El futbolista que hizo de sí una marca

Actualizado
  • 27/10/2013 03:00
Creado
  • 27/10/2013 03:00
Yo nunca lo vi jugar. Cuando Leónidas da Silva, conocido como ‘El Diamante Negro’ en el mundo del fútbol, era el emblema acrobático y gr...

Yo nunca lo vi jugar. Cuando Leónidas da Silva, conocido como ‘El Diamante Negro’ en el mundo del fútbol, era el emblema acrobático y gran goleador de la selección brasileña, la televisión aún no existía.

Se le puede ver en acción durante una brumosa filmación del Campeonato del Mundo de 1938, realizado en Francia, torneo en el que Leónidas fue el goleador, aunque por la escasa claridad de las imágenes, más que verlo hay que adivinarlo.

‘El Diamante Negro’ dominó de manera absoluta el fútbol de Brasil durante las primeras décadas del siglo XX . Con el paso de los años, muchas veces levantó comparaciones con Pelé cuya veracidad es muy difícil de corroborar por la escasez de imágenes ya mencionada.

Entre los pocos que vieron jugar a ambas leyendas estuvo el gran periodista Luiz Mendes, quien falleció en 2011. Él lo tenía muy claro: ‘Leónidas no fue mejor que Pelé. Pero tampoco fue peor’.

Por otra parte, en su libro Diamante Negro el periodista José Roberto Torero afirmó: ‘Leónidas fue un dios negro y pagano que anduvo por estas tierras haciendo sus milagros’.

Mientras que Jerry Wienstein, escritor de fútbol, resumió así las cualidades de Leónidas: ‘rápido como un galgo, ágil como un gato, y con un cuerpo que no estaba hecho de carne y hueso, sino de caucho. Un luchador infatigable que nunca dejaba de moverse. Disparaba desde todos los ángulos y compensaba su escasa estatura con acrobacias imposibles’.

EL CENTENARIO DEL DIAMANTE NEGRO

Este año, 2013, marca el cumpleaños número 100 del legendario jugador fallecido en 2004.

Leónidas da Silva empezó a jugar profesionalmente con el equipo Bonsuccesso de Río de Janeiro en 1931. Pasó al gigante uruguayo, Peñarol de Montevideo, en 1933. Luego de un año volvería a su país para jugar con Vasco da Gama, con el que ganó el campeonato carioca.

Representó a Brasil en el mundial de 1934 y a su regreso se unió al Botafogo, con el que ganó otro campeonato local en 1935. Al año siguiente se unió a Flamengo, popularísimo equipo de Río de Janeiro, con el que permanecería hasta 1941, obteniendo otro título en 1939.

Su último club fue el São Paulo, en el que permaneció entre 1942 y 1950, año de su retiro. Allí logró 5 títulos que agrandaron su leyenda.

A nivel internacional, gracias al campeonato mundial de 1938 fue que el nombre de Leónidas da Silva se convirtió en sinónimo de ídolo.

EL MUNDIAL DE LA GUERRA

Se puede catalogar el mundial de Francia en 1938 como extraño y rodeado de todo tipo de tensiones políticas que anticipaban la violencia apabullante y destructora de la Segunda Guerra Mundial.

El francés Jules Rimet, creador de los mundiales, temiendo que la copa se viera interrumpida por muchos años –como efectivamente ocurrió, pues el siguiente mundial recién se efectuó hasta 1950–, la cambió de sede. Rimet anhelaba que el mundial se jugase en su país; por eso, aunque le tocaba a Argentina, se llevó la competencia en tierras galas.

En protesta al cambio de sede, los equipos sudamericanos, excepto Brasil, que tenía aspiraciones de realizar el siguiente mundial, decidieron no asistir. Obviar el boicot le funcionó a los brasileños, el mundial de 1950 fue en su país.

Alemania, en pleno proceso expansionista acababa de anexar a Austria, cuya selección estaba clasificada. Por la anexión se le prohibió participar y en cambio 5 jugadores fueron convocados dentro del equipo alemán. Jugaron con tal desgano que Alemania por primera y única vez en la historia no pasó de la primera ronda.

Pero la política no era asunto de la selección del Brasil. Un partido inolvidable en la primera ronda eliminatoria enfrentó al único combinado suramericano del torneo con la selección de Polonia.

En el primer tiempo Leónidas anotó 3 goles. En la segunda mitad comenzó una lluvia torrencial. En medio del espeso barro, Leónidas se quitó los botines y comenzó a jugar descalzo, aunque el árbitro sueco lo obligó a calzarse una vez más. Cuando el referí dio por terminado el intenso partido, las nubes se habían alejado. Brasil obtuvo una victoria por un marcador impensable: 6 a 5.

En los cuartos de final, la verdeamarela empató con Checoslovaquia, que los obligó a jugar un desgastante desempate, que vio triunfador a los de Da Silva.

Luego de semejante esfuerzo, el entrenador brasileño decidió dejar descansar a Leónidas en el partido semifinal, confiando que la canarinha podría calificar ante Italianos sin él. Grave error: los azurri los vencieron y el diario deportivo más prestigioso de Italia aprovechó para lanzar un mensaje muy acorde con los repulsivos fervores fascistas de la época: ‘la apoteosis del deporte fascista en esta victoria de la raza’.

Cuando el mundial finalizó, la selección brasileña se tuvo que conformar con el tercer puesto del torneo, aunque ‘El Diamante Negro’ se llevó el título de goleador.

BICICLETA O CHILENA

La jugada clásica, derroche de habilidad acrobática, conocida en casi todo el mundo como ‘chilena’, y en Brasil como ‘bicicleta’, no fue inventada por ‘El Diamante Negro’. Sin embargo, la refinó y la popularizó de tal modo que para siempre estuvo asociada a su nombre.

En el centenario del natalicio de Da Silva, Google le dedicó uno de sus célebres garabatos (un ‘Google Doodle’) para celebrar la famosa jugada.

La ‘chilena’ había sido realizada por primera vez por un jugador nacido en Bilbao, pero nacionalizado chileno, ya que llegó al país suramericano con apenas 12 años. El creador de la movida se llamaba Ramón Unzuaga y la historia registra 1914 como el año en que efectuó la primera chilena, realizada en el estadio El Morro, de Talcahuanao.

En el Sudamericano de 1920, realizado en Argentina, Unzuaga repitió la jugada en varias ocasiones. Fue cuando la prensa argentina bautizó la jugada como ‘chilena’.

Pero Leónidas no tenía manera de saberlo. ‘El Diamante Negro’ la puso en práctica por primera vez el 24 de abril de 1932, en un partido entre su club Bonsucesso y el club Carioca.

Jugando para el São Paulo, Leónidas realizó una bicicleta espectacular en un partido de 1948. La elástica movida sorprendió tanto al árbitro que estuvo a punto de anular el gol, porque no estaba seguro si formaba parte del reglamento.

JUGAR CONTRA EL RACISMO

Leónidas no sólo fue un genuino representante del fútbol más espectacular y acrobático. También fue el primer gran ídolo del fútbol brasileño y estuvo a la vanguardia entre los jugadores negros que rompieron la barrera de la segregación racial en Brasil.

Tal era el racismo imperante que Friedenreich, un brillante jugador mulato hijo de alemán y brasileña, antes de ingresar a la cancha se planchaba el pelo durante horas para confundir a los gendarmes que cuidaban la ‘pureza’ de la raza en el fútbol.

En 1921, el presidente de esa nación decretó que ningún jugador negro viajase con la selección al Sudamericano que se jugaría en Buenos Aires por un asunto de ‘prestigio nacional’.

Y si el caso de Friederich quien tenía que planchar su pelo de mulato antes de entrar a la cancha es aberrante, el de Carlos Alberto, quien se blanqueaba la cara con polvos de arroz para poder jugar es aún más vergonzoso.

Pero no son las únicas muestras de desprecio racial.

En 1913 el Club Paulistano (de São Paulo) rompió sus vínculos con la asociación de fútbol existente y fundó una nueva que solo estuviera compuesta por ‘jóvenes delicados y finos’.

Sin embargo el surgimiento de equipos multirraciales en Brasil era lento pero imparable. Ante esto, las ligas se defendieron con requisitos cada vez más ásperos, como demandar que cada jugador ejerciera una profesión o tuviera una fortuna personal, además de estar alfabetizado.

Esto obligó a algunos clubes a crear empleos ficticios para sus jugadores y contratar profesores para alfabetizarlos.

El triunfo del pluralismo racial y el inicio de una época en la que el color de piel no importaba más que el talento fue cuando el entonces modesto club Vasco da Gama ganó el título de Río de Janeiro en 1923.

El Vasco da Gama era un equipo compuesto por negros y mulatos que incomodaba a dirigentes, periodistas y aficionados vinculados a las costumbres elitistas.

EL MERCADEO DEPORTIVO

Leónidas da Silva también tienen el mérito de ser el pionero en el marketing futbolístico de Brasil.

En 1938, y luego de su paso brillante por el campeonato mundial de Francia, una fábrica de chocolates aprovechó la creciente fama de Leónidas para bautizar un nuevo y exitoso producto: el chocolate ‘Diamante Negro’.

En su momento se trató de una situación insólita, los jugadores difícilmente mercadeaban sus apodos, imágenes o habilidades. El chocolate fue apenas el primer paso en el astuto uso de su fama y su imagen. No tardó en diversificar su lista de clientes. Como era de esperarse, una marca de bicicletas estuvo entre los más vendidos, además de una línea de ropa, un modelo de reloj masculino y una marca de cigarrillos.

Antes de Leónidas, nadie tenía asesor de prensa ni administrador de imagen.

EL FINAL DE UNA LEYENDA

El club con el que Leónidas finalizó su carrera fue el São Paulo, al cual convirtió en un gigante deportivo con el que obtuvo 5 títulos paulistas.

El ‘Diamante Negro’ tenía 37 años cuando abandonó las canchas, aunque nunca permitió que la inactividad lo alcanzase: Se convirtió en director técnico del São Paulo, laboró como funcionario público y también como detective privado.

Más adelante, sería pionero en algo que hoy también es muy común: los exfutbolistas que se convierten en cronistas deportivos. Durante 20 años se dedicó a este oficio.

Seguramente hubiese seguido como comentarista por más tiempo, de no ser por la aparición del alzheimer en la década de 1970.

COMPAÑERA DE TODA LA VIDA

A lo largo de todos los triunfos, retos y etapas de su vida, Leónidas tuvo, por más de medio siglo, una inseparable compañera: Albertina Pereira dos Santos.

Albertina tiene 85 años. Además de funcionaria pública, se le puede considerar como ‘antigua filósofa’. Ella es la guardiana de los recuerdos de Leónidas.

Entre los objetos que perduran del ‘Diamante Negro’ destaca una pequeña medalla, devorada por el tiempo y guardada en una cajita dentro de la habitación que sirve de santuario.

Esa medalla es la que Leónidas obtuvo por ser el goleador del mundial de 1938.

Albertina confiesa que quisiera hacer algo con estos modestos tesoros que aún quedan; sin embargo, no es algo fácil de lograr.

Pereira dos Santos comenta: ‘Tengo mucho material conmigo. Pensé hacer un memorial y llamarlo ‘La casa de Leónidas’, pero para que este proyecto alcance el éxito, vamos a necesitar lo que él tuvo de sobra a lo largo de su vida: patrocinadores’.

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