La formación policial no deja espacio para lágrimas

Actualizado
  • 29/07/2015 02:00
Creado
  • 29/07/2015 02:00
Ayer, como parte de las pruebas en el juicio contra doce personas por la muerte de cinco reos, se reprodujeron los videos como pruebas

Y, de repente, cuando se encienden las luces, ya nadie sonríe como lo hacían una hora atrás. Ni los abogados ni quienes asistieron al Segundo Tribunal Superior, ayer, para presenciar el juicio por la muerte de cinco menores tras el incendio que se suscitó en la celda seis del pabellón de menores del Centro de Cumplimiento de Tocumen el 9 de enero del 2011. Mucho menos los dos sobrevivientes de la tragedia, Cristian Mora y David Ríos Suazo. Todos, unos más y otros menos, se muestran desencajados.

Aunque tratan de mantenerse estoicos, en el rostro de los custodios civiles Alexander De Gracia y Guillermo Ábrego, hay cierto rictus de horror. Iris Nedelka Cedeño, la directora del Centro de Cumplimiento de Tocumen en aquella época, en cambio, es un paño de lágrimas.

Además de los jueces, que por ética no deben expresar nada, los únicos que se mantienen ingrávidos y con la frente en alto son los nueve agentes de la Policía sindicados por tentativa de homicidio, homicidio culposo y delitos contra la libertad. Quizás la inexpresividad sea parte de su formación .

Nadie sonríe, porque una pantalla —colocada especialmente para la ocasión— mostró una y otra vez, por casi una hora, los videos grabados durante el motín del 9 de enero del 2011 en el pabellón de menores del Centro de Cumplimiento de Tocumen.

Desde que los muchachos empezaron a gritar y a pedir agua (así como cuando algunos intentaron fugarse), hasta cuando un policía le dice a los camarógrafos (sin saber que está siendo grabado) que los siete reos que se acabaron de llevar en ambulancia aunque están quemados de consideración (segundo y tercer grado) ‘no se van a morir'.

En el intermedio, se muestra el momento en el que la Policía, para apaciguar la reyerta, tira dos bombas lacrimógenas dentro de la celda seis. También se registra cuando una intensa llamarada se enciende dentro de ese cubículo y cómo los cinco adolescentes que estaban ahí con Ríos y Mora (los hoy difuntos Eric Batista, Benjamín Mojica, José David Frías, Víctor Jiménez y Richard Ibarra) gritan pidiendo auxilio.

También se escucha cómo varios uniformados, indiferentes, observan la escena y lo único que hacen es mofarse. ‘¡Ay!, ¡ay!, ¡ay!' dicen mientras los jóvenes gritan que se están quemando. Es tanta la tranquilidad policial que, a pesar de las advertencias de los reclusos y de la flama, que es visible desde afuera del pabellón, los agentes llegan a sostener diálogos con ellos.

UNA HORA ANTES

El reloj marcaba las 10 de la mañana. Ayer era un día muy importante en el juicio que se lleva en el Segundo Tribunal Superior.

Finalmente, se iba a mostrar lo que la parte acusadora considera su principal prueba: los videos grabados el 9 de enero del 2011 en el Centro de Cumplimiento de Tocumen.

La expectativa se siente en el ambiente. La seguridad ha sido reforzada. Además de entregar cualquier dispositivo electrónico a la entrada, un segundo agente revisa a quienes se dirigen a la sala de audiencias.

Como no se había visto desde la primera semana del juicio, hay una cantidad considerable de personas entre el público. Poco más de 20.

Se trata de las madres de las víctimas, que no habían vuelto al Tribunal desde que declararon y quienes ocupan las primeras filas, acompañadas por algunos familiares con quienes conversan amenamente.

También hay algunos abogados, dos paramédicos, unos cuantos periodistas y otras personas más.

Quienes conforman la parte acusadora —curiosamente casi todos vestidos de negro— conforman un círculo y conversan, reídos entre sí. Del otro lado, la escena es distinta. Se siente mayor tensión.

Los abogados defensores están casi todos ya sentados, revisando papeles, códigos o tomando apuntes. Uno que otro conversa con su compañero de al lado y lanzan eventuales carcajadas.

Benito Mojica está en el fondo del juzgado, conversando con Luis Carlos Ortega, Joel Rodríguez y Luz María Padilla, sus clientes. Pareciera que les da instrucciones. El resto de los policías conversan entre sí, tranquilos.

El custodio civil Guillermo Ábrego lee parte del expediente e Iris Cedeño —que, así como Ábrego, se puede mover libremente porque solo tiene restricción de salida del país— está sentada entre el público, en la última fila, conversando.

A las 10:35 a.m., ingresan Adolfo Mejía, Secundino Mendieta y la jueza sustanciadora María de Lourdes Estrada. Los únicos ausentes en la sala serían David Ríos Suazo y Cristian Mora. A pesar de eso, la jueza da instrucciones para iniciar con la sesión del día.

Diez minutos después, la pantalla comienza a mostrar las primeras tomas de lo que pasó el 9 de enero del 2011. Son los ‘pietajes' en bruto de lo que captaron los camarógrafos Pompilio Campos y Mario Monteza hace ya cuatro años.

Hay una tensa calma que va aumentando y que se mezcla con cierto morbo. A la sala han llegado más personas, cerca de cuarenta. Los agentes de Protección y Seguridad Judicial, contrario a lo acostumbrado, están en la mitad de la sala, más cerca del público, para evitar cualquier incidente.

En uno de los ventanales del Tribunal se han aglomerado varios funcionarios del órgano Judicial que miran lo que pasa adentro. Se quedan un rato y, luego, siguen con sus funciones. Otros, en cambio, hasta se sientan a mirar más cómodamente

De repente, es como si el tiempo volviera a aquel 9 de enero del 2011.

Las primeras imágenes son de cómo comenzó el motín, de los jóvenes gritando improperios y pidiendo que les den agua, porque hace ya varios días que su pabellón no tenía.

Hasta ese momento, todos miran estoicos lo que se muestra en la pantalla. Los policías, los abogados, los familiares de las víctimas. Sin embargo, las cosas cambian cuando se escuchan los primeros gritos de dolor por parte de quienes estaban en la celda seis.

Arrancan otros lamentos, gemidos que no están en el video. Son los llantos de las madres que observan, nuevamente, cómo sus hijos se calcinaban y clamaban por una ayuda que llegó tarde.

Aunque en silencio, unos metros más allá, del lado de los acusados, Iris Cedeño también llora. En cuanto comenzó el video —a diferencia de los policías y los custodios que observan a la pantalla de frente, con la cabeza en alto y sin expresar nada— la exdirectora del Centro de Cumplimiento de Tocumen baja la mirada, cierra los ojos y se tapa los oídos. Se niega a recordar lo que pasó.

Los abogados, tanto los de la defensa como los acusadores, miran el vídeo. Al principio todos fijan sus ojos en la sucesión de imágenes. Poco a poco, algunos buscan cómo entretenerse con otras cosas.

Nora Santa, representante de la familia del difunto Víctor Jiménez, es la primera en abandonar el Tribunal con la excusa de llenar una botella de agua. No regresaría hasta un rato después.

En el caso de los abogados defensores, algunos empiezan a comentar entre ellos y señalar ciertas situaciones del video que les llamaba la atención. Al rato, unos empiezan a chatear en el celular, otros salen y entran constantemente y uno, ya de plano, simplemente se tapa los ojos para no observar.

Y las cosas fueron así durante casi una hora, el tiempo que duraron los videos.

Las tres reproducciones mostraban, básicamente, lo mismo: el inicio del motín; el momento en que la Policía tira las bombas lacrimógenas, el fuego, los gritos de dolor; la llegada de los bomberos y la confusión sobre si apagaron o no todos los incendios; las ambulancias y la desesperación de la Policía al ver el estado en que se encontraban los quemados y el retraso de los paramédicos; la salida de los carros hacia el hospital; y lo que pasó en el Centro inmediatamente después de la tragedia cuando los camarógrafos tratan de averiguar, de manera extraoficial, qué significó esa dantesca escena.

Ríos Suazo y Mora llegan a la sala a las 11:15 a.m., ya lo más fuerte del video ha pasado. Los jóvenes se salvan de ver cómo se quemaban ellos y sus compañeros.

A las 11:35 a.m., cuando el último video culmina, el juzgado comienza a vaciarse. Los mirones se alejan de la ventana, varias madres se retiran; los policías se mantienen tan impávidos como aquel 9 de enero; Iris Cedeño se seca las lágrimas y los abogados ausentes regresan a la sala. La jueza, antes de salir un momento, ordena llamar al siguiente testigo, el perito David Villarreal.

Comienzan los interrogatorios, como si nada. Ha vuelto a ser 28 de julio de 2015 y el único indicio de que no todo es como antes es que ya nadie sonríe.

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‘Los videos son muy claros, porque captan cuando se depositaron las bombas. Si no tuviéramos esa evidencia, quién sabe qué hubiese ocurrido',

GEOMARA DE JONES

FISCAL

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EL CASO

Hace tres semanas comenzó el juicio por lo ocurrido en el Centro de Cumplimiento de Tocumen en 2011

de los siete menores que estaban en la celda seis fallecieron.

celdas del pabellón de menores se mantuvieron cerradas el día de la tragedia

civiles han sido acusados. La exdirectora del Centro y dos custodios.

bombas de gas fueron lanzadas en la celda seis del pabellón de menores.

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