Los caserones y el futuro del Casco

Actualizado
  • 09/12/2013 01:00
Creado
  • 09/12/2013 01:00
PANAMÁ. Un par de casas y avenidas son los únicos testigos fieles del Casco Antiguo original. En 300 años, las tendencias arquitectónica...

PANAMÁ. Un par de casas y avenidas son los únicos testigos fieles del Casco Antiguo original. En 300 años, las tendencias arquitectónicas han mutilado el enclave, hasta convertirlo en lo que es hoy: un barrio en el que conviven caserones del siglo XVIII con edificios con propensiones del nuevo siglo.

Eduardo Tejeira Davis presentó el jueves el libro ‘Panamá: el Casco Antiguo y la dinámica de sus transformaciones’, que sirve para analizar qué ha ocurrido en el Casco. Cómo las casas pasaron de ser viviendas de una familia a ser apartamentos.

Los incendios, explica el experto, han sido el principal factor de cambios en el barrio. ‘Hay viviendas que se han quemado hasta cuatro veces. Y con cada incendio, la gente aplicaba cambios a las fachadas’.

Sólo así se puede entender que en un mapa de la zona sólo hayan tres enclaves que conservan el espiritu inicial. ‘Los demás han sido intervenidos’, insiste en una disertación en el Arco Chato, que cedió hace un par de años.

Aún así, el experto ha identificado que entre los ‘cuatro grandes periodos’ de la cronología residencial del barrio ‘la arquitectura de cada nueva generación dialogaba armónicamente con las anteriores’.

Aun así, explicó, el efecto cascada de los incendios casi nunca arrolló a las calles y las plazas.

El Casco Viejo es patrimonio de la Humanidad desde 1997. Esta condición debería significar un freno a las corrientes de cambio. El siglo XXI no debería asomarse por el barrio, erigido 1673, en una península, con fuertes incluidos, para contrarrestar la posibilidad de ataques de piratas. Pero eso es un reto.

El mismo Tejeira Davis lo confiesa: ‘las grandes discusiones es que no cambien nada, aunque en realidad sí cambia bastante. Hay casas que las tumban y las remodelan de cualquiera forma, y le hacen creer a la gente que es el mismo edificio’.

La otra corriente, apuntó el arquitecto, es guardar la fachada y hacer cambios trascendentales dentro de las viviendas. La potenciación del turismo en la zona agiliza ese proceso de cambios. En el casco hay cerca de mil inmuebles, observados de cerca por proyectos de hoteles, restaurantes gourmet y galerías de arte. Es el plan que los gobiernos han trazado para revivirla.

Aunque el plan está en suspenso. Desde principios de año, la Asamblea Nacional discute el proyecto de ley 433, que contempla los lanzamientos de inquilinos ilegales y arrendatarios, para poner en marcha programas de ‘restauración’ y puesta en valor del barrio, que empezó hace veinte años.

El turismo, insiste Tejeira, promoverá más cambios. Y espera que estos no le hagan una mala jugada al Casco Viejo.

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