Testigos protegidos o fuentes periodísticas, he ahí la diferencia

Actualizado
  • 08/01/2015 01:00
Creado
  • 08/01/2015 01:00
La figura del testigo protegido ha sido usada en muy pocas ocasiones en Panamá. ‘Uriel’ y ‘Gabriel’, del caso CEMIS, son los más conocidos

Los aficionados a la política estadounidense seguramente recordarán haber leído en los medios noticiosos, por el 2005, la dramática confesión de un nonagenario exagente del FBI poco antes de morir: ‘Yo soy el tipo al que solían llamar Garganta Profunda’.

Más que por su nombre, el exagente Mark Felt pasará la historia por su seudónimo, ligado con el valiente testimonio que contribuyó a destapar el escándalo Watergate y obligó a la posterior renuncia del presidente estadounidense Richard Nixon.

La historia de Garganta Profunda podría hacer recordar, en Panamá, a los recientes testigos misteriosos que acuden a las televisoras para desenmascarar los oscuros manejos de fondos públicos. O se asemeja, en la versión de Hollywood, al caso que protagonizó estos días la mujer de cabellera rubia, manos nerviosas y voz de hombre, que, a oscuras, daba luces sobre la identidad de las figuras del gobierno de Martinelli que aparentemente ejecutaban sus órdenes de espiar a inocentes ciudadanos.

Pero hay que estar claros, advierten los juristas locales. Ni Deep Throat o Garganta Profunda ni el misterioso hombre del PAN ni la supuesta Isabella Stanziola, el nombre que atribuyen al último fichaje de la tele, son testigos protegidos.

‘No hay que confundir. El que sale en la televisión con la voz distorsionada o con una capucha no es un testigo protegido’, señaló a La Estrella de Panamá el abogado Ebrahim Asvat, de la firma Patton, Moreno y Asvat.

‘No hay testigo protegido si no lo declara así el Ministerio Público o un juez, por considerar que se trata de una persona con información relevante para enjuiciar a un criminal en un caso de alto perfil’, insiste Asvat.

En el caso de Stanziola, el exprocurador Rogelio Cruz asegura que a pesar de haber sido presentada como ‘testigo protegido’ en dos canales locales, ‘ella no lo es, pues antes de acudir a la televisión puso la denuncia en la fiscalía bajo su propio nombre’.

Se trata más bien, asegura el vicepresidente del Colegio Nacional de Abogados, Juan Carlos Araúz, de ‘fuentes periodísticas’ de identidad no revelada.

FIGURA JURÍDICA DEL TESTIGO

La figura del ‘testigo protegido’ nace en la legislación procesal penal panameña a partir de la Ley 23 de 7 de julio de 2000, que introduce los artículos 21 y 21-A en el Código Judicial.

Esta figura es muy diferente de la que aparece en la legislación estadounidense, mucho más avanzada, y que se encarga no solo de proteger la identidad del testigo durante la investigación, sino de, como aparece en las películas, proporcionar, cuando así lo amerite el caso, una nueva identidad y residencia.

En Panamá, se trata, según el vicepresidente del Colegio de Abogados, de una responsabilidad legal que asume el testigo.

Los testigos protegidos pueden acudir a las diligencias judiciales con indumentarias que dificulten su identificación. Y, para efecto de las citaciones y notificaciones, su domicilio se ubica en el despacho instructor o juzgado de causa.

EMOCIONAL

De acuerdo con Araúz, un testigo protegido no debe acudir a los medios de comunicación para ventilar lo que se debe mantener en el ámbito judicial.

‘Un caso judicial es una experiencia sumamente emocional’, asegura Araúz.

‘Si el testigo sale ante la opinión pública, se expone a presiones, cuando lo que quiere la autoridad judicial es que su testimonio se mantenga libre de amenazas, de influencias familiares o de cualquier tipo’, dice el abogado.

‘El testigo protegido debe guardar un perfil bajo e incluso hasta mantenerse recluido durante los casi cuatro meses que dure la investigación’, recomienda.

‘Hay un contrasentido en pedir protección y acudir a los medios haciendo gala de ser testigo protegido, cuando lo que se intenta es aportar información al proceso’, explica Araúz.

A las autoridades, por su parte, les compete resguardar a esta persona para que no se retracte y para que su testimonio no pierda validez.

CEMIS Y DROGAS

La figura del testigo protegido es bastante desconocida en el país y es porque se emplea poco.

Asvat, que no es abogado penalista, solo recuerda haber escuchado de testigos protegidos en el caso CEMIS y en algunos otros relacionados con drogas.

El exprocurador Rogelio Cruz, con experiencia en este tipo de procesos, explica que ha visto que ‘para evitar ser reconocidos, los testigos acuden a las diligencias totalmente cubiertos; incluso hasta las manos’.

Pero mientras que los casos de drogas no han llamado excesivamente la atención pública, el caso CEMIS sí lo hizo.

El que haya leído los expedientes del juicio del caso CEMIS recordará a los personajes ‘Uriel’ y ‘Gabriel’, a quienes el Ministerio Público les otorgó la condición de ‘testigos protegidos’ con el fin de que expusieran, libres de interferencias y de presiones, lo que habían observado desde sus posiciones privilegiadas en la entonces Asamblea Legislativa, hoy Asamblea Nacional.

Con sus testimonios y el de algunos otros como el expresidente Ernesto Pérez Balladares —presumiblemente menos susceptible a intimidaciones o amenazas—, el Ministerio Público investigó al expresidente Martín Torrijos y a diputados.

‘Uriel’ y ‘Gabriel’ revelaron con detalles cómo llegaron a la Asamblea unas cajas envueltas como regalo que poco después eran distribuidas entre los legisladores.

‘Todo era elegante: en un auto negro se transportaba una caja con un lazo’, relató Uriel.

Uriel también contó cómo subió el paquete a su despacho en la Asamblea y llamó a su colega. Se lo entregó pero éste lo dejó caer, pues ‘moría de nervios’.

‘No estoy acostumbrado a esto. Entiéndeme. Es la primera vez que entro en esto’, apuntaba.

Al final, con los testimonios de Gabriel y Uriel se pudo comprender que en cada caja envuelta en papel regalo habían $6 mil, pagados como soborno para la aprobación de un centro multimodal en Colón. Entre todas, sumaban $200 mil.

Las personas conocidas como Uriel y Gabriel ‘probablemente no se habrían atrevido a dar el mismo testimonio revelador de no haberlo hecho bajo la ocultación de su identidad’, señaló a este medio una persona que cree conocer de quiénes se trata, y los identifica como un exempleado de menor rango y el asistente de un legislador.

¿OPORTUNO?

La experiencia personal de Rogelio Cruz le lleva a pensar que ‘hay que tener cuidado con los testigos protegidos’. ‘En muchas ocasiones, quienes se amparan en el anonimato no dicen la verdad. A veces lo que buscan es venganza’, dice el exprocurador.

En determinadas circunstancias, añadió, la figura es válida. ‘No digo que merece derogarse, sino manejarse con cuidado’, concluye.

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