Devotos regresan al pueblo de Antón

Actualizado
  • 15/01/2010 01:00
Creado
  • 15/01/2010 01:00
ANTÓN. P ara el antonero, el Cristo de Esquipulas no solo es su historia impresionante.

ANTÓN. P ara el antonero, el Cristo de Esquipulas no solo es su historia impresionante.

Es mucho más íntimo. Para ellos, es un protector y un aliviador de cualquier angustia, dolor profundo o solucionador de lo que en el mundo terrenal pareciese imposible de conseguir.

Por ello, hoy, viernes 15 de enero, muchas familias de diversos puntos del país, que tengan una empleada doméstica oriunda de Antón, será imposible decirle que no le otorga el permiso para asistir ante su santo venerado, porque lo más probable es que de todos modos llegue a su tierra natal, y de seguro no volverá más a su trabajo, cuentan los lugareños.

Para algunos, alejados de su trascendencia, es difícil de comprender el profundo arraigo e identificación espiritual que une a sus feligreses en esta tierra.

Los testimonios de milagros, algunos más relevantes, otros o la mayoría de ellos, son guardados, solo para sí en franca y directa comunión con su Señor divino.

Hace varias décadas, rememora Olga Delgado, bibliotecaria con 32 años de servicio, las siembras de arroz y la ganadería en Antón, en una etapa de producción sufrió una gran sequía que afectó varias regiones del país.

La angustia de los productores de la región, reconociendo que ni el bombardeo que en aquella ocasión el gobierno de Omar Torrijos dirigió contra las nubes, mediante las llamadas “ bombas de elefante” pudieron hacer llover, recurrieron a solicitar al padre Marín, que se les permitiera la rogatoria al Cristo de Esquipulas, pero solo para pasearlo alrededor del parque y lograr que “el milagro de la lluvia salvó los arrozales y los pastos de la ganadería”.

A las 10:00 a.m., el pueblo antonero se alentó y con las oraciones impregnadas de fe imperturbable, acompañaron al “santo” en la única vez en la historia de su existencia, que aparte del 15 de enero salía de su aposento.

A las 3:00 de la tarde, de ese mismo día, nubarrones se avistaron en los alrededores de esta región y un torrencial aguacero bañóo, como bendición las resecas llanuras y costas de esta tierra del Esquipulas.

Así, es la fuerza de la fe en Antón, en donde un día como hoy retornan de tierras lejanas, muchos de sus hijos para cumplir sus promesas de acompañarle en este día.

Para devolver con más convicción familiar, transmitida de generación en generación, su gracia divina.

Y es que Antón, tiene quizás la dicha de tener el milagro de tenerlo. El milagro de su protección diaria, en el mar, en las llanuras y en las montañas.

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