Cómo evitar la epidemia

Actualizado
  • 04/05/2011 02:00
Creado
  • 04/05/2011 02:00
El poder de las palabras es infinito y su impacto en cada individuo depende del nivel de formación de cada persona. Una palabra con un p...

El poder de las palabras es infinito y su impacto en cada individuo depende del nivel de formación de cada persona. Una palabra con un potencial afectivo enorme es: cáncer. Si nos vamos a su origen deriva del término latino cancrum y del griego karkinos, en ambos casos el significado es cangrejo.

Esta palabra fue utilizada por los médicos de la antigüedad para describir las tumoraciones o neoplasias agresivas, que en muchos casos se parecían a un cangrejo. Históricamente la palabra cáncer es asociada a sufrimiento, dolor y muerte. Sin embargo, hoy día podemos considerarlo como una enfermedad más, que requiere evaluaciones, manejos y que tiene grandes implicaciones. El cáncer de mama es un ejemplo de ello.

De acuerdo con las estadísticas, el cáncer de mama afecta a 1 de cada 10 mujeres y su edad promedio de diagnóstico esta alrededor de los 50 años de edad. La mayoría de las pacientes afectadas están en la etapa de la postmenopausia, pero muy probablemente su inicio fue premenopáusico.

La enfermedad no distingue estratos sociales y se ha convertido en un reto a nivel mundial, pues a pesar de que sabemos mucho de ella no hemos logrado disminuir su incidencia. Hemos avanzado en el diagnóstico temprano y en el tratamiento, lo que ha permitido disminuir la mortalidad y mejorar la calidad de vida de la paciente.

Su inicio en cada persona es imperceptible, de manera de que cuando encontramos una lesión palpable de unos 1.5 a unos 2 centímetros en promedio sabemos que la enfermedad ya tiene unos seis a ocho años de haber iniciado, dependiendo del estirpe histológico que estemos enfrentando.

La razón de esta dura verdad es que la división celular inicial de las tumoraciones malignas de la mama es muy lenta, cuando ya es palpable el tiempo de duplicación y crecimiento tumoral es entonces más rápido.

Las herramientas a nuestro alcance para diagnosticarlo a tiempo aun no nos permiten encontrarlo en estas etapas supertempranas, pero podemos tener la sospecha clínica en base a los riesgos de cada paciente que nos obligue a mantenerla bajo estricta vigilancia.

Uno de los factores más estudiados es el herodofamiliar, una paciente con familiares de primer grado de consanguinidad (madre y/o hermanas) afectados por cáncer tiene más riesgos que una paciente sin estos antecedentes, y el escenario es mayor si la edad de inicio de la enfermedad en su familiar fue por debajo de los 45 años.

Otro factor interesante son las cargas estrogénicas y la vulnerabilidad de cada paciente ante estos, sea endógeno o exógeno, por ejemplo una paciente con una menarquía (menstruación) antes de los 12 años y una menopausia después de los 55 años tiene más riesgo de padecer de esta enfermedad.

La mejor forma de enfrentar esta epidemia es la información y la educación, el cuidado de este órgano requiere de una serie de recomendaciones que se deben seguir.

Si bien es cierto en muchas ocasiones no se puede evitar, sí se puede encontrar en etapas iniciales. Realizarse una mamografía anual una vez se cumpla los 40 años, el autoexamen de las mamas, la evaluación médica periódica son algunas de las armas a nuestro alcance para combatir la enfermedad con responsabilidad y siempre con valentía. No caiga en la ‘cancerofobia’ ni cuelgue los guantes, solo hay que buscar ayuda pronto.

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