Empleo informal: Un problema sin solución

Educación, experiencia, edad, género. Muchas son las causas de que más de un tercio de la fuerza laboral en funciones no tenga trabajo formal

‘ La reducción de los niveles de informalidad constituye un desafío para la región. A nuestro juicio, es importante enfrentarlo a través de políticas innovadoras y efectivas, que permitan la creación de trabajos dignos y genuinos para mejorar la calidad de vida de los panameños’, declaró el ministro de Trabajo y Desarrollo Laboral, Luis Eduardo Carles, hace unas semanas en la 18ª Reunión Regional Americana de Ministros de Trabajo, que se llevó a cabo en Perú.

Panamá es un país que, desde hace varios años, goza del pleno empleo. En el istmo, la tasa de desempleo es apenas del 4.3%; es decir, la población ocupada, que es de un millón 694 mil 787 personas, equivale al 95.3% de toda la fuerza laboral. Sin embargo, de ese poco más de millón y medio de trabajadores, unas 529 mil 700 personas forman parte del sector informal, según datos de la Contraloría General de la República.

Elizabeth Tinoco, directora regional de la OIT, declaró a La Prensa que, en el ámbito de América Latina y el Caribe, ‘se han hecho importantes progresos en la generación de empleo formal’. En el continente, el empleo informal entre 2009 y 2012 bajó un 3.3%, pues pasó del 50% al 47.7%. En Panamá, este tipo de empleo ha tenido altibajos. De un 41% de la fuerza laboral en el sector informal en 2011, dos años después, en 2013, se bajó poco más de dos puntos porcentuales (38.6%), cifra que, aunque es menor, representa un incremento de 1.3% en comparación con el 37.3% que se registró para el 2012.

LA INFORMALIDAD Y SUS MALES

El problema de la informalidad laboral, señala la OIT, es que ‘[para] aquellas personas que, desde su condición actuante como generadores de bienes y servicios, no deriva la cobertura de la seguridad social ni emana la posibilidad de ejercer derechos’.

En un reportaje publicado a principios de año en La Estrella de Panamá , ‘Crónicas del empleo informal’, Héctor, un taxista, contaba las dificultades que se le presentan cuando él o alguno de sus familiares se enferman: ‘La trastada viene cuando pasan cosas. La vez pasada mi pela’a se me puso mala y la tuve que llevar a una clínica. Esos médicos lo primero que hacen es cobrarte y hay que pagar por todo. Siempre decimos que en el Seguro te matan; pero a veces no hay más opción. Esa es, quizás, una de las desventajas que tiene esto: no tienes esos beneficios que sí tienen aquellos que trabajan en un empleo fijo’.

En declaraciones para el Panamá América , el economista Raúl Moreira comentaba que ‘las personas con empleos informales, a largo plazo, se convierten en una carga para el Estado, pues se suman a la cantidad de personas subsidiadas por programas como‘ 120 a los 65’, porque no pagan sus cuotas para la jubilación y aumentan el gasto público’.

Calito, un vendedor de rosas citado en ‘Crónicas del empleo informal’, reconoció que ese tipo de empleo es vivir en la incertidumbre: ‘[Los trabajadores informales] No tenemos un horario fijo, pero trabajamos más de 8 horas. A veces son las 4 p.m. y ya estoy en la calle, son las 11 p.m. y sigo ahí porque no he logrado plata suficiente. No es fácil mantener una familia, por más humilde que sea. Cuando eres como yo, que vendo rosas, las cosas son más difíciles. El que tiene un trabajo fijo sabe cuánto dinero tiene cada quincena; yo, en cambio, todos los días tengo que salir a batallar para ver cuánto consigo... y no todos los días son iguales’.

DE EDAD Y GÉNERO

La socióloga Juana Camargo afirma: ‘Hay un gran porcentaje de jóvenes sin trabajo, y, además, tampoco tienen la capacidad para obtenerlo’.

Reportes de ‘La Decana’ de mes de julio, señalan que ‘del total de personas desocupadas en Panamá hasta marzo de 2014, 76 mil 126, el 65.3%; es decir, 49 mil 733 personas, pertenecen a la franja de edad comprendida entre los 15 y los 29 años. Además, el 33.8% (25 mil 792) de estos jóvenes desempleados son mujeres, según cifras de la Contraloría General’.

Camargo, quien se ha caracterizado por su labor con las comunidades indígenas, comenta que un problema fundamental en esas áreas es que ‘no hay empleo ni hay condiciones para que las mujeres tengan acceso a ingresos. Pueden hacer muchas artesanías y se venden a buen precio, pero no tienen canales de distribución adecuados. En la producción es igual, puedes tener muchas naranjas, por ejemplo, pero ¿cómo las sacas de la comunidad?’, se pregunta la catedrática.

Julio César Vidal, director de Desarrollo Organizacional de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá (CCIAP), afirmaba hace unas semanas a este diario que ‘los jóvenes están perdiendo oportunidades al no contar con una educación apropiada y de calidad, quedando en desventaja en el mercado laboral al no disponer de las herramientas que se exigen en el mundo de hoy día, y que otros países están brindando’.

La encuesta ‘Motores de Empleabilidad en Jóvenes’ realizada por la empresa Manpower Group, concluía que el ‘21% de los empleadores prefieren no contratar jóvenes por falta de madurez, 18% por falta de experiencia, 17% por falta de compromiso y 16% por inestabilidad emocional’.

Alberto Alesi, director de Operaciones de la firma para Centroamérica y la República Dominicana, declaró durante la presentación del estudio que ‘existen barreras para incluir a los jóvenes en el mundo laboral; sin embargo, las organizaciones están interesadas en contratarlos’.

EDUCACIÓN

‘La economía panameña, está pasando por un momento importante; sin embargo, encontrar la mano de obra calificada es complicado’ declaraba el entonces presidente de la CCIAP, José Luis Ford, hace unos meses a La Estrella de Panamá . ‘Si se le suma el requisito que para contratar personal se necesita el dominio inglés, el mercado o la gente calificada se reduce’, añadió.

Sin embargo, el especialista en Medicina del Trabajo, Francisco Díaz Mérida, rechaza esta idea: ‘Se dice que el panameño no está preparado, pero la escolaridad en el país es de 11.3 años en promedio, mucho mayor que el resto de los países de Centroamérica y varios de Suramérica’.

Para la historiadora Ana Elena Porras, estos conceptos se propagan porque sirven como excusa para propiciar la contratación de extranjeros. ‘Cuando un extranjero llega, trabajan por menos [que el panameño], porque están desesperados económicamente, y están dispuestos a todo’, considera la también antropóloga, quien añade: ‘Los panameños tenemos derecho y los exigimos. Por eso los empresarios prefieren a los extranjeros’.

‘Una educación con calidad es una oportunidad para que se desarrollen proyectos inclusivos con la juventud para incentivar o motivarlos para que se formen jóvenes más capaces y con una actitud proactiva para laborar’, considera Vidal, director de Desarrollo Organizacional de la CCIAP.

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