Aniversario deja un sinsabor en los panameños

Actualizado
  • 24/10/2008 02:00
Creado
  • 24/10/2008 02:00
PANAMÁ. La mañana era calurosa cuando Briceida Charris se acercó al sitio en donde su hermana Roxana vivió su último respiro.

PANAMÁ. La mañana era calurosa cuando Briceida Charris se acercó al sitio en donde su hermana Roxana vivió su último respiro.

Bajo una carpa roja, estaba ella y las 17 familias que habían acudido al lugar conocido como La Cresta, en la vía Martín Sosa, para recordar a sus hijos, hermanos y esposas que fallecieron en el “bus de la muerte 8B-06”, el 23 de octubre de 2006.

Ya no había llanto, pero sí un ambiente de desilusión. La enfermera Lidia Atencio, una de las que sobrevivió a la tragedia, esperaba que mucha gente asistiera al acto.

Sin embargo, a su alrededor sólo había miembros del movimiento 23 de Octubre, un pintor que exponía obras alusivas al accidente, autoridades de tránsito, policías y medios de comunicación. Los curiosos que hace dos años se acercaron a presenciar el bus carbonizado ni se asomaron.

Esta fue la primera impresión que pudo dar Atencio, quien aún tenía una venda que contorneaba su rostro, y así exigía justicia para todos los panameños que utilizan el transporte público, pues “nada ha cambiado”, dijo.

El ambiente pesado envolvía a su vez a los presentes que atocigados por el calor permanecían de pie, esperando a que una comitiva diera inicio al acto de pintar 18 corazones azules sobre la vía, se trataba de un programa que busca concienciar a los conductores y evitar más muertes por accidentes de tránsito. ¿Azul? —es que la sangre es azul cuando los humanos mueren— dijo un estudiante de la escuela República de Israel que esperaba hablar frente a las cámaras de televisión.

La iniciativa de corazones azules no fue precisamente de autoridades panameñas, sino de un programa desarrollado en Ecuador que ha reducido en un 18% las muertes por accidentes de tránsito en cuatro años.

La vía Martín Sosa fue la primera en pintarse de azul, los propios familiares se encargaron de pintar los corazones en representación de sus seres queridos. El general Jorge Pabón, director de Control de Tránsito y Seguridad Vial en su país junto a la embajadora de Ecuador en Panamá, colaboraron en la actividad. Pabón, se mostró positivo con el programa y aseguró que la campaña dará buenos resultados en Panamá “aquí veo gente amable, gente culta”.

Quien no estaba convencido de qué tan culto fueran los conductores de buses, era David Ramírez, quien rememoró el momento en que los pasajeros del 8B-06 pidieron la parada y “ese canalla por su avaricia no dejó que nadie bajara”, mientras que Lucía Perea, representante, también de los usuarios, dijo desconocer por qué le dicen diablos rojos a los buses, “si los que va manejando son los diablos”.

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