sería elegido por sufragio universal como presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia y se convierte en el primer dirigente ruso democráticamente elegido.
A pesar de estos esfuerzos aperturistas, en unos pocos meses la URSS quedaría desintegrada y el golpe final sería asestado el 19 de agosto de 1991.
Pero no solo se trataba del factor político, económicamente la URSS vio una caída del 15% de la renta nacional en su último año. Además, la producción industrial disminuyó un 7%; se redujo un 9% la producción agropecuaria. Y a finales de 1991 el 31% de la población soviética vivía en la pobreza. En esa fecha, una junta de altos cargos políticos y militares da un golpe de Estado y aparta del poder a Mijaíl Gorbachov. El vicepresidente, Guennadi Yanáev, asume las funciones de jefe de Estado. Se prohíben las actividades de los partidos políticos, mientras que Yeltsin llama a la resistencia frente a lo que califica ‘golpe de Estado reaccionario'.
Ignorando el toque de queda impuesto por los golpistas, cientos de miles de personas en las ciudades de Moscú y Leningrado salen a las calles para hacer frente al golpe. Al día siguiente, Estonia proclama su independencia. Le siguió Letonia el 21 de agosto, Ucrania el 24, Moldavia el 27, Azerbaiyán el 30 y Kirguizistán el 31 del mismo mes. Ya para el 21 de agosto, el golpe había fracasado y al mes siguiente Estados Unidos reconocía a los estados bálticos recién independizados, que a mediados del mismo mes ingresan a las Naciones Unidas. La declaración oficial de la desintegración soviética llegó el 25 de diciembre, cuando Gorbachov admite en un discurso por la televisión el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La bandera soviética es arriada en el Kremlin y media hora después se iza la tricolor de Rusia que ondea hoy.
Sin embargo, lo que siguió para Rusia tras la caída de la URSS no fue la llegada de una utopía capitalista, tras la caída del comunismo. Los años noventa han quedado en la memoria de una mayoría de los rusos como una etapa de empobrecimiento y criminalidad generalizados.
Más de dos décadas después de ese fecha, la caída del bloque comunista es calificada por el presidente de Rusia, Vladímir Putin, como la ‘mayor catástrofe geopolítica del siglo XX'.
Con cronología de Efe